Cremación de rey Bhumibol abre paso a nueva era política en Tailandia

29 de Octubre de 2017
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Bangkok, 29 Oct (Notimex).- El funeral del rey de Tailandia, Bhumibol Adulyadej, también conocido como Rama IX, pone fin a un largo y sentido año de luto.

La junta militar que está en el gobierno destinó una cifra faraónica para el funeral del hombre considerado "el faro de la estabilidad” de este país del sudeste asiático, unos 90 millones de dólares.

Su cremación, mediante el rito budista, ha dado inicio a la era de Maha Vajiralongkorn, o Rama X, hijo del difunto rey.

El 26 de octubre miles y miles de devotos, todos vestidos de riguroso negro, derramaron ríos de lágrimas y rindieron homenaje al carruaje que, con un peso de 13 toneladas y tirado por 200 hombres, transportaba a su exsoberano hasta el crematorio de Sanam Luang, la enorme plaza adyacente al Gran Palacio Real.

Bhumibol Adulyadej, que durante sus más de siete décadas de reinado fue venerado como un semidiós, fue el monarca que más tiempo gobernó en el mundo.

El rey Maha Vajiralongkorn asistió a la ceremonia en el crematorio, una estructura dorada de tres plantas alrededor de 50 metros de altura que representa el Monte Meru, el centro del universo en la cosmología budista e hindú.

Es aquí donde la tradición quiere que reposen los soberanos tailandeses después de la muerte. Durante casi un año, los mejores artesanos tailandeses trabajaron día y noche para construirlo. Espectáculos con títeres, bailes y conciertos fueron el marco de la cremación.

El acceso de los medios de comunicación era muy limitado para evitar la superposición de cámaras, cámaras de vídeo, luces, flashes y cables, que podía alterar el carácter sagrado del momento.



El sol y las repentinas lluvias no consiguieron hacer desistir a una marea negra -los devotos súbditos vestidos de luto- de asistir al sentido evento.

"Solo por esta entrada -explicaba un policía- han pasado 10 mil personas. Me ha impresionado la gran cantidad de personas que han venido. De acuerdo con los organizadores, una vez alcanzadas las 65 mil personas tendríamos que haber cerrado las puertas. Pero mucha gente dice que han venido más de 100 mil y yo no puedo creerlo".

Los súbditos de todo el país llegaron a Bangkok desde el 24 de octubre para despedirse de su amado rey por última vez. Dormían por la calle cerca del Gran Palacio Real. Equipados con una lona de plástico, un paraguas y algunos víveres, encabezaron colas kilométricas, en religioso silencio.

"Esta noche -explicaba un chico en compañía de dos amigos- ha llovido mucho y nos hemos empapado. Pero no nos importa, no hay cansancio que valga. El rey Bhumibol era nuestro fuego, nuestro cielo, nuestro aire. No podíamos faltar".

La adoración que los tailandeses sienten por sus reyes es muy profunda. Filántropo, escritor, entusiasta de la música jazz y la fotografía, en sus décadas en el poder Bhumibol contribuyó a sacar a Tailandia de la pobreza y a evitar el derramamiento de sangre en contra de la población civil a manos de las varias juntas militares que se sucedieron en el poder.

Debido a complicaciones cardíacas y pulmonares, Bhumibol se apagó el 13 de octubre de 2016 a los 88 años. El luto ha durado más de un año, durante el cual su pueblo -unos 70 millones de personas- le ha rendido homenaje con ceremonias que se han organizado en todos los rincones del país.

La cremación del soberano se ha convertido en una verdadera fijación para los tailandeses. Sólo en la capital, Bangkok, en las varias ceremonias organizadas en todas partes, desde templos budistas hasta centros comerciales, la gente ha llevado al menos 10 mil flores a sus gigantografías.

Fueron cinco días de ceremonias, funciones religiosas y espectáculos, desde el 25 hasta el 29 de octubre. Las cenizas y los huesos, devueltas al palacio el 27 de octubre, descansarán en el Templo del Buda de Smeraldo, el templo budista más sagrado de Tailandia.

La gran mayoría de negocios han permanecido cerrados, incluida la conocida cadena de alimentación abierta todo el año, 24 horas al día, 7-Eleven. Para la ocasión, los conocidos distritos con luces rojas han cesado su actividad.

Por las calles de la ciudad también se reproducían algunas canciones de jazz compuestas por Bhumibol. Se podía viajar sin billete en las líneas de transporte metropolitanas y los taxis cobraban precios reducidos. En los puntos de adoración, a lo largo de las infinitas colas, se instalaron quioscos donde se distribuían alimentos y bebidas gratis.

Con sacos de plástico, mujeres y hombres de todas las edades distribuían a la multitud inhaladores de alcanfor y bolsas con guata mojadas con amoníaco. "Al respirar estas cosas a pleno pulmón -explicaba la gente de la fila-, la fatiga y los dolores de cabeza desaparecen de inmediato".

Solo en Bangkok, el personal de seguridad, incluidos policías, militares y voluntarios de protección civil -estos últimos con un pañuelo amarillo en el cuello y una gorra azul-, ascendía a casi 80 mil.

Debido al temor de una congestión de la ciudad por la excesiva afluencia de devotos, las autoridades prepararon unas 90 réplicas de cremación en los principales centros turísticos del país.

"Era nuestro Por Luang (padre real) -decía una voluntaria con una cacerola de arroz-, una figura que ha marcado para siempre nuestras vidas. De niña gané una beca pagada por una fundación que él financiaba y que lleva su nombre”.

“Mi presencia aquí quiere ser una forma de agradecimiento y de homenaje. Es difícil imaginarse una vida sin él, ahora tenemos que confiar en su hijo. Estamos seguros de que el rey Bhumibol le ha transmitido todos los conocimientos necesarios para liderar un país como Tailandia”, señala.

El rey Maha Vajiralongkorn, que llega al trono a los 65 años, aún no suscita el mismo afecto que su padre. Después de una larga carrera militar, ha pasado la mayor parte de su vida adulta en el extranjero, sobre todo en Alemania.

Convertido en rey tras la muerte de su padre, y todavía sin la ceremonia oficial de coronación, que tendrá lugar en diciembre, ha hecho una serie de enmiendas a la Constitución que han aumentado sus poderes soberanos.