La leyenda cuenta que esa fue la "Noche Triste" en la que Cortés lloró la derrota frente a un árbol, un añejo ahuehuete ubicado en la calzada a Tacuba, en la Ciudad de México.
La referencia corresponde al cronista español Bernal Díaz del Castillo en su "Historia verdadera de la conquista de la Nueva España".
"Volvamos al Pedro de Alvarado, que como Cortés y los demás capitanes, le encontraron de aquella manera y vieron que no venían más soldados, se le saltaron las lágrimas de los ojos", escribió Díaz del Castillo.
Para el historiador mexicano Antonio García de León, gran parte de este acontecimiento "está un poco construido por los cronistas, pero en sí la 'Noche Triste' es una derrota por una retirada táctica".
"Como los españoles no podían seguir tomando la ciudad tienen que abandonarla y en su salida sufren una derrota militar importante porque gran parte de los soldados y las tropas tlaxcaltecas, aliadas a Cortés, fueron muertos en una serie de incidentes que Cortés llamó la 'Noche Triste'", apuntó García de León en entrevista con Efe.
Posteriormente, Cortés, los españoles y sus aliados se reforzaron y poco más de un año después, el 13 de agosto de 1521, tomaron Tenochtitlán, "conquista que no hubiera sido posible sin los aliados indígenas de Cortés", señaló el también investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) de México.
EL INICIO DE LA GUERRA
La historia refiere que el 22 de mayo de 1520, frente al Templo Mayor, muy cerca del Zócalo, los mexicas realizaron una fiesta en honor de Tóxcatl.
Ante la ausencia de Cortés, Pedro de Alvarado había permitido la celebración, pero ordenó, sin embargo, una masacre que "rompió la frágil paz que había entre mexicas y españoles", que había construido Cortés con sus dotes "diplomáticas", afirmó a Efe Enrique Ortiz García, escritor y divulgador de la historia de México.
"A partir de ese momento cambia la relación y comienza la guerra total entre españoles y mexicas que tiene un punto clave en la noche del 30 de junio", remarcó Ortiz, especialista en recreaciones históricas relacionadas con la cultura prehispánica,
LOS MITOS DE LA HISTORIA
Los aztecas estaban enojados y sitiaron a los españoles, quienes en su huida se refugiaron en Tacuba.
"La leyenda cuenta que Cortés, frente al árbol, se sentó a llorar su derrota. Es un tanto legendario y romántico ese episodio, pero la historia se construye de mitos", señaló García de León.
El también catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) recordó que aquella noche muchos españoles cayeron en su huida en uno de los canales de agua y se ahogaron.
"Los aztecas aprovecharon la noche para atacar, en su escape los españoles trataban de llevarse el tesoro de Moctezuma, de hecho, algunos se meten entre las ropas pedazos de oro, que previamente había sido fundido en tejos (especie de lingotes)", agregó García de León.
"Y para quien no vio aquella noche la multitud de guerreros que sobre nosotros estaban, y las canoas que de ellos andaban arrebatar nuestros soldados, es cosa de espanto", relató Díaz del Castillo.
El cronista agregó que en aquella sangrienta batalla murieron más de 800 soldados españoles y unos 1.200 indígenas tlaxcaltecas, los principales aliados de Cortés.
EL TEJO DE ORO
A inicios de este año y tras estudios realizados con tecnología de punta, especialistas del INAH confirmaron que un tejo de oro hundido hace 500 años en los canales de Tenochtitlán era un vestigio del expolio español correspondiente a la "Noche Triste".
El lingote de 1,93 kilos fue descubierto a mediados de 1981 durante la construcción del edificio de la Banca Central (Bancen).
Uno de los trabajadores, Francisco Bautista -quien falleció en 2019 y tuvo la oportunidad de participar en varias excavaciones arqueológicas- lo encontró a 4,8 metros de profundidad y lo entregó a los arqueólogos.
Los expertos señalaron que lo interesante del hallazgo era que la ubicación concordaba con el camino seguido por Cortés y sus hombres en aquel episodio.
El director del Proyecto Templo Mayor del INAH, Leonardo López Luján, destacó que la pieza es "clave" en el rompecabezas de ese suceso histórico, pues coincide con la descripción que Díaz del Castillo hizo de los "tejos de oro" obtenidos de la fundición del "tesoro de los antepasados de Moctezuma".
"Bernal refiere que los tejos medían tres dedos de ancho, equivalente a 5,4 centímetros, y aunque no lo crean, eso mide el lingote hallado en 1981", según explico entonces el arqueólogo del INAH.