Oriunda de este pueblo localizado al suroeste del estado, una joven pareja se despoja de sus jeans y tenis para trasladarse a otra etapa de la historia. Ella, se coloca una falda con pastelones y una recatada blusa de seda morada; mientras que él, se viste con pantalones de lana rayas y sombrero de charro. Están listos para partir.
“Los Valles Centrales de la ciudad de Atlixco, tiene los trajes de ‘La China Atlixquense’ para las mujeres y el de ‘Los Charros de a pie” para los hombres, ambos fueron inspirados en la influencia francesa y española”, aseveró el profesor Máximo Rosas Morales en entrevista con Notimex.
Distinguida y recatada, la “China Atlixquense” viste su menudo cuerpo para el Festival del Huey Atlixcayótl, con blusas de seda de medio olán y brocados, o bien, con camisas con incrustaciones de chaquira, donde las mangas y la parte del pecho están bordados a gancho.
En cuanto a la falda, el especialista relató que esta va a tomar características de la moda francesa de los últimos años de la época del porfiriato, “vamos a ver este tipo de faldas que en la parte de abajo llevan pastelones, porque son características de la moda europea principalmente de la francesa”, apuntó.
Los pastelones, que son tablones de tela colocados en los extremos de la enagua, serán uno de los principales detalles que diferenciarán a este traje regional de otras “Chinas” como la poblana y la oaxaqueña.
Rosas Morales señaló que la falda de este vestuario pudo haber tenido su inspiración de una revista de 1894 llamada “La moda elegante ilustrada” que se editaba en Madrid, España y que al llegar Atlixco fue adaptada y enriquecida con algunas características de la región como son los encajes.
“Toda mujer se va a cubrir el pudor poniéndose debajo de la falda un refajo que en sus tiempos era en labor de deshilado, pero hoy en día le colocan encajes y alforjas”, dijo.
Agregó, además, que para ser más recatada, la China Atlixquense, para cubrir la desnudes de los hombros, se pone en la espalda una mascada que es de tela fina y delgada traída de Europa, cuyas característica es que el bordado, el deshilado y el dobladillo son realizados a mano.
Entre los accesorios que lleva este traje, mencionó el profesor, se encuentran la crucera (collar) y los aretes de plata que usaron las abuelas de las jóvenes, de las cuales también retomaron el peinado.
Con delicadeza, las abuelas en vez de peinar sus trenzas en forma de columpio, hacían con ellas varios “ochos” en la parte de la nuca donde las ajustaban con peinetas de carey.
En cuanto al valiente y atractivo “Charro de a pie”, Rosas Morales explicó que este traje típico es una mezcla entre la vestimenta de los españoles y la de los pobladores locales de la época de la colonia.
Destacó que no hay nada escrito de este vestuario de ahí que tuvieron que ir a la investigación de campo, donde encontraron algunas características.
Comentó que la camisola que llevan los hombres va fajada y sobre ella se coloca otra la cual va amarrada al frente para que se aprecie el ceñidor palomo.
“El paliacate es otro accesorio que es para poder quitar el sudor al estar en el campo, y va al cuello para que no escurra el sudor y encima para poder quitarlo y limpiar la frente”, apuntó.
Aseveró que, además, el Charro de a pie utiliza dos tipos de sombrero, uno de pelo de conejo, con copa de piloncillo o zapatista y el otro de palma.
“Otro de los accesorios es el morral de ixtle para el campo, ya que ahí llevan su comida o un utensilio, así como la botella adornada con flores y papel picado”, indicó.