Del discurso a la cuarta transformación

03 de Diciembre de 2018
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Querétaro, 3 Diciembre 2018.- Con más de 30 millones de votos equivalentes al 53% del electorado, López Obrador gano la Presidencia de México, y este 1 de diciembre por fin tomo protesta como mandatario federal.

Un pueblo cansado de la corrupción y la impunidad, que puso sus anhelos en el hombre salido de un poblado de Tabasco Tepetitán y quien por tercera ocasión fue candidato presidencial.

La cuarta transformación como ha denominado su Gobierno, enfrenta ahora la realidad, pues se terminó el discurso y solo queda actuar; aún queda mucha expectativa y el grupo insatisfecho a su llegada no está tranquilo y el que lo apoya, tiene puestas todas sus esperanzas de que cada promesa será cumplida y reflejada en la mejora de su calidad de vida.
Neoliberalismo y corrupción las dos palabras más pronunciadas fehacientemente y que le dan continuidad al mensaje que abandero su largo camino ahora a Palacio Nacional.

No dejo fuera un solo tema y acción que le doliera a los mexicanos, tal parece que dedico estos primeros espacios como Presidente, a recordar lo que no debemos olvidar, tratando de enaltecer su compromiso, advirtiendo que no se puede dar el lujo de fallar.

Ya no hay tiempo, excusas, ni pretextos. Ya no hay a quien culpar o señalar, la carrera por sus primeros cien días de gobierno apremia, bajo la observación del mundo entero, quien no ha disimulado su asombro ante la llegada de un hombre que no descanso en esmero, terquedad y trabajo, hasta conseguir su objetivo.

Los retos no son nada fáciles, deberá trabajar y evitar la polarización del país, si bien llego a la toma de protesta entre un 60% y 66% de aprobación, la realidad es que la opinión pública esta confrontada.

Los especialistas señalan que el 2019 será el escenario en donde los efectos de la polarización política se harán presentes, y serán desastrosos si las expectativas alcanzadas no son cubiertas ante un país que no tolerará más se le vuelva a ver la cara.

Pero el principal reto será tranquilizar a los mercados financieros, mismos que entraron en crisis ante los pronunciamientos y acciones tanto de los morenistas en el congreso federal, como del propio Presidente electo.

El tema económico que López Obrador ha denominado como un “fallido neoliberal”, está en la cuerda floja, y los inversionistas no están dispuestos a esperar y reclaman acciones y discursos que den confianza y certeza al patrimonio y estabilidad financiera del país.

Ya han coincidido líderes sociales y políticos: si López Obrador logra bajar la corrupción y la inseguridad, sin destruir la economía ni polarizar a la sociedad, será un buen Presidente.

Existen muchos rincones en el país que reclaman justicia con toda la razón, y a quienes indudablemente se debe voltear. Insistir en que acabando con la corrupción y una política de austeridad se podrá mejorar la calidad de vida de todos los mexicanos olvidados, será el gran trabajo que tendrá que dar resultados de forma inmediata.
La moneda está en el aire, lo cierto, es que todos somos mexicanos. En acuerdo o desacuerdo, las escenas del día 1 de diciembre, no fueron más que un llamado estruendoso del pueblo de México para su nuevo gobernante, porque hay una cosa en la que coincidimos: las cosas tienen que cambiar y mejorar para beneficio de todos.

El cambio no depende de una sola persona, esperemos y pidamos porque a nuestro nuevo Presidente le vaya bien, si le va bien a López Obrador, nos va bien a todos.

Inician seis años en los que todo buen ciudadano le debe apostar a que a su país le vaya bien, sin importar si voto o no por quien hoy nos gobierna. Lo echo, echo esta, y hoy solo nos queda pensar como nación y buscar siempre el mejor rumbo. El tiempo lo dirá y mostrará sus efectos.