Tenía razón, el lugar que había servido como Centro Penitenciario por más de 100 años terminó sus funciones y ahora será un espacio de excursión para niños y jóvenes, a fin de que conozcan el lugar que ha sido clasificado como Reserva de la Biosfera.
A la llegada, que ya es de noche por las siete horas en buque sobre el Océano Pacífico, las especificaciones antes de pisar tierra firme en la Isla Madre y donde se centra el ex complejo penitenciario son: “Aquí hay especies endémicas, hay serpientes, se sugiere por seguridad que no se separen del grupo”.
Los dormitorios de los ex internos del Centro Penitenciario sirven ahora para alojar a los visitantes donde las hormigas hacen festín sobre cualquier alimento que se deje descubierto, algunas lagartijas inofensivas se cuelan por las fisuras de las paredes y hasta gatos, como varios de los que fueron abandonados en la isla, entran a buscar comida.
“Ahorita que salga la luz del sol verán que hay una cantidad de iguanas, boas, serpientes, pericos que son de aquí”, dice el Comisionado del Órgano Administrativo Desconcentrado de Prevención y Readaptación Social (OADPRS), Francisco Garduño Yáñez.
La experiencia parece mayor cuando más de un custodio asegura que los tiburones nadan cerca de algunas orillas de la isla de 20 kilómetros de largo.
De día lo que más se observa son las aves y las iguanas negras que corren a esconderse cuando escuchan el motor del camión que avanza por el camino de terracería.
En el espacio cohabitan también el loro cabeza amarilla, mapaches, dos especies de colibríes y dos tipos de caracol que no se encuentran en ninguna otra parte del mundo, cuenta a Notimex el encargado de Protección Civil en Islas Marías, Ricardo Ramírez Guzmán.
“Hay muchas especies clasificadas, pero hay otras que se siguen descubriendo, por ejemplo, en Laguna del Toro cuando estaban rascando para hacer los edificios de máxima seguridad descubrieron un pequeño ratón marsupial que se ignoraba que existiera aquí”.
Aunque la flora se caracteriza por el matorral espinoso y ahora quemado por el paso de los huracanes, también existen zonas selváticas con maderas como el cedro rojo, palo prieto, palo amarillo y margarita que los internos utilizaban para realizar artesanías.
También se encuentra la granja de camarón que prácticamente fue acabada por el huracán Willa y que ante el cierre del Centro ha quedado abandonada.
Ahí se cultivaba la artemia salina para alimentar al camarón blanco que se realizaba con ayuda de los internos, entre ellos el “señor Camacho” quien durante 12 años se convirtió en uno de los más experimentados en la granja y quien ya cuenta con una oferta de trabajo para octubre, cuando obtenga la libertad del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) a donde fue reubicado.
“La granja a cuatro meses puede producir 16 toneladas, 42 toneladas al año (de camarón)”, comenta el encargado y agrega que posiblemente el espacio se incorporará a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat).
“No sé cuál vaya a ser la dinámica de la operación de la granja, pero igual un sistema tan efectivo no creo que lo quieran dejar de lado”, expresa.
A lo alto se encuentra la zona vaquera con planicies donde se llevaban a cabo también actividades agropecuarias, mientras que en la parte baja está la salinera, conocida décadas atrás porque los reclusos eran enviados a trabajados forzados. Dejó de operar hace años luego de que los internos sufrieran de quemaduras de la piel y afectaciones de la vista.
Así el espacio se modificó para que la salinera, que también era famosa por haber sido el lugar donde se filmó una película de Pedro Infante, servía como un espacio para la realización de obras de teatro y otras actividades recreativas.
El pasado 8 de marzo cerca de 600 internos fueron trasladados a otros Ceferesos, ya que por instrucciones del presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador el lugar dejó de ser un Centro Penitenciario para convertirse en el Centro de Educación Ambiental y Cultural con la finalidad de recibir a niños y jóvenes para excursiones de verano.
El Encargado de Protección Civil en Islas Marías, Ricardo Ramírez Guzmán, considera que incluso más adelante el lugar podría servir como espacio para turismo extremo y de aventura, así como para deportes acuáticos, investigación y cultura.
“Los riesgos se pueden minimizar con las medidas de seguridad pertinentes, no creo que haya lugar a muchas restricciones. Al ser un complejo penitenciario había muchos objetos que no se podían ingresar como equipos fotográficos, digitales, no se podía mover información y no había acceso a internet”.
Al no existir más ese tipo de restricciones se espera que pueda haber una mayor participación de delegaciones científicas para continuar con descubrimientos sobre la flora y la fauna, además de hacer más adaptaciones y convertir a Islas Marías en un lugar de visita.