Su discurso esperanzador, prometía austeridad en el gasto público, acabar con la corrupción y bajar los índices de inseguridad, temas dolientes para los mexicanos, que lo llevaron a alcanzar una popularidad del 78% cuando apenas cumplía 100 días como Presidente.
Pero la luna de miel parece ir en declive desde el mes de abril, tiempo en el que la consultora Mitofsky daba a conocer la caída de la popularidad de López Obrador en un 61%. Y a seis meses de iniciar su mandato los resultados no le favorecen.
Las redes sociales tan importantes durante su campaña, no reflejan ahora, el mismo éxito. Tan solo más de la mitad de las menciones en plataformas digitales son negativas, de acuerdo a un estudio elaborado por la agencia de marketing digital SmartUp.
El sentimiento negativo fue a la alza en momentos como la explosión de Tlahuelilpan, el tiempo de desabasto de gasolina y hasta cuando solicitó disculpas para el país a la corona de España.
Habrá que analizar si la estrategia que asume el nuevo gobierno de polarizar al país, le está funcionando, pues el estudio refleja el sentimiento de responsabilidad que los mexicanos le adhieren en temas hasta como la contingencia ambiental y los incendios forestales.
De 38 millones de menciones en redes digitales durante el 1 de diciembre de 2018 y el 15 de mayo de 2019, los días más fuertes de comunicación para el Presidente, fueron el día en que tomó posesión de su cargo y el 14 de mayo de este año, en el cual se le hacía responsable de la contaminación tan severa y los incendios voraces que amenazaban a la ciudadanía y la naturaleza.
La realidad es que todo mexicano apostamos porque a México y a su Presidente le vaya bien, pero las contradicciones y desaciertos que hoy envuelven a este Gobierno, dejan un sentimiento de preocupación y desesperanza, con un retroceso de la economía en los tres primeros meses del año, así como en el ámbito de la seguridad, con la mayor cifra de asesinatos en ese periodo desde 1997.
Habrá que añadir también la polémica cancelación del nuevo aeropuerto y las indemnizaciones millonarias que se tuvieron que pagar ante tal decisión, entre otras cosas.
Andrés Manuel López Obrador, Presidente de la República Mexicana.
A pesar de que para el Presidente la economía está bien y alcanzará un crecimiento exitoso, todos los pronósticos de los especialistas en la materia dicen lo contrario, al no percibir nada favorables los resultados, pues la economía mexicana, la segunda de América Latina, se contrajo 0.2% en el primer trimestre del año por retrocesos en los sectores industrial y de servicios.
Pareciera que el discurso del mandatario está despegado de la realidad, que las buenas intenciones, terminan en malos resultados a falta de conocimiento y una muy mala planeación, en donde han afectado incluso al segmento de la población a la que más pretenden apoyar, y que lo llevó a ser uno de los presidentes más votados.
La moneda está en el aire. El Presidente a solicitado seis meses más para que los resultados comiencen a ver la estrategia de la 4ta Transformación, apostando a que los programas sociales estén ejecutados al 100%, con lo que pretende impulsar el desarrollo económico al elevar los niveles de consumo, por la gran cantidad de apoyos que está dispuesto a entregar.
Hay que reconocer que los mexicanos valoramos la decisión de reducir un 40% su sueldo y el de los funcionarios públicos, pero la austeridad está bien, mientras solo se afecte lo que realmente era un derroche, sin afectar la eficacia en la administración pública y en los servicios básicos que requiere la población.
A seis meses de gobierno López Obrador, se encuentra ante una sociedad polarizada y preocupada por el destino de México, ante las incongruencias que se presentan del discurso y la acción. Es tiempo de enderezar el barco, porque México no puede esperar y esto apenas va comenzando para la administración de izquierda.
De trato afable y presto para hablar con cualquiera que se le acerque, Andrés Manuel López Obrador, es hoy el Presidente de México, quien tiene la oportunidad en sus manos, de convertirse en el mejor o peor mandatario.