Yahurabila (Honduras), 13 jun (EFE).- Durante mucho tiempo los pescadores indígenas miskitas de Yahurabila ganaban poco e incluso perdían, después de cada faena, por problemas con la electricidad para conservar los peces que capturaban en la laguna de Caratasca. Pero, la energía solar y varios proyectos de sostenibilidad llegaron para transformar la situación de esa empobrecida y apartada región del Caribe de Honduras.
El panorama comenzó a cambiar para los miembros de la Asociación de Pescadores de Medusa y Escama de Caratasca, en el departamento Gracias a Dios, con la instalación, en marzo pasado, de un sistema de paneles solares con sus respectivas baterías, un espacio para limpiar el pescado y un cuarto frío para su conservación.
Kenia Bismarck Guerrero, secretaria de la asociación, recuerda que antes solo disponían de congeladores que funcionaban con un generador eléctrico, lo que implicaba un alto coste por el consumo de combustible y, en algunos casos, ante la falta del fluido por imprevistos, incluso perdían una buena parte del producto.
"Ahora tenemos nuestro centro de acopio y las herramientas de trabajo que hemos adquirido por medio de Ayuda en Acción", explica a EFE Bernaldo Tropp Bismarck, uno de los directivos de la asociación, al señalar que dentro de poco dispondrán de una cerca perimetral, un tanque de agua con filtro y un pequeño muelle en la laguna.
LA PESCA ARTESANAL, ESTRATÉGICA
En la zona de Caratasca, la ONG española Ayuda en Acción implementa el "Proyecto Mejorando los Medios de Subsistencia de los Pueblos Indígenas Miskitos", que desde 2021 apoya el Banco Mundial a través de financiación proporcionada por el Fondo de Desarrollo Social de Japón y beneficia a miles de habitantes del departamento Gracias a Dios, el segundo más grande de Honduras y una de las regiones más pobres del país.
El departamento de Gracias a Dios, territorio conocido en gran parte como la Mosquitia, de unos 17.000 kilómetros cuadrados y que colinda con Nicaragua, acoge cuatro de los pueblos indígenas y afrodescendientes del país (tawacas, pechs, garífunas y miskitos).
En esa región, el acceso es difícil: a muchas de sus comunidades solo se puede llegar por aire o navegando por mar y los ríos que lo cruzan, debido al terreno pantanoso.
En estas condiciones, gran parte de sus habitantes subsisten de la pesca artesanal, por lo que la solución de energía solar representa un alivio para muchas familias de pescadores.
La adquisición de paneles ha garantizado, por ejemplo, a los integrantes de la Asociación de Pescadores de Medusa y Escama de Caratasca, 18 mujeres y 19 hombres, un eficiente sistema en frío para congelar el producto que pescan, compran cada día o venden en su zona de influencia en Gracias a Dios.
UN MERCADO “BAJO TECHO”
El proyecto del Banco Mundial también apoya a la Asociación de Productores Agrícolas y Artesanos de la Muskitia Hondureña, en Puerto Lempira, la cabecera de Gracias a Dios.
Esa asociación aglutina a unas 600 personas, entre miembros y socios, de 16 comunidades, dice su presidenta, Nelhy Sudia Daniel.
Antes de conocer a Ayuda en Acción, los miembros de la asociación traían sus productos para venderlos en un improvisado mercado en el que sufrían las inclemencias del sol y la lluvia.
Pero con el apoyo recibido, la asociación creó un Centro de Desarrollo Empresarial mediante el cual construyeron un mercado bajo techo para vender granos básicos, frutas, verduras y aceites, entre otros productos.
Debido al crecimiento que han tenido, actualmente están construyendo una segunda ala del mercado, con espacios individuales para la venta de pescado, mariscos, carnes y lácteos, cuenta Daniel.
MUJERES ENCABEZAN HUERTOS INTEGRALES Y GASTRONOMÍA
La vida también está mejorando en la aldea Salto, jurisdicción de Mocorón, en el centro de Gracias a Dios, con un proyecto de huertos integrales que, en su primera fase, que finalizó el 25 de mayo con una feria miskita, incluyó la formación gastronómica de excelentes cocineras.
El proyecto lo coordina Norma Isabel Love, directora de la Asociación Norma I Love, escogida por Ayuda en Acción, en Mocorón.
A las mujeres favorecidas en la aldea también les han hecho junto a su casa un gallinero con cinco gallinas y un gallo, para que consuman sus propios huevos y además puedan criar más aves para mejorar su alimentación e incluso vender.
Sobre los proyectos, el director de Ayuda en Acción en Tegucigalpa, Roberto Bussi, indicó que cada uno es "manejado por la comunidad, lo cual refleja un nivel de apropiación y empoderamiento de la base social y económica de las comunidades".
Bussi destacó que se trata de un proyecto en el que "el rol de la mujer es muy marcado y donde dos tercios son mujeres que han logrado apropiarse de los procesos de desarrollo comunitario, familiar y económico".