“Anteriormente se acostumbraba que durante 40 días no se comían carnes rojas, pero con la pérdida del poder de compra las familias han optado por guardar vigilia al menos los viernes, incluso la gente continúa en la búsqueda del mejor precio aunque en el camino puedan encontrarse con nuevos obstáculos”, expuso el presidente de la ANPEC, Cuauhtémoc Rivera.
Destacó que la venta de pescados de menor calidad y cantidad se observa con frecuencia en los casos del marlín, con 95 por ciento; sierra, con 89 por ciento; mero, con 87 por ciento; huachinango, con 54 por ciento, y el robalo, con 53 por ciento.
En México, expuso en un comunicado, se estima que 31 por ciento del pescado es sustituido por especies distintas y, de acuerdo con los datos, se observa en los restaurantes, con 33.5 por ciento; supermercados, con 16.5 por ciento, y pescaderías, con 36.5 por ciento.
“Hay que cuidarse de que no nos den “gato por liebre”, insistió el dirigente de los pequeños comerciantes del país, al sumarse a la iniciativa de una alimentación verdaderamente saludable, que impulsa la organización internacional Oceana.
Respecto al estudio sobre el contenido de soya en latas de atún, dado a conocer por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco) recientemente, dijo que “la crisis de credibilidad del contenido pone en jaque al etiquetado nutrimental al que están obligadas las compañías”.
El etiquetado es cada vez menos claro y con letra más chiquita, sostuvo Rivera, al señalar que los productos también viven el fenómeno de reduflación en el que hacen creer al consumidor que el cambio de embalaje vuelve a los productos más baratos, sin dejar claro que los contenidos son mucho menores.
Ante ello, el empresario llamó a los consumidores a comprar en lugares seguros, sin dejar de lado los protocolos de la revisión de textura, olor y caducidad porque las enfermedades virales e intestinales se hacen más presentes durante la Cuaresma por el consumo de alimentos en mal estado.
Por ello, recomendó consumir pescado refrigerado y que no esté al aire libre, vigilar que el aroma del pescado sea suave, que los ojos estén brillosos, la piel debe sentirse suave y, de no ser así, lo mejor es no consumirlo.
Así como verificar que el empaquetado cumpla con todos los requerimientos de salubridad, además, los mariscos no deben desprender ningún tipo de líquido.