Cumaru (Brasil), 15 sep (EFE).- Los carteles con la imagen del presidente brasileño, Jair Bolsonaro, surgen en las fachadas de varias viviendas humildes en Cumaru, Pernambuco, uno de los municipios más beneficiados por los nuevos y polémicos subsidios a los pobres concedidos por el Gobierno en plena campaña electoral.
La irrupción del mandatario en la empobrecida zona rural del noreste de Brasil es toda una novedad, puesto que hasta hace muy poco esta región era un reducto del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, quien nació precisamente en el interior de Pernambuco y es el máximo rival de Bolsonaro en las elecciones del próximo 2 de octubre.
Cumaru es un buen ejemplo de la fuerza de Lula en la región: en las elecciones de 2018, Fernando Haddad, el candidato apoyado por Lula, obtuvo el 78,9 % de los votos, frente al 21,11 % de Bolsonaro, pero ahora, el líder de la ultraderecha parece haberse abierto un hueco, en parte gracias al efecto de las nuevas ayudas sociales.
UNOS SUBSIDIOS ESENCIALES PARA LOS POBRES
"Para nuestra gente es muy importante la ayuda del Gobierno, principalmente para comer", afirma a Efe Renato José da Silva, líder del asentamiento Boa Esperança, una comunidad rural dependiente de Cumaru donde 33 familias viven de unos pocos cultivos que brotan de la tierra semiárida, de la avicultura y del ganado caprino.
Da Silva se refiere al Auxilio Brasil, el principal programa gubernamental de ayudas sociales, que pocos días antes del comienzo de la campaña electoral tuvo un incremento del 50 % de su valor, llegando hasta los 600 reales (unos 115 dólares) por familia.
Para burlar la ley electoral, que prohíbe la concesión de nuevas ayudas sociales en años electorales, el oficialismo tuvo que aprobar una enmienda constitucional y declarar el estado de emergencia, amparándose en la alta inflación, que ronda el 10 % anual.
Y Cumaru fue una de las localidades más beneficiadas del aumento de las ayudas, puesto que desde este municipio se recibieron solicitudes para atender a 12.600 personas, de un total de entre 16.000 y 17.000 habitantes que viven en la localidad.
"El Auxilio Brasil ya ayudó bastante, y ahora mucho más con ese aumento, a nosotras las mujeres de aquí del asentamiento", señala Selma de Albuqerque, 45 años, quien usa parte del subsidio para comprar medicamentos a su madre y para aumentar el pequeño rebaño de cabras.
Selma rechaza revelar el sentido de su voto, un silencio que se repite en otros puntos de Cumaru, en especial en las casas decoradas con afiches de Bolsonaro.
UNOS SUBSIDIOS POLÉMICOS
Da Silva, el líder comunitario, dice que muchas personas en la región van a votar por el caudillo de la ultraderecha por miedo a perder los subsidios, a pesar de que tanto Bolsonaro como Lula han prometido la continuidad de las ayudas.
"En las elecciones de 2018 había rumores de que Bolsonaro iba a acabar con el (programa social) Bolsa Familia. Las personas tuvieron miedo, pero no fue así. Y por eso, a pesar de la mayoría ser fiel a Lula, muchos van a votar por Bolsonaro", asevera Da Silva.
No es el caso de Neuza Soares, de 33 años, quien sigue siendo una electora declarada de los "partidos de izquierda", como el Partido de los Trabajadores de Lula, que impulsó la creación del Bolsa Familia.
Desde una ventana de madera sin vidrios, Neuza cuenta que con el subsidio, su familia consiguió adquirir materiales de construcción para cambiar la letrina por un inodoro y para adecuar el gallinero.
Ahora esperan comprar una vaca para tener leche para sus tres hijos pequeños.
"Con la leche a diez reales (unos dos dólares) es mejor intentar comprar una vaca. La leche se volvió en Brasil un artículo de lujo", lamenta la ama de casa.
Según las encuestas más recientes, desde el pasado mayo Bolsonaro ha conseguido avanzar seis puntos en la intención de voto en la población con renta de hasta dos salarios mínimos, llegando al 26 % de esta franja del electorado, una de las más numerosas del país.
En el conjunto del electorado, Bolsonaro sigue en franca desventaja frente a Lula, quien lidera las encuestas con entre 11 y 15 puntos de ventaja a tres semanas de la primera vuelta de las elecciones.