La Habana, noviembre (SEMlac).- Omara Durand Elías cree en los sueños, pero sobre todo en la perseverancia para conseguirlos. No se autodefine como una mujer valiente, pero cuando enumera el sacrificio que hacen las atletas para lograr sus metas, sin duda alguna refiere que hay que tener mucho coraje.
Así ha sido la vida de esta santiaguera, una mujer en situación de discapacidad visual que a sus casi 33 años, y como velocista de alto rendimiento, conquistó 11 medallas paralímpicas, todas de oro; otras 14 medallas doradas en Campeonatos del Mundo e impuso tres récords mundiales.
"Soy de las que pienso que soñar es maravilloso, hay muchos sueños que se hacen realidad", afirmó a SEMlac Durand Elías, quien considera que una persona con discapacidad puede hacer lo que quiera, pero el primer paso es aceptarse a sí misma tal y como es.
Madre y licenciada en Cultura Física, relató que el camino hacia sus resultados en el deporte comenzó en su amada Santiago de Cuba -provincia del oriente de la nación caribeña, a 874 kilómetros de La Habana- cuando a los siete años de edad su profesor de Educación Física, Reinaldo Cascaré Castillo, se percató de que ella tenía condiciones para el atletismo.
Entonces cursaba estudios en la escuela para niños ciegos y débiles visuales en el santiaguero poblado de Boniato, en su territorio. Allí, además de asignaturas como Matemática, Lengua Española e Historia, aprendió a arreglar la cama, bañarse, peinarse, coser, lavar, cocinar, fregar y otras habilidades que le permitirían no depender de otros en su vida diaria y que también la prepararon para su inserción en la enseñanza general.
"Estaba en octavo grado cuando empecé en la Escuela Superior de Perfeccionamiento Atlético (Espa) provincial, pero nunca había estudiado ni había tenido tanto roce con adolescentes sin ningún tipo de discapacidad. Ese fue el primer choque, y no exactamente por mí, sino porque estos niños no tienen incorporado en su vida -y muchísimas veces no saben- cómo lidiar con una persona en esa situación", comentó.
Acostumbrarse a las clases, en un ambiente donde todos los profesores no tenían en cuenta sus características, fue un desafío e incluso en un momento llegó a deprimirse, pues sus resultados académicos disminuyeron. Sin embargo, en la medida en que todos se fueron adaptando y comenzó a contar con el apoyo de sus compañeros de clases, la barrera fue superada.
"Ese momento fue un aprendizaje para todos", afirmó Durand, quien rememoró las amistades que llegaron y perduraron hasta la universidad, donde una de esas compañeras, incluso, le dictaba lo que los maestros escribían en la pizarra.
Omara Durand considera que para lograr lo que se desea no se puede ver a la discapacidad como un obstáculo. "Somos seres humanos y ya. Y un ser humano llega a donde quiere, siempre que se lo propone", enfatizó.
Señaló que es cierto que en el camino se tropieza con dificultades y, sobre todo, con personas que "tienen discapacidad en el corazón", que no aceptan a una persona en situación de discapacidad o que sienten que por esa razón no pueden hacer algo determinado.
"Cambiar la mente de un ser humano es difícil", valoró. Para ella, lo más importante es la manera en que la persona se ve a sí misma y la determinación con la cual persigue sus sueños.
En particular, Durand Elías refirió que desde sus inicios hasta la actualidad el deporte para personas en situación de discapacidad en el país ha evolucionado mucho, pero opinó que aún es posible mejorarlo.
"Necesitamos avanzar más y tenemos que volcarnos a hacer muchísimas cosas para que el deporte para personas con discapacidad en Cuba sea diverso, se puedan practicar más deportes, llevar más deportes paralímpicos a juegos multidisciplinarios, pero esto necesita de mucha disposición y de mucho trabajo", dijo.
Nace una campeona
Cuando era niña, Omara Durand no soñaba con ser campeona paralímpica ni mundial, ni recordista del mundo; sin embargo, con el tiempo, el atletismo se convirtió en su pasión. "Lo único que he hecho en toda mi vida ha sido correr", remarcó.
Su carrera deportiva ha estado llena de momentos brillantes, pero también de mucho aprendizaje y sacrificio.
La participación en los Juegos Paralímpicos de Beijing 2008 es para ella un momento triste, pues tenía una lesión y no llegó en forma óptima a la competencia, de manera que se fue sin medallas del evento.
"Eso causó dolor, frustraciones, pero también entendí que los atletas tenemos que ser responsables, disciplinados, aprendí cómo evitar una lesión, aunque a veces son inevitables", detalló.
"Beijing para mí fue una experiencia para que no se repitiera lo mismo en otra competencia y salí con mucha fuerza para seguir adelante en el deporte y con muchísimos deseos de alcanzar una medalla en otros Juegos Paralímpicos", recordó.
El triunfo llegó en Londres 2012, con dos medallas de oro, una en 100 y otra en 400 metros planos, y donde compitió sin saber que estaba embarazada.
"Decidí tener a mi bebé y no fue un obstáculo para nada ser atleta y mamá a la vez. Además, tuve el apoyo incondicional de mi mamá y mi esposo, que jugaron un papel súper importante para yo seguir adelante en el deporte. A los tres meses del parto me reincorporé y mis mejores resultados deportivos de toda la vida fueron después de haber sido madre. O sea, mi hija ha sido una bendición en todos los sentidos", reflexionó.
El proceso de la maternidad trajo consigo una revaluación en la clasificación visual, debido a la pérdida de visión, lo que significó que la ubicaran en la categoría T12 y comenzara a correr con un guía.
En la trayectoria de la deportista Omara Durand Elías ha sido medular la presencia de la entrenadora Míriam Ferrer. Ella la tomó de la mano cuando era una adolescente y la condujo en todos sus resultados deportivos, por lo cual la joven santiaguera considera que la profesora merece todos los halagos y reconocimientos.
Ferrer fue también la persona que llevó a Yuniol Kindelán a la vida de Durand, una vez que el colectivo técnico y ella decidieron correr con un guía. Kindelán había causado baja del equipo nacional de atletismo, corría 400 metros, pero la entrenadora consideró que tenía las cualidades para trabajar con la campeona y comenzaron juntos en 2015.
"Competimos por primera vez en un campeonato mundial en ese mismo año en Qatar y ahí fue donde empezamos a tener resultados súper relevantes. De hecho, en esa competencia alcanzamos tres medallas de oro en 100, 200 y 400 metros planos, incluso con récords mundiales. A partir de ese momento estuvimos trabajando juntos durante nueve años; nunca corrí con otro guía que no fuese Yuniol y él nunca ha corrido con otra atleta", comentó a SEMlac.
Añadió que son muy buenos amigos y crearon una hermandad para toda la vida. Gracias a nuestra amistad, a lo bien que siempre supimos lidiar el uno con el otro, es que llegamos tan lejos, valoró.
La deportista refirió no tener secretos para sus resultados, pero sí herramientas, como la disciplina y la perseverancia.
"Todos los días entrenaba con mucha fuerza de voluntad. Incluso, ya en los últimos tiempos la fuerza de voluntad se impuso muchísimo, porque entrenaba con muchas limitaciones, pues llegaron los achaques, las lesiones me golpeaban con más frecuencia y tuve que entrenar innumerables veces aguantando dolores para llegar a los Juegos Paralímpicos en mi mejor forma".
Recordó que bajar de peso luego de la maternidad y volver a fortalecer todos los planos musculares para regresar a los entrenamientos fue un reto grande, además de lactar y entrenar. También tener que dejar de amamantar a su niña o irse a una base de entrenamiento y dejarla pequeñita fueron procesos difíciles en los cuales, insistió, fue vital el apoyo de su mamá y su esposo.
Ser atleta y mujer
Experiencias como las de Durand Elías matizan la vida de las mujeres en el deporte, para quienes lidiar con cuestiones cotidianas, como el periodo menstrual, marcan muchas veces las diferencias.
"No podemos parar y psicológicamente tenemos que ser fuertes. Nosotros nos preparamos en el entrenamiento para un día específico, una hora específica, un minuto específico que no puede fallar, porque si falla ya pierdes todo el esfuerzo de años", dijo.
Los problemas familiares, la maternidad, todo debe quedar a un lado al momento de competir y para eso se requiere ser muy valiente, opinó Durand, quien en las pistas tiene como modelo a la cubana Ana Fidelia Quirot, pero en la vida tiene a su madre como referente. "Nunca nos dio un mal ejemplo. Ella no tenía cosas materiales que brindarnos, pero si nos inculcó muchos valores bonitos", dijo.
Ahora que se retiró del deporte activo desea superarse profesionalmente y seguir apoyando y colaborando con el deporte paralímpico. Se considera una mujer realizada y por eso no duda en alentar a las niñas que sueñan con ser atletas.
A todas las que están en escuelas de iniciación deportiva, a las niñas en situación de discapacidad: el deporte es una de las mayores fuentes de inclusión para cualquier ser humano, sostuvo.
Propónganse ser grandes, sueñen con ser grandes atletas y eso las va a llevar a ser fuertes, a sacrificarse y a conquistar lo que pudiera parecer imposible, afirmó.