En San Juan del Río, es del 15 al 23 de diciembre, cuando se recuerda el peregrinaje de María y José, desde su salida de Nazaret hasta Belén, donde buscan un lugar para alojarse y esperar el nacimiento del niño Jesús.
A este novenario es usual que se le agreguen una serie de tradiciones y celebraciones religiosas, que hacen partícipes a niños, jóvenes y adultos, que acompañan a las autoridades religiosas con rezos y cantos.
Francisco Pájaro Anaya, coordinador de Comunicación de la Parroquia de San Juan Bautista, expresó que en México en el siglo XVII, los días previos a la época decembrina se realizaban las preparaciones a la fiesta de navidad.
“México consigue en el siglo XVII que los días previos a la navidad se realicen una misa en las tardes, que son las misas de aguinaldos donde se dan los famosos dulces a los niños, y de ahí surgen las posadas, que es la preparación a la fiesta decembrina”.
Dijo que antes del siglo XX, las festividades se celebraban mayormente en los conventos e iglesias; y que ahora se festejan fuera de las parroquias, como una forma de convivencia tradicional y de religiosidad popular.
Apuntó que en el caso de San Juan del Río, perdura la tradicional peregrinación de los Farolitos el 11 de diciembre, que inició en 1948 con motivo de la coronación de la Virgen de Guadalupe, como reina de la Parroquia.
La gente sale a la calle vestida de pastores, María o Juan Diego, portando sus farolitos que iluminan las calles, así como carros alegóricos adornados, en su mayoría integrados por taxistas y trabajadores de empresas, que de esta manera muestran su fervor a la Santísima Virgen de Guadalupe.
Destacó que el primer acto público fue desde la ex hacienda de La Venta hasta la Parroquia San Juan Bautista, al referir que la única manera de iluminar las calles en esa época era con faroles.
Por su parte, en 1950 el padre Manuel Pérez Esquivel, fue quien propició que en las calles del Centro Histórico hubieran este tipo de actividades por las posadas, que se realizarán del 15 al 23 de diciembre, cuando las calles son adornadas y las familias hacen ponches, tamales y buñuelos, que comparten con vecinos y familiares.