En entrevista con Notimex habla de su vida personal que incluye cuatro esposas, sus 36 hijos -ahora 35 después de la muerte violenta de María Rhonita- y de sus 89 nietos -hoy 85 con el asesinato de cuatro de ellos-.
“Aquí empiezan jóvenes, es la herencia que dejaron nuestros padres. Sí creo que puede ser muy controversial mi posición. Se critica la práctica de la sexualidad fuera del contrato matrimonial, cuando esto pasa buscas conseguir pareja, necesitas practicar tu sexualidad”, explica, y menciona que los jóvenes mormones se comprometen a los 16 o 17 años a tener una familia y comienzan a tener hijos.
Cuando son adolescentes se van para Estados Unidos a trabajar en la construcción, el dinero que ganan lo envían a México para invertirlo en tierras y en la producción en el campo.
“Nunca he tocado a una mujer que no sea mi esposa, en todos los casos la mujer (la esposa) te entrega a la otra mujer”, explica y acepta la poligamia que ejerce manteniendo relaciones con cuatro mujeres distintas, con las que ha criado familias numerosas.
Cuenta que cuando se da un nuevo matrimonio, la esposa aprueba la relación de su esposo y el día de la ceremonia ella cumple con el ritual de entregársela en el altar.
“Es algo que se critica en nuestra sociedad, pero no es por imposición religiosa”, asegura LeBarón y reitera que es una herencia de sus padres.
Ella era muy valiente
Respecto a lo ocurrido en la brecha, habla de la valentía de María Rhonita quien tenía 10 años viviendo en La Mora y recorría cada semana esa ruta pedregosa para ir a visitar a sus padres a la colonia LeBarón en Arteaga, Chihuahua.
“Nos regalaron 10 años de seguridad y progreso. Ella lo pagó con valentía de subir y bajar. Curiosita era su naturaleza, ella sí podía hacerme piojito. Era una luz, muy tierna, una angelita. Ella vivió más tiempo en este pueblo que conmigo”, cuenta.
Agrega que al casarse con Howard Miller se fue de Arteaga a vivir a La Mora, con quien concibió siete hijos, de los cuales sólo quedan tres.
Rhonita hablaba de sus planes de irse de La Mora para volver a la colonia LeBarón donde hay preparatoria, ya que sus niños estaban creciendo. Los niños mormones son escolarizados en casa, cuando son mayores ingresan a planteles educativos, comúnmente en ciudades estadounidenses pues la mayor parte del tiempo se comunican en inglés.
El reclamo constante durante la entrevista realizada en el porche de la casa de su hija Rhonita con la montaña como paisaje, es la lentitud con la que las autoridades de los tres niveles de gobierno reaccionaron ante la masacre.
Cuestiona que llegaron más rápido los LeBarón desde Arteaga, Chihuahua - pese a que tuvieron que circular por kilómetros de terracería- que las autoridades sonorenses, porque el ataque se dio dentro de la jurisdicción de Sonora.
Los casquillos quedaron esparcidos en una loma, justo en la línea divisoria con Chihuahua. Desde ahí los miembros del grupo criminal accionaron sus armas largas y mataron a las mujeres y niños.
Las camionetas presentan múltiples impactos de bala que muestran su trayectoria y donde se comprueba que no hubo contrafuego.
Los LeBarón junto con los Miller y los Langford organizaron la búsqueda de sus familiares, especialmente de la niña Mackenzie, quien fue encontrada en la sierra, descalza y herida de un pie; al dar con ella solo les decía “tenemos que regresar por ellos”, refiriéndose a los niños sobrevivientes.