Doha, 18 nov (EFE).- Los estadios del Mundial de Qatar 2022 han sido la piedra angular de un proyecto faraónico que ha contado con los mejores arquitectos del mundo para reflejar el diseño vanguardista y aspectos de la cultura o la tradición del país, en una obra no exenta de polémica por las condiciones extremas de miles de trabajadores migrantes.
Norman Foster, Zaha Hadid o Fenwick Iribarren son tan solo algunos de los nombres detrás de los ocho estadios de Qatar 2022, en los que el diseño se adapta a las necesidades de un Mundial que prioriza en accesibilidad, sostenibilidad y su legado tras el torneo.
“Creo que lo primero que hicimos fue construir los estadios. Trabajamos con estándares de construcción de muy alto nivel y específicos, que son lo más eficientes posible y que funcionan para la región (...) La construcción de los estadios fue muy eficiente, hasta un 30% más eficiente que la construcción tradicional”, detalla a EFE el CEO del Mundial Qatar 2022, Nasser Al-Khater.
ARQUITECTURA MUNDIAL E INNOVADORA
Los estadios están pensados para ser sostenibles desde el punto de vista energético con el uso de paneles solares, en la gestión adecuada de los residuos y en su reutilización tras el Mundial, ya que seis de los ocho estadios se han construído con materiales modulares y, por lo tanto, podrían ser desmontados o modificados tras el torneo.
Además, será la primera Copa del Mundo de la FIFA en contar con la certificación de sostenibilidad ISO 20121 -que establece requisitos para considerarlo un evento sostenible- y en lograr que sea un torneo totalmente neutro en cuanto a emisiones de carbono.
El estadio de Lusail, en el que se jugará el partido inaugural, la gran final y varios encuentros de la fase de grupos, se encuentra 20 kilómetros al norte de la capital y fue diseñado por el estudio de Norman Foster, galardonado con el Premio Pritzker, el más prestigioso reconocimiento en el ámbito de la arquitectura.
LUSAIL, LA JOYA DE LA CORONA
Con capacidad para 80.000 espectadores, su diseño recuerda a los cuencos tradicionales árabes hechos a mano y sus luces consiguen un efecto de vida en el exterior.
“Teníamos muchas ganas de crear un emblema reconocible al instante para la final, y para ayudar a Catar a celebrar este increíble logro que ha conseguido (con la adjudicación del Mundial). Así que creamos un recipiente de forma simple. Una geometría que envuelve todo el estadio”, apunta Luke Fox, miembro senior del equipo de Norman Foster en una entrevista en Doha.
Inspirado en los farolillos fanar, y sus juegos de luces y sombras, el exterior del estadio se va iluminando poco a poco con una luz cálida que arranca con la caída del sol, mientras que el interior es un festival de luz y sonido.
“Levantamos la estructura del suelo para que cuando la gente entre al estadio llegue casi al centro (...) Da una sensación de teatro. Creamos este espacio reducido dentro, y luego sales y estás en este increíble estadio, ya sabes, con 80.000 asientos, que está inundado de luz. Queríamos crear contraste entre el interior y el exterior”, destaca el arquitecto.
El estadio se construyó con materiales sostenibles, el agua reciclada es la que riega las zonas verdes colindantes y el uso de paneles solares nutre las necesidades energéticas y el aire acondicionado dentro del campo.
“Tuvimos que trabajar en un sistema de refrigeración pasiva con una especie de fluido informático y un modelado dinámico para asegurarnos de que bajábamos la temperatura al nivel del campo para los jugadores y también para todos los aficionados. Ese fue un gran desafío. La refrigeración se lleva a cabo a través de unos niveles inferiores debajo de los asientos”, destaca Fox.
EL LEGADO TRAS LA COPA DEL MUNDO
Además, se cuidó mucho su uso tras el Mundial, de modo que no se convierta en un ‘elefante blanco’, como se designa a los espacios que tras la organización de un evento quedan abandonados por su alto coste de mantenimiento y falta de previsión.
Cuando se entregue la Copa del Mundo tras la final, Lusail tendrá una segunda vida. Se espera que el espacio se rediseñe para transformarse en un lugar para la comunidad con escuelas, un centro comercial, espacios deportivos y centros de salud. El exterior y el techo se mantendrán y los asientos se donarán a países que necesiten este tipo de material.
Estos mismos estándares de calidad y sostenibilidad se aplican a otros estadios con diseño innovador como el Al Janoub, con capacidad para 40.000 espectadores y diseñado por Zaha Hadid; el Al Thumama de la firma Ibrahim Jaidah y capaz de usar un 40 % menos de agua que uno convencional; el Al Bayt de AS+P Albert Speer con su coqueta forma de tienda beduina o el 974 de Fenwick Iribarren, el primer estadio cubierto desmontable y reutilizable por completo al estar construido íntegramente por contenedores de transporte y acero modular.
CUNA DEL DISEÑO
Catar no solo no ha reparado en gastos para sus estadios, sino que la ciudad acoge a los mejores arquitectos del mundo, en su empeño por darle un sentido estilístico moderno y tecnológico al país, y convirtiendo a sus edificios en obras de arte.
De este modo Rem Koolhaas, I.M. Pei y Jean Nouvel, todos ellos premios Pritzker, diseñaron la Biblioteca Nacional, el Museo de Arte Islámico y el Museo Nacional, respectivamente, mientras que el Museo de Arte Moderno fue asignado al francés Jean-François Bodin.
A medio plazo, Catar ya ha anunciado que los también Pritzker Jacques Herzog, Alejandro Aravena y el mencionado Koolhaas se harán cargo del Museo Lusail, el Art Mill y el Museo del Automóvil.
“Catar tiene grandes ambiciones y está en el escenario mundial. Y es que ha experimentado una enorme evolución en los últimos 20 ó 30 años. Así que tratar de captar ese espíritu ha sido una parte vital de nuestro trabajo. Utilizamos nuestra experiencia en todo el mundo y la aplicación de todas esas tecnologías para aplicarlas a los proyectos”, apunta Fox. Un diseño moderno y vanguardista que lleva la firma de los más destacados arquitectos.
“Es un país que está basando su esfuerzo en varios campos como la educación, la cultura y el deporte, que son los tres pilares del país y en todos los campos están pidiendo edificios a los mejores arquitectos del mundo”, añade por su parte Mark Fenwick, cofundador del estudio Fenwick Iribarren Architects, autor de tres estadios del Mundial.
UNA CONSTRUCCIÓN POLÉMICA
Los estadios no solo destacan por su diseño, sino por la enorme polémica que gira en torno a su construcción por las condiciones laborales de los trabajadores después de que diversas organizaciones defensoras de los derechos humanos hayan denunciado abusos, impagos o condiciones laborales extremas que han provocado miles de muertes.
En concreto, una investigación de The Guardian cifra en 6.500 los fallecidos en estas tareas desde 2010, mientras que la organización Human Rights Watch (HRW) responsabiliza a la FIFA de adjudicar el Mundial sin la debida diligencia en materia de derechos humanos y sin establecer condiciones sobre la protección de los cerca de 30.000 trabajadores migrantes empleados en las infraestructuras del Mundial.
Cifras que contrastan con las 3 muertes oficiales relacionadas directamente con la construcción de los estadios y las otras 37 de forma indirecta que no se produjeron en las zonas de trabajo.
Denuncias que Catar defiende con la implementación en tiempo récord de medidas como la aprobación de un salario mínimo o la “abolición” del sistema de patrocinio que obligaba a los empleados a plegarse a las necesidades de las empresas.
Así mismo, representantes de la Organización Internacional del Trabajo y de la Confederación Internacional de Sindicatos han defendido también recientemente el progreso tangible del país, aunque han criticado deficiencias en su implementación.