Su PIB es de 211 mil 915 millones de euros, lo que la sitúa como la primera economía de España por volumen y en cuanto al PIB per cápita, que es un indicador de la calidad de vida, en 2016 fue en Cataluña de 28 mil 590 euros, frente a los 24 mil 100 en el resto de España.
Esto hace suponer que los habitantes de Cataluña se encuentran entre los que tienen un mejor nivel de vida en España, debido a que se ubica en el cuarto puesto en el listado de PIB per cápita de las Comunidades Autónomas.
Unas 30 empresas de diversos rubros, incluidas seis de las siete catalanas que operan en el IBEX 35 –el principal índice bursátil de la bolsa de valores de España-, decidieron salir de Cataluña ante la crisis política desatada por sus autoridades a favor de la independencia.
Entre las empresas catalanas del IBEX 35 con marcada historia en la comunidad autónoma que decidieron irse del territorio catalán y trasladarse a Madrid figuran: Caixabank, a Valencia; Gas Natural a Madrid; Abertis a Madrid; Banco Sabadell a Alicante; y Cellnex a Madrid e Inmobiliaria Colonial.
El martes, la compañía mexicana Bimbo tomó esa decisión, al igual que el Grupo Planeta, la cual es líder del mercado editorial en España y en América Latina, y el segundo en Francia, además está entre los diez primeros del mundo con más de 100 sellos editoriales que abarcan todos los géneros literarios.
Tanto quienes defienden la independencia de Cataluña, como quienes se pronuncian en contra proporcionan cifras todos los días de beneficios o perjuicios, pero lo que es real es que la incertidumbre que se vive hace imposible hacer cálculos concretos al respecto.
En cuanto a población, Barcelona -con siete millones 441 mil habitantes- tiene un poco menos que Suiza, además de tener un tamaño parecido al de Bélgica (32 mil 113 kilómetros cuadrados) y un PIB similar al de Finlandia, lo que hace suponer a quienes defienden la independencia que podría sobrevivir como un Estado.
También a nivel marítimo, Barcelona ocupa un lugar importante, pues su puerto es uno de los cinco más importantes del mundo y el número 77 a nivel mundial, el 15 de Europa y el séptimo del Mediterráneo.
No obstante, diversos economistas advirtieron ya que, en la práctica, Barcelona se toparía con muchos obstáculos y dificultades ya que el hecho de romper con el resto de España tendría severas consecuencias, especialmente a largo plazo.
Emilio Ontiveros, presidente de Analistas Financieros Internacionales, consideró en una entrevista con el Huffingtonpost que la incertidumbre política de estas semanas puede llegar a traducirse también en una incertidumbre económica.
Reconoció que de darse la independencia de Cataluña, podría ser que esa economía fuera viable, pues el peso específico que tiene le garantiza una autonomía económica suficiente, pero la cuestión no es esa, es si en un esquema de independencia se garantiza mejor el bienestar para los catalanes, que en un esquema de Federación con el conjunto de España.
Aseguró que hay condiciones mucho más favorables al crecimiento económico, al bienestar de los catalanes, dentro del Estado español que fuera.
Subrayó que pese a su condición económica superior a otras comunidades autónomas, no hay certeza de que las condiciones de prosperidad de Cataluña estén mejor garantizadas fuera del Estado español que dentro.
Un informe reciente de Credit Suisse señaló que, sin tener en cuenta la huida de capitales o los costos de adoptar nueva moneda y crear nuevas estructuras estatales, Cataluña perdería el 20 por ciento de su PIB y quedaría por debajo de la renta per cápita del resto de España.
Hay que recordar que en su momento, la crisis económica provocó una caída del PIB español del 7.0 por ciento, lo que trajo consigo que el desempleo se incrementara en un 40 por ciento, que se triplicara la deuda y que se aumentaran los impuestos, por lo que un desplome del 20 por ciento del PIB catalán traería peores consecuencias.
También el HSBC destacó en un estudio que la probable independencia de Cataluña afectará negativamente a la economía española, en especial si se tiene en cuenta el tamaño del PIB catalán, que supone el 20 por ciento del total del país.
Expuso que España dejaría de percibir la contribución catalana neta al presupuesto del gobierno, que es de 1.0 por ciento del PIB, y sin ello, la economía española será levemente superior a la de los Países Bajos.
Sin Cataluña, España pasaría de la quinta a la sexta posición en el ranking de países por PIB de Europa y perdería 411 mil 210 millones de euros anuales, según datos de 2016.
Datos publicados por el Banco de España correspondientes al segundo trimestre de este año, la Generalitat de Cataluña registra un nuevo récord en su endeudamiento con el Estado, el cual asciende a 52 mil 499 millones de euros.
Las autoridades catalanas que defienden la independencia han asegurado en diversas ocasiones que España les roba dinero, pero no se tiene en cuenta el costo de los servicios públicos que el Estado español presta a los catalanes desde fuera del territorio de Cataluña.
Entre ellos están embajadas y consulados, servicios centrales de la Agencia Tributaria y de la administración de Justicia o la mayor parte de la Defensa, y que una Cataluña independiente tendría que asumir y pagar.
En el libro "Las cuentos y los cuentos de la independencia catalana", firmado en coautoría con Joan Llorach, el expresidente del Parlamento Europeo, Josep Borrell, destacó que los costos de la transición hacia un nuevo Estado serían muy grandes y los beneficios, inciertos y a largo plazo.
"Sería ir a contracorriente de los intereses y las convicciones de grandes países europeos como Francia, Alemania e Italia, que no estarían dispuestos a sentar el precedente de una secesión de una región rica", sostuvo.
Consideró que teniendo en cuenta los lazos afectivos y económicos entre las dos riberas del Ebro, los problemas de la relación entre Cataluña y el resto de España pueden resolverse sin tener que recurrir a soluciones tan traumáticas como la separación.
Aseguró que soluciones de tipo federal como las aplicadas en Quebec, Massachusetts o Baviera presentan menos costos y más oportunidades, en un momento de la historia en que las relaciones entre los países han dejado de ser juegos de suma cero para convertirse en proyectos de integración creciente y prosperidad compartida.