Con su pequeño hijo de entre uno y dos años de edad en brazos, se justificó por cargarlo y dar el discurso así, pues el niño quería estar con ella, además de compartir que es él quien la hace levantarse tres veces por la noche.
Es el mismo que cuando le entregaron su constancia de mayoría, demandaba estar con ella y que lo tuviera en brazos. Y a pesar de que la acompañaban dos empleadas del hogar; y toda su familia, incluida su madre y su esposo, el niño quería estar con ella.
Las escenas no tendrían nada en particular si no es porque es la misma imagen que nos mostró del anterior presidente municipal, el priísta Manuel Acosta, quien en este momento se encuentra totalmente desprestigiado por el desfalco cometido contra el municipio, y por ser mencionado como uno de los involucrados en la estafa maestra.
Célida, igual que lo hizo el anterior presidente municipal, se esmeró mucho en que la conociéramos como madre de familia. No parecía parte de los cientos de mujeres que al querer compartir las actividades como políticas y como madres son relegadas o discriminadas por tener a su cuidado otras personas.
Ella quiso representar a la mujer de la familia tradicional, esa que defienden las iglesias y que sigue siendo para éstas la única responsable del bienestar de los integrantes.
No importa si está rodeada de gente que puede y está asignada para compartir esos cuidados, la responsabilidad es de ella, según la imagen que vimos en la toma de protesta como alcaldesa.
El mensaje para las mujeres que no cuentan con sus recursos, puede ser de desaliento pues si tienen hijas e hijos, “las obliga a ser mejores”, como también lo dijo en su discurso, y si no, pues mejor ni entrar al servicio público, mucho menos a la política.
Nada dijo sobre la necesidad de las mujeres de contar con más apoyo del Estado para resolver los asuntos cotidianos, entre ellos la maternidad, para poder salir de sus casas a desempeñarse en un oficio o profesión.
Una vez que el padre del niño se lo entregó subiéndolo al escenario en donde ella era el foco de atención, lo cargó y después lo bajó para tomarlo de la mano, situación en la que permaneció durante la mayor parte de su mensaje a las personas asistentes a su toma de protesta.
Además de la imagen, el discurso se tornó perturbador pues Célida habló de sus principios, los cuales conserva desde tiempo atrás -como lo expresó- por lo que es inevitable recordar que se refiere a los valores y principios del Partido Acción Nacional, de donde emanó y permaneció, antes de ser invitada por el ahora presidente electo de México, para que se integrara a Morena.
Que después de su saludo el mensaje haya continuado enlistando a las diversas afiliaciones religiosas para dirigirse a todas las personas que se unieron el 1 de julio para hacer el cambio a través de su votación, es sumamente perturbador.
Para quienes defendemos el Estado laico, el que una presidenta municipal divida a la ciudadanía por su afiliación religiosa en un discurso político, es preocupante.
Que en su discurso insista en que somos “bendecidos” asusta, porque no parecía reunión política, sino una misa o servicio religioso diverso, mientras insiste en que todos tenemos el “mismo dios”.
Citó a Santo Tomás Moro para decir que “no hay político que no requiera de dios”, fue una insistencia de una narrativa que normaliza el enfoque desde lo religioso.
“Gobierno honrado y austero” fue de lo menos religioso que escuchamos. “Maloro Acosta –alcalde saliente- tendrá que enfrentar sus responsabilidades”, lo más esperanzador.
El desconcierto se dio cuando saludó en forma muy efusiva y afectuosa a uno de los anteriores presidentes municipales de extracción panista, quien también fue tesorero del estado de Sonora, y a quien se le atribuye buena parte de la deteriorada situación económica del municipio, tanto por la forma de gastar, como por la deuda que dejó.
Le adjudicó “un gran legado, sobre todo en el deporte”, cuando en realidad fue su hermano médico quien impulsó, cobijado por la alcaldía, una gran cantidad de actividades recreativas deportivas populares, como las clases de zumba en las plazas de la ciudad, y otros. Creció exponencialmente con servicios clínicos, de hospitalización y de venta de aparatos quirúrgicos.
El hijo de Célida, cuarto de su dinastía, se despide de su madre al ser entregado a los brazos de su padre, después de que ella saluda muy cariñosa al arzobispo de Hermosillo, Ruy Rendón, quien se ha pronunciado contra los matrimonios de personas del mismo sexo y en contra del aborto.
Esa deferencia a personajes específicos de esa naturaleza es perturbador, porque puede ser el mensaje que subyace en su discurso, el encumbrar a correligionarios tanto de su ideología política, como religiosa.
Su exhorto a los empresarios expresando que “necesitamos a todos esos hombres que han sido bendecidos con beneficio económico” fue para pedirles que apoyen a personas a rehabilitarse por dependencia de drogas.
“Ayudar al prójimo”, fueron otras palabrasretomadas de la narrativa religiosa, por ello su discurso es perturbador.
Pero también les dijo que ella es una mujer de visión empresarial. Eso también es perturbador, pues lo que a Hermosillo lo dejó en la calle y en el desfalco, es la visión empresarial de sus antecesores.
Las mujeres sólo fueron mencionadas de paso, nada sobre los primeros lugares en lo nacional en los que aparece Hermosillo con mayor índice de reportes de violencia de género contra las mujeres, en sus diferentes tipos y modalidades, y segundo en el estado en feminicidio.
Nuestra petición formal de nombrar a la directora de atención a la mujer por medio de una convocatoria pública fue ignorada, y en cambio se retomó para la dirección de cultura.
Si vislumbráramos cómo será su gobierno, por su discurso, diríamos que veremos una mujer que es madre antes que presidenta municipal. Que su principal preocupación es lo económico, y que su paraguas para tomar decisiones, es la religión. Por ello, el discurso de Célida López fue perturbador.