Los investigadores mencionaron que al estudiar a niños pequeños descubrieron que debido a que poseen tendencias hacia el perfeccionismo y el autocontrol excesivo tienen el doble de probabilidades de desarrollar trastorno obsesivo compulsivo que los demás niños cuando llegan a la adolescencia.
Describieron que las imágenes por resonancia magnética tomadas como parte de la investigación revelaron que los perfeccionistas a menudo tenían volúmenes más pequeños de una estructura cerebral previamente vinculada al TOC.
En un comunicado emitido por la universidad, el primer autor del estudio, Kirsten E. Gilbert, detalló que los padres y la sociedad consideran que tener mucho autocontrol y esforzarse por la perfección es bueno porque pueden eliminar los errores, pero el autocontrol excesivo y el perfeccionismo levantan una bandera roja.
“En adolescentes y adultos, estas características se asocian con el TOC y otros trastornos, como la anorexia y la ansiedad social. Ahora hemos podido vincular esto con el riesgo de TOC en los niños”, resaltó.
El TOC es un trastorno crónico de la salud mental que a menudo involucra pensamientos incontrolables y recurrentes u obsesiones, como el miedo a los gérmenes o la necesidad de tener cosas en perfecto orden.
Así como comportamientos que una persona siente la necesidad de repetir una y otra vez, como lavado a mano, conteo compulsivo o comprobando repetidamente si las puertas están bloqueadas.
El investigador manifestó que es importante identificar el trastorno lo antes posible porque la afección con frecuencia es crónica y reaparece durante toda la vida.
Añadió que en caso de identificar niños muy pequeños en riesgo, puede ser posible intervenir antes para prevenir o al menos atenuar la intensidad de las obsesiones y compulsiones relacionadas con el TOC.
En el estudio participaron 292 niños de cuatro y cinco años; en los siguientes 12 años, 35 niños desarrollaron TOC.
Entre los niños que los investigadores determinaron que ejercían un autocontrol y perfeccionismo excesivos, un diagnóstico de TOC era dos veces más probable que entre aquellos a quienes no les importaba tanto realizar una tarea de manera absolutamente correcta.
El investigador junto a su equipo evaluaron el comportamiento de los niños en videos de los intentos de dibujar círculos perfectos y calificaron la intensidad de la supervisión del rendimiento de un niño cuando el joven intentó hacer un mejor trabajo.
Por su parte, la investigadora principal, Joan L. Luby, destacó que en sus formas más graves, el TOC es un trastorno altamente incapacitante e intratable.
“Por lo tanto, esta primera identificación de comportamientos de riesgo tangibles en la primera infancia abre nuevas oportunidades emocionantes para el diseño de intervenciones preventivas”, aseguró.
A medida que los niños crecían, 152 de ellos tenían una serie de tres escáneres cerebrales por resonancia magnética durante los siguientes 10 a 12 años.
Por lo que aquellos que se comportaron como perfeccionistas durante la tarea del círculo también tenían volúmenes más pequeños de una estructura cerebral llamada corteza cingulada anterior, una característica anatómica en el cerebro que previamente se ha relacionado con el TOC en adultos.
Los problemas que subyacen a los pensamientos obsesivos y las conductas compulsivas en el TOC son un déficit en el control cognitivo; para tratar este trastorno se medican fármacos y psicoterapia, en caso de no tratarla puede ser crónica y grave.