“No hay nada más difícil que la paz y queremos lograr la paz en todo el mundo y ustedes son un gran ejemplo”, le dijo el mandatario estadunidense a su homólogo colombiano en la rueda de prensa al final del encuentro entre ambos jefes de Estado en la Casa Blanca.
Santos expresó su felicidad con una amplia sonrisa, pues para la Casa de Nariño este fue el mejor espaldarazo que haya dado Trump a la paz de Colombia, que aún está en un mar de incertidumbres internas a menos de una semana de cumplirse el plazo para que la guerrilla de las FARC entreguen las armas.
Mientras Santos estaba en Washington explicando el Acuerdo de Paz, en Bogotá la oposición de derecha seguía con sus intenciones de “volver trizas” el pacto de paz firmado con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en noviembre pasado, que puso fin a 52 años de confrontación interna.
A estas voces extremistas se sumó un falló de la Corte Constitucional que abrío la posibilidad de que los Acuerdo de Paz puedan modificarse en el seno del Congreso, lo que prendió las alarmas en la dirigencia de las FARC, que convocaron a asambleas permanentes de sus combatientes en los centros de concentración para la dejación de las armas.
"Las FARC de inmediato exigieron que el presidente Santos tomará una posición frente a la decisión de la Corte Constitucional, y propusieron ampliar el plazo de entrega de armas, previsto para este 31 de mayo".
A la decisión de la Corte Constitucional surgió la oposición del partido oficialista Cambio Radical, a la reforma política electoral, para permitir el tránsito de las FARC en movimiento político legal, una vez dejen las armas.
En el proyecto de reforma electoral se propone que en las listas para el Congreso para los próximas elecciones, los partidos las presenten de forma cerrada, lo que fue rechazado de forma contundente por Cambio Radical, que es el movimiento del ex vicepresidente Germán Vargas Lleras, y actual candidato presidencial de dicha colectividad.
La posición de Cambio Radical, que es un sector de centro derecha, que integra la coalición de gobierno en los dos periodos de Santos (2010-2014-2018), indica que esta colectividad empieza a desmarcarse de Santos para entrar en la ruta electoral.
Una oposición de derecha que afina su estrategia electoral, un fallo de la Corte Constitucional, que le puso “palos a la rueda” a la implementación de los Acuerdo de Paz con las FARC, fueron los hechos que marcaron la semana en la que Santos estaba en Estados Unidos.
De ahí la importancia para el gobierno de Santos y para las propias FARC de que Trump haya expresado de forma categórica su respaldo a la paz de Colombia.
Además de que haya puesto al país como ejemplo para el mundo, a pesar del lobby previo que hicieron en Estados Unidos, los sectores de la derecha colombiana, encabezada por los expresidentes Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) y Andrés Pastrana (1998-2002).
En entrevistas a medios colombianos, Santos dijo que se sintió muy cómodo con su visita a la Casa Blanca y agregó que “el presidente Trump ratificó su apoyo a la paz y al posconflicto y ese apoyo es muy importante ahora que mucha gente había especulado que ese espaldarazo estaba en tela de juicio. Yo salgo muy satisfecho de esta visita.
Pero además de los temas de paz y narcotráfico, que eran y son de interés de la administración Trump, Santos logró poner sobre la mesa ampliar el comercio, turismo e inversión que son sectores claves en la fase del post-conflicto, y empezar de esta forma a “desnarcotizar” la relación bilateral con Washington.
Al analizar en su columna de este sábado la visita de Santos a Estados Unidos, la politóloga Adriana La Torre señaló que “tratar de desnarcotizar la relación ha sido un esfuerzo grande de los últimos años y es fundamental que no perdamos el terreno ganado”.
“Las visitas de presidentes colombianos a otros países-comentó La Torre no tienen buen rating en el mercado doméstico, pero haber abierto esa ventana de diálogo con la nueva administración estadunidense fue oportuno y necesario”.
Sin embargo, advirtió, “nada garantiza que no volvamos a ser encuadrados como país problema al que hay que aplicar una política de contención y no de cooperación, pero todo lo que se haga para mantener los canales abiertos y para que la narrativa alrededor de Colombia no esté cargada de distorsiones es válido y es justo”.