Madrid, 10 oct (EFE).- Mientras la UE ultima su reglamento contra la deforestación importada para frenar la pérdida de bosque que ocasiona la comercialización de productos en Europa, Brasil se prepara para elegir a su nuevo presidente tras cuatro años en los que la violencia por la destrucción forestal se ha multiplicado, critican los autores de ‘Mata’, un filme que plasma la lucha contra la tala.
El documental 'Mata', que se ha proyectado esta semana en el Another Way Film Festival, en Madrid, aborda precisamente esta cuestión: el problema de la devastación de biomas que afecta sobre todo a las comunidades indígenas de estados como Bahía, donde en el extremo sur apenas queda un 4 % del follaje original del bosque atlántico.
"Todos esperamos que gane Lula da Silva, porque por lo menos habrá una posibilidad de diálogo con los pueblos indígenas", afirma en entrevista con EFE la periodista noruega Ingrid Fadnes, quien ha dirigido la cinta junto con el fotoperiodista brasileño Fabio Nascimento.
En sus conversaciones y entrevistas con poblaciones nativas, como los Guaraní, éstas le han trasladado sus perspectivas "bastante oscuras" respecto al resultado electoral tras la segunda vuelta a finales de octubre.
Según Fadnes, los pueblos originarios de Brasil creen que con Jair Bolsonaro "el futuro no existe", en base a la violencia contra estos nativos durante la última legislatura, cuando la destrucción de la selva brasileña se ha multiplicado, según las cifras oficiales.
En la Amazonia brasileña, la deforestación anual promedio fue durante el gobierno de Bolsonaro más de un 75 % mayor que en la década previa, denuncia la Fundación SOS Mata Atlántica empleando cifras oficiales.
Y en el Bosque Atlántico, cálculos recientes de esta organización señalan que entre noviembre de 2020 y octubre de 2021 se perdieron 21.642 hectáreas, un área equivalente a más de 20.000 campos de fútbol y que supone un 66 % más que el periodo de referencia anterior (2019-octubre 2020).
Nascimento y Fadnes han seguido de cerca los problemas que acarrea la proliferación de plantaciones de monocultivos como el eucalipto -a fin de exportar celulosa-, así como la urbanización del territorio, para los pueblos indígenas que han ocupado tradicionalmente los bosques de Bahía.
Para ello se volcaron desde 2015 en este trabajo periodístico, que entre otras cosas arroja luz sobre el impacto del eucalipto, planta que seca la tierra y favorece la propagación de los fuegos, pues su aceite es “muy explosivo" y “cuando el bosque está seco y hay fuego, es muy difícil pararlo”, recuerda Fadnes.
Cuando estas plantaciones se queman, el problema es que también arrasan lo poco que queda de bosque primario, lamenta la periodista, que duda de que reglamentos como el que la UE prepara para frenar la deforestación importada pueda ser realmente efectivo para frenar la devastación de la mata atlántica.
"Las empresas de eucalipto hace ya varios años empezaron a emplear una certificación, y casi toda la celulosa que se ha exportado de Brasil cuenta con un sello de certificación”, arguye, pero recalca que casi toda la región del extremo sur de Bahía -y de otras regiones- “está ya deforestado".
Así, es fácil conseguir una certificación que verifique que no se está destruyendo bosque porque, insiste, "ya no hay casi bosque para deforestar".
Fadnes advierte de la "urgencia" de escuchar a estos pueblos originarios y de aprender de su conocimiento sobre biodiversidad para frenar la crisis ecológica, y subraya que es importante hacerlo ahora teniendo en cuenta que "ese conocimiento se va perdiendo" a medida que estas comunidades se quedan sin territorio.
Pueblos autóctonos como el Pataxó -en el estado de Bahía- son forzados a trabajar en las ciudades, alega, dada la urbanización voraz que ha sufrido su región en las últimas décadas.
"Las ciudades van creciendo y la gente va saliendo del campo. El pueblo Pataxó ha sido víctima de ese proceso de urbanización y mucho de ellos no tienen otra opción que la de trabajar en la ciudad, por lo que esa cercanía con el bosque se vuelve más difícil", explica.
“Estamos aquí, el bosque es nuestro, si quieren cometer genocidio pueden pasar por encima, pueden venir, (...) muero con placer, mi sangre ya está hirviendo”, sentencia casi al comienzo de la película Rodrigo Santana Mãdỹ, miembro del pueblo Pataxó, en conversación con representantes de ICMBio, organismo vinculado al Ministerio de Medio Ambiente brasileño.
La principal demanda de estas comunidades indígenas es la demarcación del territorio, estatus que reconocería legalmente su derecho a habitar el bosque que tradicionalmente han ocupado, y que se comprenda que son ellos los más capacitados para gestionar la biodiversidad, dando prioridad a ese conocimiento ancestral y campesino frente a la visión “de marketing” del ICMBio, según la califican los nativos en el filme.
Santana rechaza los "proyectos millonarios” que buscan llevar a cabo en la Mata Atlántica, y acusa a las autoridades brasileñas de “biopiratería” y de “arrasar con el bosque para hacer condominios para extranjeros ricos”.
'Mata' y otros documentales sobre la crisis ecológica y social que conforman el programa del Another Way Film Festival se pueden ver hasta el martes 11 en varias salas de cine de Madrid -la Cineteca, Institut Français, Sala Equis, Golem, Casa de América, mk2 Cine Paz y la Filmoteca Española-, así como en la plataforma Filmin.