La Secretaría de Salud del país fue reconocida el 24 de septiembre de 2020 por el grupo de trabajo interinstitucional de las Naciones Unidas sobre la prevención y el control de las enfermedades no transmisibles, de la mano del Dr. Tedros Adhanom, director general de la Organización Mundial de la Salud durante la Asamblea General de Naciones Unidas.
No obstante, especialistas afirman, el etiquetado es insuficiente y requiere más orientación de cara al consumidor.
Consultada por NotiPress, Paola Shue, nutrióloga de profesión y gerente de asuntos corporativos y comunicación para Latinoamérica para Upfield Latinoamérica, explicó, "el etiquetado frontal nutrimental busca mostrar aquellos nutrimentos que han considerado como críticos y que han sido añadidos a los alimentos originales en una proporción mayor a lo establecido por los nuevos criterior marcados por la autoridad".
Un ejemplo claro de uso es el de las papas fritas, a las cuales se le incorpora grasa y sodio para su empaquetado y venta al público.
Si dichos nutrimentos están por arriba del criterio, deberán señalarse en el etiquetado. Esta iniciativa, según explica la especialista, surge debido a que "el consumo en exceso de los nutrimentos críticos se ha relacionado con el desarrollo de enfermedades crónicas como diabetes, sobrepeso y obesidad, donde México presenta altas prevalencias".
Según recomendaciones de la OMS, una persona debe considerar el consumo de alimentos con las siguientes proporciones: 30% de grasas, 50-55% hidratos de carbono y 15% de proteínas. Estas categorías conforman un consumo balanceado de alimentos.
Asimismo, dentro del conjunto de las grasas, deben ser de grasas insaturadas o saludables y en menor medida, grasas saturadas.
"La mayoría de estos lípidos constituyen una reserva energética para el organismo humano".
Por tanto, el consumo de grasas es necesario para el ser humano. La pregunta es, qué tipos de alimentos y cómo podría contribuir el etiquetado frontal. Sara Valdés, académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) lo ejemplifica al plantear el problema del consumidor. Las personas no están educadas sobre lo que es una dieta sana. No obstante, nunca se le explica el significado de una porción sana.
Pero Shue prefiere no asignar una calificación de buenos o malos alimentos. Más bien, lo define como aquellas "elecciones saludables y no saludables de alimentación" que hacen las personas al decidir qué consumir.
La cantidad y frecuencia son clave para la salud, no se trata de erradicar por completo el sodio o las grasas, sino lograr un equilibrio en el consumo.
"Tenemos un exceso en el consumo de ciertos alimentos", agregó la especialista. Pese a que los alimentos industrializados están siempre en la mira, la nutrióloga atribuye enfermedades como la obesidad a los hábitos alimenticios. La cantidad y variedad de alimentos rápidos consumidos en la vía pública en particular.
Este tipo de productos suele tener un exceso de sodio, azúcares y grasas. No hay una tabla nutrimental ni procesos en estos comercios, orientados a medir las cantidades de los nutrimentos sensibles para la salud.
El desarrollo de enfermedades consideradas como pandemias es multifactorial y no se puede atribuir solo al factor de la alimentación.
La falta de actividad física, un fenómeno común en las ciudades, sumado a un descanso deficiente y un exceso en el consumo de alimentos altos en grasa y azúcar podrían ser la antesala de alguna de estas enfermedades crónicas.
De cara a la industria, la implementación de un sistema de etiquetado frontal como el adoptado por México podría producir pérdidas para las empresas, declara la especialista de Upfield.
En el caso de Chile, primer país latinoamericano en adoptar en 2016 el sistema, las empresas se vieron afectadas por la iniciativa gubernamental y a largo plazo, refiere Shue. Si bien el Ministerio de Salud chileno reportó mejoras en obesidad, el etiquetado frontal per se, fue insuficiente.
En este sentido, la académica de la UNAM dijo en entrevista con la Revista Enfásis, "etiquetado frontal, un desperdicio si no hay educación".
Alimentos procesados industrialmente
Debido al ritmo de vida de las ciudades, las personas no siempre consumen nutrimentos como vitaminas y minerales necesarios para una salud equilibrada. La especialista de Upfield aclara, "todos los alimentos nos aportan diferentes cosas". Por ello, los alimentos procesados suelen ser vitaminados o fortificados.
Un ejemplo es la incorporación de vitaminas A y D en alimentos procesados industrialmente. No todo parece tan malo según esta perspectiva.
Con tanta información en redes sociales, Internet o televisión, a veces no se tiene en cuenta que con horarios establecidos y respetando el consumo de comidas principales, se puede lograr un balance adecuado en la alimentación. En este contexto, Shue advierte, cada persona tiene necesidades específicas de alimentación.
Por ello, la orientación se torna en un elemento crucial de cara al consumidor en acciones como el etiquetado frontal.
A fin de mantener una buena alimentación, es importante el consumo de alimentos según las recomendaciones de la OMS, pero también acompañar estas acciones con un estilo de vida acorde, como es realizar ejercicios y tener un descanso reparador. Incluso, las horas de sueño podrían incidir en ganar peso.
La iniciativa de etiquetado frontal en México per se podría ser insuficiente para reducir la pandemia de la obesidad, por ello, se requiere más orientación de cara al consumidor.