El tatuaje ha acompañado a la humanidad desde hace siglos, pues en el año 1900, en la ciudad de Gebelein, Egipto, fueron halladas dos momias que datan de los años 3351 A.C. al 3017 A.C., con los tatuajes más antiguos hasta ahora encontrados.
Diego Baños Díaz relata que comenzó en este negocio hace nueve años, “antes del boom del tatuaje en México, por lo único que te preocupabas era por conseguir agujas y tinta”.
Ahora el tatuador tiene que acudir a la calle Donceles, en el Centro Histórico de la Ciudad de México, para comprar todo el material que es necesario para evitar cualquier complicación derivada de una mala práctica.
Dejar su arte plasmado en la piel de otros hizo que el tatuaje se volviera su pasión, recuerda cuando con 20 años tocó su primera máquina para tatuar, las manos le temblaban y sudaba, con una aguja de costura comenzó a inyectar la tinta en la mano de un amigo, la idea surgió después de estar una tarde dibujando.
Los estudios de tatuajes se han convertido en otro negocio común en las ciudades, pero también son frecuentes a la salida de alguna estación del metro o sobre un tianguis, sin tener en cuenta las mínimas medidas de sanidad necesarias para evitar contagios de enfermedades o infecciones en la piel.
El tiempo que ha invertido para perfeccionar su trabajo no puede medirlo, señala Diego Baños, “he dejado mi vida en el tatuaje, hay personas que tienen más de cien tatuajes míos y he tatuado a más de dos mil personas, pero en algunas ocasiones el número de tatuajes no es tan importante ya que un solo tatuaje puede cubrir gran parte del cuerpo”.
Tatuar había estado en su mente desde que era adolescente, pasaba su tiempo libre haciendo grafiti y en las calles conoció a tatuadores que después serían los que lo datarían de consejos y los materiales que necesitaba para trabajar.
Pero cuando alguien decide hacerse un tatuaje, es muy importante tener en cuenta las recomendaciones de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (COFEPRIS), entre ellas que el personal que labora en el establecimiento debe contar con su Tarjeta de Control Sanitario vigente emitida por esta dependencia.
Además de que las áreas e instalaciones del establecimiento tengan adecuadas condiciones de higiene y que los trabajos que se realicen en el establecimiento sean realizados con equipo y materiales esterilizados o desinfectados, dependiendo de su naturaleza.
"Las tintas deben tener en su etiqueta el número de lote, fecha de caducidad, etiquetado en español, que no estén caducadas y que el lugar se encuentre limpio y con un campo desinfectado".
La edad de los clientes que frecuentan a Diego Baños va desde los 16 hasta los 76, la mayoría de nacionalidad mexicana, y sin dudarlo ni un momento menciona que los hombres son los que más se quejan por el dolor.
“Cuando la piel ya está muy sensible después de unas horas de trabajo, se quitan y ya no lo dejan trabajar, en cambio una mujer sabe relajarse y consigue tolerar de una mejor manera la situación”, resalta.
Dentro de su casa tiene acondicionado el estudio donde trabaja, el precio por sesión depende del tamaño y el diseño, oscila entre los 500 y 1200 pesos, pero cuando un cliente no cuenta con el dinero suficiente para pagar puede llegar a un acuerdo, en una ocasión el costo total por tatuar todo un brazo fue cubierto con una moto.
Uno de sus objetivos a futuro es salir del país por medio de su trabajo, tiene claro que el resto de su vida se va a dedicar a realizar tatuajes y está intrigado por saber cuáles serán las nuevas técnicas ya que en pocos años se ha visto un gran cambio en máquinas, agujas, tintas y técnicas para realizarlos.