Bañan de color Ecatepec para dignificar espacios públicos

28 de Octubre de 2016
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Ecatepec, Méx., 28 Oct (Notimex).- Salpicado de llamativas imágenes surrealistas, bañan de color espacios públicos de Ecatepec; así luce hoy el panorama de San Andrés de la Cañada, en el municipio más poblado del Estado de México, luego del trabajo que durante varias semanas realizaron artistas urbanos, tanto nacionales como internacionales.

Hasta enero de este año, primaba en la perspectiva el homogéneo tono de la construcción sin revocar, el unicolor de las humildes casas de concreto y ladrillo, propio de las zonas conurbadas en constante crecimiento.

Pero su imagen va cambiando de a poco en poco. Con la inauguración del "Mexicable”, no sólo se abrió la posibilidad de mejorar el sistema de trasporte público para los habitantes de la región, sino también de implementar un proyecto muralista para trasformar su imagen cotidiana.

Sobre la Avenida Camino a San Andrés esquina con Gardenia, se encuentra una de estas muestras de arte; “Ecatecolor, así es como lo llamé porque la idea es darle un buen baño de color a Ecatapec”, asegura Francisco Valverde Prado, creador de la imagen.

Francisco es uno de los casi 50 artistas que fueron invitados a plasmar sus creaciones en muros y azoteas de la zona de La Cañada, en el municipio mexiquense.

Entusiasmado, habla sobre lo que significó haber participado en el proyecto, “Lo más significativo del arte urbano es que todos lo podemos disfrutar, lo vemos a otras escalas, lo vemos en la calle, en el espacio público. Es como comenzar a dignificar el espacio público”, dice.

Y continúa: “Este tipo de esfuerzos te permiten, poco a poco, ir transformado la calidad de vida de las personas, para que quienes aquí viven también tengan el deseo de cambiar su propio espacio”.

Con esta visión coinciden Will Mera y Oliver Tormenta, dos jóvenes artistas originarios de Ecatepec que también participaron en la elaboración de las macro imágenes. Los suyos son tres murales que, aseguran, están pensados para ir cambiando poco a poco la mala imagen que tiene su municipio.

“Ya sabemos que Ecatepec está mal pero, ¿por qué seguir satanizando el lugar?, hay que resolver la problemática desde la cultura, desde las artes, en este caso desde las artes visuales, muralismo o arte urbano, pero que genere algo positivo”, explica Tormenta.

Los suyos se suman a un total 50 murales que hoy iluminan la mirada de habitantes y transeúntes, la mayoría se ubican en muros sobre la Avenida Camino a San Andrés, y son visibles desde el trayecto en el Mexicable, sólo algunos se pueden apreciar en viaje a pie.

A decir de los organizadores, cada artista tuvo espacio de una semana para realizar sus trabajos, pero en los hechos, cada uno se tardó entre una y tres semanas en su realización.

Muralismo y grafiti no es lo mismo

Para los jóvenes artistas es importante rescatar este sentido social que tenía el muralismo mexicano en sus inicios, allá por el año de 1920, cuando personajes como Diego Rivera, José Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, reivindicaron las raíces mexicanas a través de sus creaciones.

“A nosotros nos gusta decir que hacemos murales y no grafitis, en primer lugar porque la técnica no es la misma; nosotros no utilizamos aerosol sino pintura vinílica, pinceles y brochas. Nosotros creamos imágenes, el grafiti se enfoca en la caligrafía”, explica Tormenta.

Will, su par, completa, “no tenemos nada contra el grafiti, sabemos que está un poco satanizado porque se piensa que trasgrede el espacio público, no estamos de acuerdo con esa visión, sin embargo no es grafiti lo que hacemos”.

Profundizando en el tema, Oliver afirma que lo que pretenden rescatar del muralismo de antaño es la idea de llevar el arte a todos los mexicanos, sacar el arte de las galerías y museos a la calle. “Presentarlo en un espacio público para toda la gente porque todos tienen derecho a la cultura, a las artes”, añade enfático.

Sobre la azotea de una fábrica, entre la estación 3 y 4 del Mexicable, se pude observar uno de sus murales más laureados, “La ascensión de los caídos II”, en el que las fauces de un tiburón blanco invitan al espectador a imaginar que está a punto de ser devorado en pleno viaje al aire.

A unos metros, en la estación 4 se halla otra imagen, obra de artista estadounidense John Pugh, con quien ambos colaboraron estrechamente. En ésta, una nueva técnica en tercera dimensión, hace imaginar al espectador que una serpiente emplumada está a punto de salir a su encuentro.

“Esto es lo importante, que la obra genere una sensación en el espectador, puede ser positiva o negativa, pero sentimiento al fin”, comenta Francisco Valverde.

Y añade: “Este tipo de esfuerzos te permiten, poco a poco, ir transformado la calidad de vida de las personas. Cuando uno camina frente a un edificio viejo, derruido o abandonado y de pronto ya hay una pieza de arte, sin duda cambia no sólo cómo uno ve su entorno, sino cómo se ve a sí mismo”.

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