Oaxaca de Juárez, México, mayo (SEMlac).- (depositphotos) Florencia, Regina, Catalina, Lola y Alma son apenas un ejemplo de las decenas de madres e hijas que paulatinamente han cambiado su destino, pues no están limitadas únicamente a asuntos propios de su género, también buscan eliminar los prejuicios que existen en torno al cultivo, cosecha y uso del cannabis.
Además, su participación en esta labor no está únicamente limitada al cuidado de la planta, también asisten a seminarios y conferencias donde comparten los conocimientos transmitidos por sus ancestras, al tiempo de dignificar y reivindicar los derechos humanos de los pueblos y comunidades indígenas.
Ahora están en plena expansión, luego de 10 años de trabajo, conformaron la Asociación Indígena de Productores de Cannabis (AIPC), con el sello de una sociedad de producción rural y buscan promover la productividad e inducir procesos de calidad y de responsabilidad social en las micros, pequeñas y medianas empresas para así contribuir al mejoramiento de la calidad de vida, social y económica de las familias del campo.
"Vengo de una familia que, como muchas, siempre han sido campesinas y campesinos; hemos vivido del trabajo con la tierra y hemos mantenido la herencia de nuestras ancestras, cultivando en asociación, el maíz, el frijol, la calabaza, el miltomate y el maguey", contó Lola Morales, originaria de Santiago Matatlán y madre de tres hijos.
"De mi abuela y madre aprendí a cultivar una relación muy íntima con lo espiritual; el uso de las plantas medicinales; el cannabis, entre otras" son testimonio de su sabiduría transmitida por sus antepasados.
"Ellas son las médicas tradicionales de la familia y de otras más, sus conocimientos y saberes han ayudado a muchas personas en su proceso de sanación de cuerpo y alma", dijo.
Al igual que sus compañeras de trabajo, las mujeres zapotecas de Rancho San Felipe, Santiago Matatlán, población de la región de los Valles Centrales, alternan sus tareas del hogar y productoras de mezcal, por el dominio del invernadero, que ellas mismas levantaron, con sus brazos morenos y fuertes.
Como parte del grupo, Regina Hernández López, productora e integrante de AIPC, junto con su mamá, Florencia, se sienten orgullosas de ser mujeres productoras del cannabis (CBD), en un ambiente controlado (invernadero) y libre de agroquímicos.
"Hemos sido selectoras y productoras, entendiendo siempre a la naturaleza, manteniendo nuestro suelo libre de químicos, que todo el producto medicinal sea siempre con producto orgánico", afirmó.
Regina, con 26 años de edad, decidió cambiar el escenario de su vida al que, por este rumbo de Oaxaca, el uso y costumbre obliga al matrimonio y maternidad temprana, se enfila con otras mujeres a sobresalir empoderadas para seguir transformando la industria del cannabis, hacerla cada vez más sostenible, equitativa y reconocida.
"Nuestra intención en este mercado es hacer productos medicinales para mejorar la salud de cada una de las personas que lo necesitan, obtener de esta planta miles de utilidades: fibra, papel, medicina, entre otras aplicaciones", apuntó.
"Esto sería una revolución natural en el cannabis, defendiendo esta planta de la estigmatización que se ha construido a falta de información y educación. Esta planta siempre fue utilizada como medicina local para curar el dolor crónico, el tratamiento para la ansiedad y otras enfermedades, usando el cannabinoide CBD; se trata de un compuesto natural", expuso.
Ahora, Florencia, Regina, Catalina, Lola y Alma, de Santiago Matatlán, con las mujeres de las comunidades de Yaxe; La Pe; Chichicapam; El Tepejuaje, entre otras, con el acompañamiento técnico y asesoría legal se encaminan a demandar el permiso, para poder comercializar los productos del cannabis por sus beneficios medicinales, que va más allá de lo lúdico.