Lima, 15 ago (EFE).- Vestía tejidos de los antiguos peruanos, pero su escuálida mano agarraba una cruz de madera en el pecho. Así es el misterioso cadáver recientemente hallado en una de las más de cincuenta huacas prehispánicas que atesora el mayor zoológico de Perú y que, según sospechan los arqueólogos, podría haber sido un cementerio colonial.
Junto a este individuo, que aún conserva cuatro dientes y cabellos grises, se descubrieron los restos de otros dos entierros, uno de ellos de un infante, que durante siglos permanecieron ocultos en la cima de la arenosa huaca Tres Palos, que un milenio atrás, en la época preincaica, cumplió la función de templo.
Hoy, se extiende por cerca de cuatro hectáreas en el complejo arqueológico de Maranga y se yergue impotente sobre el horizonte, cercada de las tarugas y osos hormigueros enjaulados en el zoológico del Parque de las Leyendas, en el distrito de San Miguel de la capital peruana.
Los arqueólogos, liderados por Lucénida Carrión, subgerente de Arqueología de la Municipalidad de Lima, retomaron en julio pasado los trabajos en Tres Palos con el objetivo de descifrar cuál era la entrada principal a lo que fue una plaza durante el imperio incaico.
Pero tuvieron la sorpresa de hallar, al frente de una casa colonial, estos tres entierros, rodeados de elementos textiles, pulseras y mantos funerarios, que, por ahora, han arrojado más interrogantes que respuestas.
CRUZ, SÍMBOLO DE CONVERSIÓN
No se sabe nada del género, la edad ni la época en la que vivieron estos individuos. La única certeza, por la presencia de la cruz de madera, bien trabajada, es que fue a partir de 1532, cuando los colonizadores arribaron al país andino y comenzó el periodo transicional y la caída del imperio incaico.
"No sabemos exactamente si es la época transicional, de justo cuando llegan los españoles (...) pero aparentemente también podría ser colonial. Desde su llegada hasta 1600 y 1700", estima Carrión.
La científica detalla que los cuerpos de los dos adultos, extendidos decúbito dorsal, estaban orientados hacia el norte, con su rostro "mirando" al mar, donde se intuye que estos personajes realizaban sus actividades principales, relacionadas con la pesca.
El esqueleto enterrado con la cruz agarra el objeto con su mano izquierda, a la altura del pecho, y en la muñeca lleva una pulsera de hilo, deteriorada como las telas de algodón que lo cubrían.
"El otro individuo tiene una cinta de color rojo, ocre y amarillo y negro (...) nos llama la atención la forma de la vestimenta. El tejido que están llevando es propio de los pobladores de acá, es de algodón y los colores también (son los) que manejaban", detalla la arqueóloga.
Por esa fusión de elementos locales y coloniales, se presume que podría tratarse de pobladores nativos convertidos al cristianismo o de un matrimonio entre conquistadores y locales, cuestiones que Carrión confía que resuelvan los análisis de laboratorio.
¿UN CEMENTERIO COLONIAL?
Otra gran incógnita pendiente de aclarar es si el espacio donde se encontraron los entierros, en la cima de esta huaca que los incas usaron de tambo (depósito de alimentos), fue el cementerio en la época colonial o si más bien se trató de un entierro familiar aislado.
"Proponemos que podría ser un cementerio porque hemos encontrado (los cuerpos) casi continuos, pero por eso estamos ampliando la excavación", asevera la especialista.
De confirmarse esta hipótesis, este sería el primer entierro colonial hallado en las 54 huacas que alberga el zoológico del Parque de las Leyendas, donde hasta ahora se habían descubierto fosas de la cultura Lima (200-650), Ychsma (900-1450) e Inca (1450-1532), todas anteriores a la llegada de los españoles.