Lima, 15 feb (EFE).- Hace treinta años, un 15 de febrero de 1992, un comando de Sendero Luminoso asesinó a balazos y dinamitó el cuerpo de la dirigente social María Elena Moyano, la "madre coraje" de Perú, cuyo legado permanece intacto en un país al que aún le escuecen las heridas que sembró el terrorismo.
Era sábado y María Elena, de 33 años, había asistido a una fiesta vecinal en su humilde distrito de Villa El Salvador, en el sur de Lima, pese a que los terroristas ya hacía tiempo que enfilaban constantes calumnias y amenazas en su contra.
Pocos minutos después de las 6.30 de la tarde, militantes de Sendero llegaron hasta el lugar y le dispararon enfrente de sus dos hijos pequeños, en el pecho y la cabeza. Luego arrastraron su cuerpo y colocaron kilos de dinamita para hacerlo explotar en el exterior del local donde se celebraba el evento.
"Perderla de esa manera fue muy cruel y nos preguntamos todo el tiempo por qué hemos soportado eso, por qué no lo paramos, y a veces te juro que no encuentro respuestas", declaró a Efe su hermana Martha Moyano, actual congresista por el partido fujimorista Fuerza Popular.
A pesar del paso del tiempo, Martha admitió que la tragedia "todavía duele", aunque enfatizó que "la balearán, la dinamitarán, pero no podrán matarla".
El día anterior a su asesinato, María Elena, conocida popularmente como la "madre coraje", había liderado una marcha por la paz que hacía frente a una paralización convocada por Sendero.
Sin saberlo, aquella sería la última de sus reiteradas acciones públicas en defensa de la justicia social, los derechos de las mujeres y en contra del grupo de inspiración maoísta que durante las últimas dos décadas del siglo pasado sembró muerte y desolación en Perú y también acabó atentando contra su vida.
Moyano nació en noviembre de 1958 en el seno de una familia afroperuana de siete hermanos. A los 12 años, se mudó del distrito limeño de Barranco hacia el naciente barrio de Villa El Salvador, cuando este no era más que un gran terreno arenoso, sin elementos básicos como agua corriente y luz, donde los emigrantes del interior del país llegaban en busca de un futuro mejor.
Fue una persona anónima hasta mediados de la década de 1980, cuando el país estaba sumido en una profunda crisis económica y un conflicto armado interno que dejó más de 69.000 muertos, la mayoría a manos de Sendero, según datos de la Comisión de la Verdad (CVR).
En la época, las mujeres de los barrios populares tomaron las riendas de programas masivos destinados a salvar a sus familias de la hambruna, como los comedores populares o los vasos de leche.
En 1984, fue elegida presidenta de la Federación Popular de Mujeres de Villa El Salvador y cinco años después se convirtió en teniente alcaldesa de su distrito por el partido Izquierda Unida.
Así, la activista hizo de la lucha por la supervivencia una demanda política y propuso desde su propio partido la disputa a Sendero, convencida de la necesidad de confrontar al grupo terrorista de manera "directa y abierta" en el espacio político.
"Era estratégicamente muy política y muy valiente, también", declaró a Efe la secretaria ejecutiva de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos (CNDDHH), Jennie Dador, quien coincidió con Martha en que María Elena fue una mujer que "se adelantó a su tiempo".
"Luchaba por la paz, la justicia social, luchaba para que erradiquemos la peor violencia que vivió el ser humano", aseguró la hermana.
Incluso antes de su llegada a la política, María Elena ya era un estorbo para los senderistas, quienes encontraron en los dirigentes sociales la mayor resistencia para controlar los barrios populares, en los que querían infiltrarse para cercar la capital peruana.
La tomaron como paradigma que había que destruir y lo hicieron perpetrando un crimen cruel que solo anunciaba terror.
"Yo digo que, por desgracia, María Elena se inmoló para que, al final de cuentas, en el mundo sepan que en el Perú hubo terrorismo (...), hubo un grupo de desalmados asesinos dirigidos por Abimael Guzmán que se dedicaron a matar", sentenció la congresista sobre el fundador y líder de Sendero, quien murió en septiembre del año pasado, tras permanecer casi 30 años en prisión.
Aunque el senderismo como amenaza al Estado es actualmente cosa del pasado, para Martha Moyano "militarmente se le combatió, pero ideológicamente aún no".
En ese sentido, la congresista mencionó los presuntos vínculos de algunos personajes cercanos al Gobierno del actual presidente, Pedro Castillo, con el Movimiento por Amnistía y Derechos Fundamentales (Movadef), el brazo político de Sendero.
Dador consideró, por su parte, que el asesinato de la "madre coraje" también trajo un mensaje claro para todas las mujeres del país, que recién en 1979 habían logrado la igualdad de género en derechos políticos.
"Fue para decir algo similar a lo que decimos ahora de 'tocan a una, nos tocan a todas'. (...) No te diría que volvimos a la casa (las mujeres), pero casi", aseguró Dador, quien lamentó que, tres décadas después, el actual Gobierno solo cuente con tres mujeres en los 18 ministerios que lo integran.
"Es muy triste. Entonces dices, ¿dónde quedan sus legados?", se preguntó.