Santo Domingo, 21 enero (SEMlac).- Con el lema "El abuso infantil no da risa", decenas de payasos y magos participan en una caminata, iniciada este 16 de enero desde el Monumento a la Restauración, en Santiago, provincia ubicada a unas dos horas de la capital, en un recorrido que pretenden concluir el próximo 21 en Higüey, ciudad capital de la provincia La Altagracia, aproximadamente a 145 kilómetros al este de Santo Domingo.
Justamente allí se erige la Basílica de Nuestra Señora de la Altagracia, patrona de esta nación, a quien el pueblo dominicano rinde homenaje cada 21 de enero, día en que fue traída por misioneros españoles en el siglo XV.
Apoyados por diversos sectores de la población, los artistas dedicados al espectáculo del entretenimiento y las risas realizan esta marcha de aproximadamente 319 kilómetros, con el objetivo de hacer un llamado a las autoridades sobre la violencia que sufre la población infantil dominicana.
El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) apoya la caminata, organizada por la Unión Nacional de Payasos Dominicanos (Unapadon) y la Asociación de Payasos Dominicanos (Asopado), y convocó a la prensa nacional e internacional a dar cobertura a dicha iniciativa, de la cual su principal motivador, Joan Martínez (Payamín), dijo: "Queremos llamar la atención ante esta problemática y crear conciencia que es lo más importante".
Se prevé que, a su llegada a Higüey, los payasos peregrinos realicen un espectáculo infantil para la Fundación Un Mundo Mejor, dedicado a niñas y niños desamparados. Martínez (Payamín) explicó que "Caminado por una sonrisa", tal y como denominan la jornada, cuenta con una plataforma organizativa que incluye, además de a Unapadon y Asopado, a una delegación internacional de médicos.
"No solo estamos para hacer reír con chistes y ocurrencias. Somos también padres y entes sociales preocupados por la degradación de ver niños abusados, menores que andan en las calles y son víctimas de la explotación", expresó Martínez.
Denuncias
Artículos, notas y reportajes publicados en la prensa nacional han expuesto inconcebibles casos de abusos y explotación sexual a menores dominicanos.
Las cifras muestran un preocupante incremento, tanto por la participación de extranjeros que la fomentan en el país, como las sucedidas en hogares del territorio nacional, donde los incestos aumentaron en 2017 más de 239 por ciento en relación con el año anterior, de acuerdo con el Informe Preliminar Violencia de Género, Intrafamiliar y Delitos Sexuales de la Procuraduría General de la República.
En 2017 hubo 401 denuncias por esa causa, superior a las 168 del período anterior. Todo ello sin obviar los casos no reportados, sobre todo si se tiene en cuenta que el incesto significa la relación sexual entre personas de una misma familia y no pueden casarse por ley.
Igualmente abarca la relación sexual entre un padrastro e hijastros, hecho que en muchas ocasiones se guarda como "secreto" de la familia por razones múltiples, incluidas posibles represalias del violador; "vergüenza" por la manera en que la sociedad les juzgará y también por el sentido de protección de la víctima, que de muchas maneras cargará aún más los traumas que afectarán sus vidas.
La forma de maltrato más difícil de aceptar
Un artículo publicado en El Caribe, el pasado 30 de septiembre, escrito por Anyeline López, denomina el abuso sexual en la infancia y en la adolescencia como "la forma de maltrato más difícil de aceptar, de reconocer y de diagnosticar".
López reflexiona sobre las estimaciones de la Organización Mundial para la Salud, en cuyo contenido se menciona que una de cada cinco niñas y uno de cada 13 niños son abusados sexualmente antes de los 18 años.
Unos seis millones de menores en Latinoamérica sufren abusos severos, incluyendo abandono, y 80.000 mueren anualmente por el maltrato de sus padres.
En la República Dominicana el castigo corporal a niños, niñas y adolescentes se considera práctica disciplinaria aprobada en hogares y escuelas. La Enhogar 2006 (Encuesta Nacional de Hogares de Propósitos Múltiples) reveló que 83 por ciento de los menores entre dos y 14 años recibe castigo físico o sicológico en sus hogares, aun cuando existe la Ley No.136-03, que crea el Código para el Sistema de Protección y los Derechos Fundamentales de Niños, Niñas y Adolescentes.
Ojalá esta manifestación de payasos y magos tenga la magia de calar hondo en las conciencias de quienes tienen que velar para que esas sonrisas invaluables no se pierdan en la tenebrosidad de tanta violencia que vive el país. (Mercedes Alonso)