En un nuevo informe publicado este viernes, la FAO señaló la necesidad de adoptar un enfoque más proactivo basado en los principios de reducción del riesgo para aumentar la resiliencia frente a las sequías.
El organismo de la ONU dijo que aunque se trata de un fenómeno habitual en la región, en las últimas cuatro décadas las sequías se han hecho más generalizadas, prolongadas y frecuentes, debido posiblemente al cambio climático.
La región no solamente es muy propensa a la sequía, sino que también se trata de una de las zonas con mayor escasez de agua del mundo, ya que el desierto ocupa tres cuartas partes de su territorio.
Según el reporte, las capacidades técnicas, administrativas y financieras del Cercano Oriente y el Norte de África para hacer frente a la sequía son inadecuadas, haciendo que los agricultores y ganaderos –los primeros en verse afectados por la sequía y en mayor medida- sean aún más vulnerables.
Campesinos y criadores de ganado se enfrentan a desafíos crecientes a medida que se agrava la escasez del agua, la degradación y erosión de la tierra, y la fragilidad de los suelos.
Sin embargo, aún se presta demasiada atención a la recuperación tras las sequías, en lugar de reducir la vulnerabilidad ante éstas, por lo que la falta de financiación, preparación y coordinación continúan siendo problemas importantes, advirtió el informe.
“Necesitamos percibir y gestionar las sequías de manera diferente, y pasar de las respuestas de emergencia a una política más proactiva y una planificación a largo plazo para reducir riesgos y aumentar la resiliencia”, aseguró René Castro, subdirector general de la FAO al frente de Clima, Biodiversidad, Tierras y Aguas.
“El informe –añadió- evalúa las brechas de la gestión actual de la sequía y aporta una base sólida para ayudar a los gobiernos a replantear las políticas y reformular los planes de preparación y respuesta, ofreciendo soluciones que tengan en cuenta el contexto específico de cada país”.
Publicado en vísperas del Día Mundial de Lucha contra la Desertificación y la Sequía, el informe ha sido elaborado por la FAO y la Universidad de Nebraska (Estados Unidos) a través de su iniciativa “Water for Food” del Instituto Mundial Daugherty.
El estudio abarca 20 países de la región: Arabia Saudita, Argelia, Bahréin, Egipto, Emiratos Árabes Unidos, Irak, Irán, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, Mauritania, Marruecos, Omán, Palestina, Qatar, Siria, Sudán, Túnez y Yemen.
Resalta que aunque prevenir o mitigar los efectos de la sequía puede resultar más económico que proporcionar ayuda de socorro en caso de sequía, esto no se traduce necesariamente en medidas concretas a través de la planificación, asignaciones presupuestarias y cambios en el comportamiento de las instituciones.
Proporcionar ayuda alimentaria de emergencia, acceso al agua, forraje, y crear empleo suelen ser las estrategias más habituales empleadas por los gobiernos de la región para ayudar a las poblaciones afectadas por la sequía.
Aunque resultan esenciales para salvar vidas y aliviar el hambre, tienen también algunas limitaciones, ya que no ayudan a las personas vulnerables a ser más resilientes ante las futuras crisis.
Muchos países no tienen una estructura específica para enfrentarse a las sequías ni cuentan con planes de acción.
También resulta necesario reforzar la coordinación de los gobiernos al más alto nivel a la hora de planificar las actuaciones en caso de sequía.
Las políticas agrícolas actuales están degradando y empobreciendo la tierra, y deben revisarse para mitigar los efectos de la sequía.
El informe sostiene que resulta esencial desarrollar e implementar políticas nacionales de gestión de la sequía coherentes con los objetivos de desarrollo del país, así como crear sistemas de alerta temprana.
Recomienda igualmente difundir las tecnologías para combatir la sequía, y respaldar políticas e incentivos para utilizar los recursos de tierras y aguas de manera racional.
Entre las medidas que deberían adoptarse a gran escala para combatir el cambio climático figuran plantar cultivos tolerantes a la sequía, de maduración rápida y en cuencas receptoras, y fomentar métodos de riego más avanzados (incluyendo el riego por goteo y por aspersión)
Dedicar parcelas para plantar árboles o arbustos en campos agrícolas y pastos con el fin de garantizar su crecimiento es una práctica que puede generar árboles con múltiples usos, capaces de mitigar los efectos de las sequías.
Según el informe, las prácticas ganaderas tradicionales -basadas en mantener baja la densidad de pastoreo y trasladar los rebaños cuando hay poco forraje- pueden reducir el riesgo de sobrepastoreo y degradación de la tierra.