Los casos de diarrea pueden aumentar hasta 30 por ciento, sobre todo en la población infantil menor de cinco años.
La canícula es un periodo de 40 días en los que se espera calor extremo, que se presenta entre los meses de julio y agosto principalmente en norte, sur, sureste y algunas zonas del centro del país. Este año la canícula inició el 18 de julio, por lo que continuará casi todo el mes de agosto.
Esta temporada facilita el desarrollo de diarreas, convirtiéndola en un problema de salud que si no se trata adecuadamente puede complicarse y poner en riesgo la vida de las personas, señaló el infectólogo pediatra del Grupo Ángeles, Federico Javier Ortiz Ibarra.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), a nivel global las enfermedades diarreicas son la segunda causa de muerte en niños menores de cinco años y ocasionan 760 mil muertes anuales en este grupo de edad.
Los principales factores que originan este desorden intestinal están: manejo inadecuado de alimentos y bebidas con contaminación microbiana, e inadecuados hábitos higiénicos, entre otros.
Los alimentos que se consumen en la calle, como los antojitos, no siempre están elaborados con la mejor higiene, y por la ausencia de refrigeración entran más fácilmente en proceso de descomposición convirtiéndose en un factor de riesgo para el desarrollo de diarrea.
El infectólogo explicó que la diarrea es un mecanismo de defensa del intestino ante un agente agresor, la mayoría de las veces es de tipo infeccioso y se define como la disminución en la consistencia y aumento en la frecuencia de las evacuaciones (más de tres al día).
Se considera diarrea aguda cuando la duración es menor o igual a 14 días, siendo la principal complicación de estos eventos, primordialmente en los niños, la deshidratación, una condición peligrosa que se convierte en una situación de cuidado.
Durante un episodio de diarrea, en las heces líquidas y vómitos se pierde agua y electrolitos (sodio, cloruro, potasio y bicarbonato). Cuando estas pérdidas no se restituyen, se produce deshidratación, que de no atenderse de inmediato puede incluso llevar a la muerte, señaló Ortiz Ibarra.
Entre los signos y síntomas de la deshidratación destacan piel seca, letargo, ojos hundidos, labios secos, llanto sin lágrimas, fontanela hundida (mollera hundida), irritabilidad, pulso débil o impalpable, ausencia o disminución de la orina.
La rehidratación oral es la piedra angular para evitar la deshidratación y por ende, la mortalidad infantil por diarrea aguda a nivel global.
Además de rehidratarse con suero, se puede utilizar una combinación con un complemento como Tego (Tanato de gelatina) que tiene propiedades antidiarréicas y astringentes que forman una capa protectora en la mucosa intestinal inhibiendo la adhesión de bacterias sobre la pared intestinal.
Si se tratara de una diarrea bacteriana se puede complementar el tratamiento con un antidiarréico antiséptico intestinal con acción antibacteriana local, como Eskapar (nifluroxazida).