Científicos de la Escuela de Optometría Rosenberg de la Universidad del Verbo Encarnado en San Antonio, Texas, llevaron a cabo un ensayo clínico cruzado aleatorizado para comparar los efectos a corto plazo del consumo de chocolate negro con los que provoca el chocolate con leche.
El consumo de chocolate amargo puede mejorar el flujo sanguíneo, el estado de ánimo y la cognición a corto plazo, pero se sabe poco acerca de sus posibles efectos sobre la visión.
Para el estudio, los investigadores reclutaron a 30 voluntarios adultos (nueve hombres y 21 mujeres) de mediana edad (promedio de 26 años) sin enfermedad ocular patológica alguna, a quienes se pidió consumir barras de las dos presentaciones de chocolate en sesiones separadas.
Las pruebas se llevaron a cabo en las instalaciones de la Escuela de Optometría Rosenberg del 25 de junio al 15 de agosto de 2017, y para evaluar los resultados los científicos utilizaron comparaciones entre pares.
Los resultados mostraron pequeñas mejoras en la agudeza visual y la sensibilidad al contraste de letras grandes y un progreso ligeramente mayor en los caracteres pequeños, después del consumo de chocolate oscuro en comparación con el de chocolate con leche.
La agudeza visual y la sensibilidad de contraste fueron significativamente mayores dos horas después del consumo del chocolate amargo, aunque la duración de estos efectos y su influencia en el desempeño real requieren de nuevas pruebas, indican los científicos en un artículo de la revista JAMA Ophthalmology.
“Entre los 30 participantes, la sensibilidad al contraste de letras pequeñas fue significativamente mayor después del consumo de chocolate negro frente a chocolate con leche”, explican el doctor Jeff Rabin y sus colegas en la investigación.
“Los ensayos clínicos aleatorizados permiten hacer las inferencias más fuertes sobre el verdadero efecto de una intervención, como un medicamento o un procedimiento”, señalan.
Los investigadores concluyeron que el consumo de una barra de chocolate negro disponible en el mercado mejora la capacidad de ver objetivos de bajo y alto contraste, posiblemente debido al aumento del flujo sanguíneo, pero la relevancia funcional de estas mejoras leves aún no se ha determinado.