Hermosillo, 03/10/2018.- “En los últimos 20 años se ha ido desvelando la cara oscura del Vaticano que tiene que ver con los crímenes, con los abusos sexualesdel clero.
Son crímenes que han movido los cimientos de la Santa Sede y que han provocado la renuncia histórica de un Papa, como Joseph Ratzinguer, Benedicto XVI.
Lo que hemos visto es que estos crímenes son a lo largo y ancho del mundo. Y se han convertido en crímenes de lesa humanidad, porque tienen las mismas características.
Son crímenes impunes, son crímenes bajo una estructura mafiosa, que es la estructura de la Iglesia de secretismo, protección, impunidad, proporcionada por la propia institución, de manera sistemática y se podrían claramente considerar como crímenes de lesa humanidad, pues los vemos en todo el mundo.
Están los casos de Irlanda, Alemania, Philadelphia, pero tenemos el último de Alemania que nos acabamos de enterar. 3 mil 500 niños abusados, pero también está la poderosa curia de Estados Unidos, que ha pagado más de dos millones de dólares en indemnizaciones con diez mil víctimas, y cinco mil sacerdotes denunciados por abusos sexuales.
Está el caso de América Latina, por supuesto Perú, Argentina, Chile. Los crímenes siguen recorriendo el mundo sin que nadie haga nada.
El discurso no se corresponde con los hechos. El papa Francisco empezó su pontificado protegiendo al nuncio apostólico, es decir al representante de la Santa Sede, en República Dominicana, Kewelowski, acusado de violar a cientos de niños, y lo saca con pasaporte diplomático y se lo lleva al Vaticano.
Lo lleva al Vaticano, lo tiene ahí algún tiempo y luego se suicida en forma sospechosa. Le da reclusión domiciliaria y ahí termina su vida.
Las autoridades de la Iglesia y el Vaticano no han entendido bien el problema. Esta clase de delitos exigen mano dura de la Santa Sede, pero tiene que ser una mano dura traducida en justicia.
Hasta que los obispos, los cardenales, el propio Papa entreguen a la justicia a los depredadores sexuales con sotana, esto va a terminar”.
Todo lo anterior, son reflexiones de la autora de la trilogía de libros que da cuenta del crimen de pederastia clerical en México, Sanjuana Martínez.
“La cara oculta del Vaticano”, “Manto púrpura” y “Prueba de fé”, son los títulos en donde desmenuza el crimen que llama de lesa humanidad, y da voz a las víctimas.
En su visita a Hermosillo, para participar en varias actividades académicas y sociales, dijo que en México, puede llegar a tener más poder un cardenal que un presidente de la República.
Y es verdad. En Sonora por ejemplo, no hay un evento político de trascendencia en donde no se otorgue un lugar privilegiado al representante de la Iglesia católica.
Se le saluda y aplaude en forma especial, como si al no hacerlo se faltara a una reverencia obligatoria y pudiera haber algún castigo posterior.
Esos representantes son entrevistados en forma sistemática ocupando espacios importantes en los medios de comunicación, sobre temas ajenos por completo a su investidura y a su género incluso, pues opinan sobre asuntos biológicos de las mujeres como lo es el aborto.
Sanjuana Martínez removió conciencias y sacudió las razones por las que millones de personas decidieron votar por otras opciones políticas el 1 de julio pasado.
Incomodó a muchas personas, quienes sienten que sus creencias son válidas por sobre las de los demás. A otros por su proclividad a decir las cosas claramente, incluida la necesidad de separar a la Iglesia del Estado.
Criticó la forma en que se toman decisiones políticas, haciendo hincapié en las recientes reformas constitucionales que promovió la gobernadora Claudia Pavlovich, y eso incomoda.
En Sonora la reverencia que se tiene desde los gobiernos a los jerarcas religiosos no se oculta, al contrario, se presume.
Es así, que es costumbre que los gobernantes en su toma de protesta en el puesto, tengan como invitados a representantes religiosos en lugares sobresalientes.
Fue el caso de la reciente toma de protesta de Célida López Cárdenas como presidenta municipal de Hermosillo. La Iglesia estuvo también presente hace 3 años en la toma de protesta de la gobernadora Pavlovich, y de todos sus antecesores.
Fue también pública y popular la foto en donde nuestra gobernadora besa la mano del Papa Francisco agachando la cabeza, que tuvo cobertura nacional e internacional.
Esa imagen circuló como un mal mensaje de cómo el poder político puede doblegarse al poder religioso, y eso no es bueno para las mujeres. La historia lo ha demostrado.
Estamos ante una nueva configuración política en el país, y en nuestro estado de Sonora. Poco a poco eso se debe notar.
Viene una lucha nacional por el avance de las libertades y derechos de las mujeres. Por la recuperación de nuestros bienes estratégicos como son educación, salud y energía.
Pero si no se coloca claramente la división entre la Iglesia y el Estado, el camino será tortuoso para quienes siempre hemos visto nuestras demandas a la cola de las prioridades.
No es de la Iglesia toda la responsabilidad, sino de quien la escucha, como si tuviera voz y voto. Las mujeres podemos decidir por nosotras mismas. No requerimos tutelaje ni de los hombres, ni del Estado, mucho menos de las iglesias.
Ya es hora de que nos devuelvan nuestros cuerpos. De nosotras, de nadie más, recuperemos el Estado laico y hagamos democracia.
Eso sí sería una real transformación.