Mujeres deben cambiar y no jugar rol inferior al del hombre: especialista

19 de Febrero de 2019
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México, 19 Feb (Notimex).- Tomó a su hija de tres años entre sus brazos y se dirigió a su recámara, el miedo invadió su cuerpo, sintió temor de que su pareja sentimental le hiciera daño también a su niña o a la bebé que venía en camino. Se armó de valor y coraje, y decidió dejarlo.

Durante más de un año en el que ha intentado salir de ese "infierno", Ailyahita no sólo se ha enfrentado a la impunidad por parte de las autoridades, sino a la sociedad misma que en lugar de mostrarle su apoyo, la culpa por haber permitido esas agresiones.

Con nostalgia recuerda que el hombre del que se había enamorado y del que dependía económicamente, la alejó de su familia y de sus amigos. Llegó a sentirse sola, aislada.

La violencia doméstica que vivió esta madre de familia, es evitable, por lo que es necesario impulsar un cambio social donde la mujer no juegue un rol inferior al del hombre, coinciden especialistas.
En entrevista con Notimex, Ruth Fierro Pineda, coordinadora general del Centro de Derechos Humanos de las Mujeres en Chihuahua, señaló que esto es una característica de la violencia doméstica, el agresor genera ese estado de aislamiento para evitar que la víctima tenga a quién pedirle ayuda.

Al verse sola, con un embarazo de alto riesgo, sin recursos económicos y en un proceso jurídico que no le daba soluciones, después del nacimiento de su hija, Aliyahita Valdez, regresó con su agresor y la violencia contra ella aumentó.

Ruth Fierro explicó que es una “espiral de violencia”, ya que existe un punto donde el agresor explota y violenta a su víctima, después entra a una etapa de “luna de miel”, donde jura cambiar y es cuestión de tiempo para que la expresión de violencia vuelva a presentarse con más fuerza, incluso, dijo, puede llegar a un feminicidio.

En su experiencia, comentó que gran parte de casos de feminicidios fueron realizados por la pareja sentimental de la víctima, quien previamente ya había sufrido violencia familiar e incluso había denunciado, pero las autoridades no reaccionaron a tiempo.

Mencionó que no siempre la violencia es física y no solo debe existir la agresión de este tipo para tener miedo de ser víctima de un feminicidio o de otras consecuencias, ya que hay riesgo en sus diferentes interpretaciones que pueden ir desde psicológica, económica, patrimonial y sexual, entre otras.

La especialista refirió el caso de Chihuahua, en especial en Ciudad Juarez, donde los casos de homicidio de mujeres tomaron fuerza entre 1993 y 1995, las cifras por año eran de entre 28 y 40, sin embargo en 2010 sumaban 446, mientras que para el año 2018 superaron los 100.

En la Ciudad de México, en 2018, más de dos mil mujeres reportaron haber sufrido algún tipo de violencia, de las cuales 96 por ciento fue psicoemocional; 69, física; 26, sexual; 21, en contra de sus derechos sexuales y reproductivos, y 27 por ciento estaban en riego de ser víctimas de feminicios, señala la Red de Informacion de Violencia contra las Mujeres.

Para cambiar esta situación, también es relevante eliminar todos aquellos aspectos donde la mujer se ve vulnerable, explica Belén Sanz representante de la Organización de las Naciones Unidas de la sección de Mujeres, en Mexico, además que remarcó que este es un crimen que puede ser evitable.

Consideró que no sólo son las mujeres adultas se ven afectadas, la violencia contra adolescentes y niñas es un fenómeno de causas y fases múltiples, por lo que es necesario analizar cómo este género, que representa más de la mitad de la población, está evaluada en la sociedad, y qué elementos existen para generar igualdad en todos los ámbitos de su vida.
Al menos 66 por ciento de las mujeres en México, han sido víctima de alguna forma de violencia en su vida y 34 por ciento ha padecido esta agresión a manos de su pareja, mientras que 41 por ciento ha sufrido violencia sexual.

A su vez, Leonardo Mier, Oficial Nacional de Protección a la Infancia del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), coincidió con Ruth Pineda, que esta situación se debe a “un escenario generalizado de violencia en el país”.

Esa problemática, dijo, se caracteriza por la situación económica, normas discriminatorias basadas en desigualdad entre hombres y mujeres, violencia generada por el crimen organizado, con un limitado acceso a la justicia para las sobrevivientes de violencia.

En ese sentido, resaltó que es necesario que las autoridades redoblen los esfuerzos e inversiones, en una estrategia a corto, mediano y largo plazos que atienda no sólo las consecuencias, sino también las causa mas latentes, esto incluyendo el cambio de normas sociales que permiten esta discriminación cotidiana.

Belén Sánz enfatizó que las autoridades deben garantizar el acceso efectivo a los servicios de justicia, donde la policía y todos los funcionarios públicos tengan una formación con perspectiva de genero, y se informe a las víctimas del proceso a realizar.

Leonardo Mier se pronunció por difundir los derechos de las mujeres, niñas, niños y adolescentes, cuando éstos se ven violentados, a dónde deben acudir, y garantizar la seguridad de las víctimas desde el momento de la agresión.
En el caso de Ailyahita Valdez, cuando el nivel de violencia aumentó decidió denunciar a su agresor, pero sólo encontró trabas, incluso de la falta de perspectiva de género por parte de las autoridades, la impunidad, y la decadencia de un servicio que se adapte a la situación de urgencia por la que pasan las víctimas.

En más de un año que lleva su proceso, ha recibido amenazas de muerte por parte de su ex pareja; su denuncia sigue detenida por la corrupción e impunidad, ha visto la falta de empatía por parte de la sociedad, y no ha podido obtener una pensión alimenticia para su hija, ni una guardería dónde pueda dejar a la menor y que le permita buscar un trabajo.

Con frustración, la mujer comenta que lo más difícil que ha enfrentado es la falta de solidaridad de la población, lo cual considera debe modificarse, ya que debe existir una red de apoyo que vaya más allá de la cuestión legal, que permita a las víctimas mantenerse fuertes y no estar solas.