México, febrero (SEMlac).- La tasa de participación laboral de las mujeres en América Latina sigue estancada en torno al 50 por ciento (mientras que la de los hombres es de 74,4 %), es decir, la mitad de las mujeres de la región no tiene un vínculo con el mercado laboral.
La participación política de las mujeres en los parlamentos nacionales ha presentado un alza sostenida a lo largo de las últimas décadas; sin embargo, ellas solamente ocupan en promedio el 31 por ciento de los escaños en la región.
Durante 2018, al menos 3.800 mujeres habían sido víctimas de feminicidio en América Latina y el Caribe, planteó Alicia Bárcena, secretaria general de la CEPAL, durante la inauguración de la XIV Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe, celebrada en Chile.
Si bien los países han avanzado en la adopción de marcos normativos para prevenir, sancionar y erradicar la violencia de género, no se cuenta con los recursos y la institucionalidad necesarios para garantizar su efectiva aplicación.
Por ello señaló que para lograr la igualdad de género en la región es indispensable desatar los nudos estructurales de la desigualdad, propiciar la autonomía de las mujeres en el actual contexto económico regional y transformar los privilegios en derechos.
Precisó que la igualdad es el valor ético que debe guiar las estrategias de desarrollo, y cuando hablamos de igualdad de género nos referimos a la igualdad en el acceso al poder, a los recursos y en el uso del tiempo.
Reconoció que los motores y niveles de crecimiento de la región no han sido suficientes para crear las condiciones favorables a fin de lograr mayor autonomía económica de las mujeres y superar las brechas de género en el mercado laboral, por lo que exhortó a los gobiernos y a la sociedad civil de América Latina y el Caribe a unir esfuerzos, a no bajar la guardia y a evitar retrocesos.
Ante las autoridades y funcionarios, destacó la importancia de la Reunión Regional como un foro político que ha generado políticas públicas que se están llevando a cabo en varios países, por lo que se trata de urgir por cambios que pongan a la igualdad en el centro, que contribuyan al cierre de las brechas productivas en el camino y que traigan a la política de vuelta ese instrumento para construir pactos sociales inclusivos.
Nuestro trabajo no solo rinde frutos a los incansables esfuerzos de las diferentes generaciones de las mujeres que han luchado por la igualdad, sino que abonan al presente con nuevos diálogos, nuevas agendas que permiten la evolución social de la democracia real.
La brecha salarial en la región, dijo, sigue siendo pronunciada y, paradojalmente, se acentúa en las mujeres con mayores años de estudio.
Por parte del país anfitrión, Chile, participaron Isabel Pla, ministra de la Mujer y la Equidad de Género, y Carolina Valdivia, subsecretaria de Relaciones Exteriores, quienes señalaron el honor y el desafío de recibir a las representantes de los países de la región, para compartir experiencias fortalecer los esfuerzos para promover la autonomía y empoderamiento de la mujer.
Ante la vulnerabilidad de los ciclos económicos, los flujos migratorios, la revolución digital, el cambio climático, los cambios demográficos, todos factores que dificultan la superación de la discriminación y que afectan principalmente a mujeres y niñas".
Mariella Mazzotti, directora del Instituto Nacional de las Mujeres (INMUJERES) de Uruguay, considero importante que la agenda regional de género se retroalimente, asuma los nuevos desafíos, se enriquezca con la experiencia de cada uno de los países y con la reflexión de la investigación, de la academia, de los aportes, particularmente de la CEPAL.
Destacó la importancia de "La Estrategia de Montevideo" que aprobamos en 2016, es un instrumento que reconoce la desigualdad como un problema estructural de nuestros países, apuntó.
El encuentro, organizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) con apoyo de la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de las Mujeres (ONU Mujeres), se realizó hasta el 31 de enero en Santiago, Chile, con el tema principal de la autonomía de las mujeres en escenarios económicos cambiantes.