Ciudad de México.- En más de un siglo, el movimiento feminista mexicano transformó sus formas de organización y actualizó sus demandas, con la diferencia central de que en el pasado, la mayoría de las exigencias se hicieron sin una ley en la mano.
Hoy, con un marco legal que las respalda, las feministas enfrentan un contexto de criminalización y descalificación desde el gobierno federal y el revanchismo machista que les impide el pleno ejercicio de los derechos alcanzados, de acuerdo con feministas e historiadoras entrevistadas a propósito del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, quienes hacen un recorrido por la historia para analizar esta transformación hasta llegar al movimiento caracterizado por la participación de miles de jóvenes que realizan marchas multitudinarias y que se manifiestan de diversas formas ante la ineptitud del gobierno para garantizar sus derechos.
Libertarias, maestras y trabajadoras, las pioneras
En México, las ideas feministas empezaron a discutirse a finales del Siglo XIX, como consecuencia de la reforma liberal que permitió el acceso de las mujeres a una educación laica. Antes de la Escuela Secundaria para Señoritas, que se creó en 1869, las mujeres tenían una educación fundamentalmente religiosa, relató la historiadora Patricia Galeana Herrera, fundadora del Museo de la Mujer.
El acceso a la educación media y superior marcó el inicio de una revolución cultural e hizo surgir una multiplicación de publicaciones de y para mujeres en la que se informaba sobre los movimientos femeninos en otras partes del mundo y se escribían artículos sobre “la emancipación de la mujer”.
De acuerdo con la también exdirectora del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, el proceso revolucionario en México también fue un escenario central para que, motivadas por las maestras normalistas (como Dolores Jiménez y Muro), se organizaran.
Si bien inicialmente las mexicanas se unieron al movimiento antirreeleccionista con huelgas de hambre y protestas, después volcaron su organización en la demanda de su derecho al voto, que logró unificar en el Frente Único Pro Derechos de las mujeres tanto a las comunistas, penerristas (del partido hegemónico en ese momento) y hasta las católicas. Este movimiento, sin embargo, sucumbió cuando se negó el voto a las mujeres en 1938.
Galeana Herrera divide la historia del movimiento feminista en cuatro grandes olas, distinguidas entre sí por sus demandas.
En este orden, la primera ola del feminismo mexicano data de finales del S.XIX, con la demanda del voto y los derechos laborales, reivindicado por las trabajadoras que participaron en la huelga de las cigarreras (1887), la huelga de las zaraperas (1884) o la huelga en Río Blanco, por la explotación en las fábricas textiles.
Con el movimiento revolucionario en México, formalmente los derechos laborales tanto de hombres como de mujeres se ampliaron. De hecho, en la Constitución de 1917 se refirió explícitamente a la igualdad de salario por el mismo trabajo.
Esta primera ola se extendió hasta los años 60, cuando México reconoció la ciudadanía plena de las mujeres y se convirtió en uno de los últimos tres países en hacerlo en América Latina, de acuerdo con la historiadora.
Derecho de las mujeres a decidir
La segunda ola del movimiento feminista está vinculada con la liberación sexual de la mujer, de acuerdo con Galeana. En esta época, el feminismo se vinculó con el movimiento estudiantil de 1968. A partir de entonces surgieron organizaciones que comenzaron a trabajar por el derecho de las mujeres a decidir sobre su cuerpo.
De acuerdo con la clasificación de la historiadora, la tercera ola ocurrió en los años 90, la última década del siglo pasado, cuando el movimiento feminista se diversificó y abordó temas de la diversidad sexual.
Actualmente, detalló la historiadora, vivimos la cuarta ola de este movimiento feminista que, al no conseguir estas demandas, sigue reivindicando los derechos sexuales y reproductivos.
En 2021, mediante manifestaciones masivas, tomas de Congresos, conformación de colectivas de acompañamiento de abortos, así como elaboración de iniciativas de ley, documentación y amparos, las feministas consiguieron que, en total, cuatro entidades del país despenalizaran la interrupción del embarazo hasta las 12 semanas de gestación: Hidalgo, Veracruz, Baja California y Colima, los cuales se sumaron a Ciudad de México (2007) y Oaxaca (2019) que ya contaban con esta legislación. No obstante, en 26 entidades el aborto voluntario sigue siendo un delito.
De acuerdo con Galeana, actualmente a estas demandas por la autonomía del cuerpo se suman nuevas exigencias que no habían cobrado tanta fuerza en las épocas anteriores: la eliminación del acoso sexual, la violencia y el feminicidio.
2022: Movimiento masivo de mujeres
“En esta cuarta ola, gracias a las redes sociales, tenemos que se ha dado un movimiento masivo de las mujeres saliendo a las calles a marchar por una vida libre de violencia y por su derecho a decidir sobre su propio cuerpo”, observó Galeana.
Sin embargo, esta cuarta ola enfrenta, en su opinión, un revanchismo machista ante el avance de derechos que se refleja en el aumento de la violencia contra las mujeres. Frente a ello, señaló, surgió una importante cantidad de colectivas a lo largo y ancho del país para evidenciar la ineficacia del gobierno de garantizar una vida libre de violencia para las mujeres.
Para Patricia Galeana, ahora las formas de incidencia y exigibilidad de las mujeres son muy diversas ya que en esta época las mujeres usan las redes sociales para denunciar a sus acosadores, pero también dirigen sus discursos y exigencias a las y los legisladores y los tres niveles de gobierno para que garanticen sus derechos.
En la época actual el movimiento feminista —protagonizado por mujeres jóvenes— muestra una decepción y frustración frente al no cumplimiento de las leyes y la impunidad para todos los casos de feminicidio, personas acusadas de acoso sexual, de violación, incluso connotados políticos, no se les hace absolutamente nada.
A ello se suma la descalificación que desde el Ejecutivo se hace al movimiento al señalarlo como algo externo a México y que las jóvenes están manipuladas.
“No están manipuladas, están totalmente conscientes y están totalmente empoderadas de sí mismas para dar la batalla, pero desde luego sí hay desesperación porque no ven que haya políticas públicas que favorezcan que las mujeres puedan vivir libres de violencia”, puntualizó.
Patricia Galeana
Transformar la posición de las mujeres
“A lo largo de la historia de México ha habido muchos tipos de intervención de los distintos feminismos para transformar la posición de las mujeres en la sociedad y buscar derechos de distinto tipo”, señaló la historiadora del Centro de Estudios de Género de El Colegio de México, Gabriela Cano Ortega.
Precisó que una cosa que ha cambiado en el tiempo es la forma de interlocución entre el movimiento feminista y el Estado, ya que si bien los “activismos feministas” se han dirigido con sus demandas a los sectores del Estado, a los actores estatales, también hay feminismos que militan dentro de las instituciones.
De acuerdo con la también integrante de la Academia Mexicana de Ciencias, hay demandas del feminismo que han persistido , como el acceso voluntario a la educación, al trabajo y a la autonomía personal de las mujeres, y éstas se han reinterpretado de acuerdo con el contexto de cada época.
Las actuales generaciones del movimiento feminista, señaló la experta, toman conceptos básicos del feminismo de los años 70 (donde hubo distintas vertientes políticas e ideológicas, y formas de acción) pero los interpreta y los reelabora. Por ejemplo, desde finales de la década de los años 70 los “activismos feministas” conceptualizaron y reclamaron el derecho a decidir de las mujeres basado en el reconocimiento del momento y el número de embarazos que deseaban tener las mujeres.
“Hay un cierto cambio, pero también hay un reconocimiento de un punto de partida en conceptos del feminismo de los 70, desde luego esto no se puede aislar de la situación del país y de la violencia que envuelve a regiones de país. No es que los movimientos feministas y su demanda en contra de la violencia se pueda separar de la violencia que vemos en las calles y en muchas zonas del país”, reflexionó Cano.
Otro ejemplo de esto es que en la época actual se habla de feminicidio, un concepto que existió hasta 1991, cuando la antropóloga feminista, Marcela Lagarde, teorizó al respecto. Esto no significa, sin embargo, que la violencia contra las mujeres no existía antes sino que se nombraba distinto, coincidió la académica de la Universidad Autónoma Metropolitana-Unidad Xochimilco Ana Lau Jaiven.
Para la historiadora, otra diferencia entre el pasado y la actualidad es que ahora las jóvenes tienen una ventaja: son muchas y se comunican por las redes sociales. Antes, en los 70, no había redes sociales y los grupos eran pequeños. “Sí salían a la calle, no se quedaban en su casa y había de todo, pero también había mujeres que se acercaban a los feminismos de diferentes maneras”, relató.
“Tenemos las leyes pero no se cumplen”
A diferencia de la década de los años 80 y 90, (cuando ella empezó a militar en el feminismo), las mexicanas tenemos algo que antes no se tenía: leyes a favor de los derechos de las mujeres, explicó la abogada feminista Patricia Olamendi Torres.
De acuerdo con la también ex coordinadora del Comité de Expertas de la Convención Belém Do Pará, desde finales del siglo pasado y hasta la fecha, el movimiento feminista se fue ampliando a través de alianzas de mujeres en diferentes espacios, por ejemplo, con legisladoras, políticas, defensoras de los derechos de las mujeres, etcétera.
Conforme fueron creciendo estas alianzas también se fue ampliando la legislación y políticas públicas a favor de los derechos de las mujeres. “Éramos muy poquitas. Nos conocíamos todas en todo el país. Regularmente éramos mujeres que teníamos niveles escolarizados un poco más altos, mucho compromiso social, ligada al movimiento de izquierda, cuando el feminismo no era popular sino más bien rechazado. Nos veían como mujeres raras y lesbianas”, relató.
La también integrante de la plataforma “Nosotras Tenemos Otros Datos” narró que a finales del siglo pasado, la mayor parte de las reformas que hicieron fueron publicadas, negociadas y trabajadas con el Estado.
No obstante, señaló, en el actual sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador no existe esta alianza ni este trabajo en conjunto entre mujeres e instituciones.
Por el contrario, observó, lo que hay actualmente por parte del Estado es una agenda conservadora que nos regresa a los años 70 u 80, cuando se pensaba en las mujeres dentro de los hogares y la exigibilidad de derechos era casi nula.
“Hoy no tenemos ninguna relación con el Estado, nos volvimos enemigas del Estado, lo que no es sencillo (…) El feminismo es transformador, no hay forma de ser conservadora. Somos enemigas, nos tratan como enemigas y cada vez que pueden nos marcan campañas en nuestra contra. Denostar, mentir, generar conflicto. No es normal”, criticó Olamendi.
Esta agenda conservadora, precisó, está desapareciendo programas y presupuestos para la atención del cáncer de mama, la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano, las Escuelas de Tiempo Completo y otras políticas que se construyeron aproximadamente hace 30 años.
Mientras, el movimiento feminista se ha vuelto amplio, un movimiento social (más que de un grupo), con diversas expresiones y que no es unánime. No obstante, también es un movimiento de descontento cuyas expresiones son producto de la marginación social en la que viven actualmente las mujeres.
Ahora el movimiento es masivo. Necesitamos que el feminismo también se traduzca en acciones, conocimiento, exigibilidad de derecho. Que se reconozca es un gran logro.
Esto, dijo, es una transformación radical en comparación con los años 80,90 cuando las marchas del 8 de marzo eran con contingentes de cientos, no miles de mujeres, como ahora. “La violencia brutal que hemos enfrentado es lo que desata esta protesta masiva, esta protesta y esta situación de decir esto no es posible porque tiene que haber un cambio radical”, señaló.
La diferencia, dijo Olamendi, es que hoy en día luchamos con la ley en la mano. “Antes luchábamos sin la ley, luchábamos por la ley. Hoy en día luchamos con la ley. Hoy exigimos el cumplimiento de esos derechos. Antes no exigíamos eso”.
Por su parte, Ana Lau Jaiven, quien fue coordinadora de la Maestría en Estudios de la Mujer en la UAM, observó que las feministas han hecho hincapié en que no es un tema de sexenios porque “No importa quién esté gobernando, de todos modos no nos van a hacer caso, nos tienen miedo y por eso el borramiento institucional del Estado, de los gobiernos, de las entidades, hacia las mujeres, no que borren a las mujeres, pero hay un borramiento de las demandas de las mujeres”.
En otras décadas, dijo la historiadora, las mujeres creían que les iban a dar derechos porque muchas de ellas venían de los partidos políticos, estaban en contra de la doble militancia, entraron a las cámaras parlamentarias a ver si podían hacer cambios. No obstante también marchaban y también pintaban las paredes, pero no nos acordamos porque lo hacían de noche.
“Era una situación distinta. No es la abrumadora cantidad de chavas que ahorita están pintando las piedras”, concluyó.
En la siguiente entrega hablaremos de las colectivas de jóvenes, quiénes son, cómo se organizan y cuáles son sus demandas.