Arámbula Mendoza, doctor en sismología, nivel I en el Sistema Nacional de Investigadores (SNI), dijo que a partir de esa fecha se monitorean las erupciones de este coloso y se apoya a las autoridades tanto del gobierno de Colima como el de Jalisco en cuestión de evaluación de riesgo respecto a la actividad volcánica.
“En Colima existen otros fenómenos naturales que estudiamos en este centro, como los sismos, ya que vivimos en un estado en donde hay mucha sismicidad de diferentes tamaños, desde sismos de pequeña magnitud que solo pueden ser registrados por nuestras redes de monitoreo, hasta sismos importantes que han puesto en riesgo a la población en años pasados”, enfatizó.
El director de la RESCO reiteró que en el centro de investigación monitorean la actividad tectónica de la región del Occidente de México, específicamente en los estados de Colima y parte de Michoacán y Jalisco.
Además de monitorear la actividad eruptiva del Volcán de Fuego de Colima, en el CUEIV realizan investigación científica y tecnológica en la región sismo-volcánica de Colima; coordinan a los distintos grupos, tanto nacionales como extranjeros, que realizan trabajos de investigación en el área del complejo volcánico de Colima, y elaboran mapas de riesgo volcánico y estrategias de prevención de desastre en colaboración con el Sistema Estatal de Protección Civil y el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred).
El director del CUEIV mencionó que también se fomenta la formación de recursos humanos en el área de ciencias de la Tierra a través de programas de posgrado y cursos de actualización con niveles aceptables dentro de los estándares internacionales.
Las principales líneas de investigación son: riesgo volcánico, geología del estado de Colima y parte sur del estado de Jalisco, monitoreo geofísico, geodésico y visual, así como riesgo sísmico.
“Estudiamos los sismos y los periodos de ocurrencia y en colaboración con otros investigadores, específicamente de la Facultad de Ingeniería Civil, se desarrollan investigaciones en conjunto para observar la vulnerabilidad estructural en los edificios y en las casas y tener una visión más amplia de lo que pueden afectar los sismos en nuestra región”, señaló en entrevista con la Agencia Informativa Conacyt.
En los últimos años, investigadores del CUEIV han dedicado su tiempo a elaborar atlas de riesgo y a evaluar los diferentes riesgos que existen en el estado para tener un compendio de riesgos para manejo de diferentes dependencias del gobierno estatal.
“Principalmente nuestro trabajo es el monitoreo y la vigilancia del Volcán de Fuego de Colima, el volcán más activo de México, que en los últimos 500 años ha tenido más de 40 erupciones bien documentadas y es un volcán que sigue muy activo, ya que tuvimos un periodo de actividad fuerte a principios de enero de este año”, explicó.
Monitoreo visual y sísmico
La transmisión de imágenes sobre la actividad del volcán es esencial porque permite definir con precisión las características de los eventos de tipo explosivo como dirección, altura y características.
Asimismo, por medio de imágenes es posible delimitar la dirección de flujos de lava, flujos piroclásticos y lluvias de ceniza que con frecuencia se producen en este coloso.
El seguimiento de la actividad sísmica es la técnica de vigilancia de volcanes más antigua.
En el CUEIV se cuenta con seis sismómetros operando de banda ancha, que son de última generación, y otros tres sismómetros, de periodo corto, que siguen funcionando y que resguardan información de la actividad del coloso de años anteriores.
El doctor en sismología Vyacheslav Zobin, investigador del CUEIV desde hace 21 años, explicó que el sismo tectónico es prácticamente la formación de una ruptura y la generación de ondas sísmicas que llegan a las ciudades y pueden destruirlas. Mientras que los sismos volcánicos son muy pequeños.
“Por ejemplo, durante un año tenemos en el mundo sismos tectónicos con magnitud de 7 grados Richter o más, unos 30 o 50. Sobre sismos grandes volcánicos durante 100 años tuvimos registrados solamente cuatro de esta magnitud cerca de volcanes”, detalló.
El investigador de origen ruso indicó que por mucho tiempo la gente pensó que los volcanes producían sismos grandes destructivos, pero con estudios detallados sismológicos se conoce que los sismos volcánicos son muy locales, ya que abarcan entre tres y cuatro kilómetros alrededor de los edificios volcánicos.
Entre las fuentes que originan sismos volcánicos están los movimientos de magma, degasificación, rompimiento de rocas por presión del magma o de los gases, explosiones de gases en el cráter, oscilaciones de columnas de gases y procesos de hundimiento en las calderas volcánicas, entre otros.
“Hay una gran variedad de sismos volcánicos, por eso es muy interesante estudiarlos”, señaló el autor del libro Introducción a la sismología volcánica, que es el único material que existe a nivel mundial sobre este tema.
Vyacheslav Zobin mencionó que los sismos volcánicos son precursores de nuevas etapas eruptivas de volcanes que han estado inactivos durante 100, 200 o más años.
“El estudio de la sismicidad, el registro de sismos, es el único instrumento para tener conocimiento de lo que podemos esperar del volcán”, expresó.
Después de la creación del Centro de Investigaciones en Ciencias Básicas de la Ucol en 1984 y gracias a las estrechas relaciones con el Servicio Sismológico Nacional (SSN), en diciembre de 1985 comenzó a operar un sismógrafo instalado en el cerro de La Cumbre.
Entre enero y febrero de 1986 se puso en funcionamiento una red temporal con sismógrafos portátiles instalados en las comunidades de Colima, El Fresnal y La Yerbabuena. En mayo de 1988, se instaló una red temporal con tres sismógrafos portátiles en el lugar conocido como El Playón.
Ese mismo año se inició un proyecto de colaboración entre el Instituto de Geofísica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y la Ucol, con la finalidad de instalar un dispositivo de monitoreo. En junio de 1989 se instalaron y se pusieron en servicio las primeras estaciones de la RESCO.
“Esta red actualmente cuenta con seis estaciones de banda ancha; la estación más cercana está a 1.7 kilómetros del cráter y la más lejana a cinco kilómetros y con estas estaciones monitoreamos la actividad sísmica asociada al Volcán de Colima”, señaló durante la entrevista el director del CUEIV.
Equipamiento
Arámbula Mendoza dio a conocer que ya cuentan con un equipo para medir los gases que expide el coloso, lo que ha sido posible gracias al apoyo de la UNAM.
“Cuando sube el magma, este magma viene acompañado de varios gases y, de hecho, el gas es el motor de que ascienda el magma, siendo uno de ellos el dióxido de azufre (SO2)”, expuso.
Asimismo, señaló que el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) aprobó el proyecto Estudio de señales sísmicas, acústicas e imágenes de video en el volcán de Colima como herramienta de monitoreo y pronóstico de erupciones, que presentó en la convocatoria de Atención a Problemas Nacionales, para equiparse con dos sensores sísmicos, tres sensores de infrasonido y dos cámaras de video para monitorear la actividad del coloso.
Además realiza las gestiones para instalar un inclinómetro nuevo del CUEIV, que es un sensor que estudia la inclinación, ya que cuando empieza a subir el magma el volcán se “hincha” y al “hincharse” las laderas cambian su inclinación, aunque obviamente son valores pequeños llamados microrradiales, que a simple vista no se perciben.
Arámbula Mendoza dijo que en el CUEIV analizan información de páginas web especializadas que proporcionan imágenes térmicas del Volcán de Fuego de Colima por medio de satélites y existen agencias internacionales que brindan el apoyo a muchos países subiendo información sobre anomalías térmicas.
Otros investigadores de este centro, que estudian los depósitos de rocas que bajan por los flujos de lava, llevan a cabo un análisis de la petrología y de los componentes químicos en colaboración con el Cenapred y el Instituto de Geofísica de la UNAM.
“Existen estudios que se realizan para conocer cuál es la actividad del volcán y hay otros estudios, que son más bien investigaciones, que ayudan a conocer cómo trabaja el volcán, pero que no dan un resultado inmediato. Tratamos de hacer las dos cosas, aunque nuestra prioridad es el monitoreo porque la actividad del volcán es un riesgo para la población”, aseguró el investigador.
De esta manera, la Universidad de Colima y el CUEIV contribuyen a disminuir el riesgo por medio de estos estudios que se desarrollan en dicho centro, lo que repercute en la seguridad de la población.
El CUEIV tiene como objetivo el estudio de los fenómenos volcano-tectónicos que afectan el occidente del país, con especial énfasis en el seguimiento de la actividad del Volcán de Fuego y la sismicidad tectónica del estado de Colima, resaltó el investigador.
“Desarrollamos como actividad primaria el monitoreo de la actividad del Volcán de Fuego, y como un servicio y vinculación con la sociedad colimense su divulgación a través de la página web del centro”, comentó.
Por ello trabajan en la reinstrumentación de todo el sistema de vigilancia volcánica con la mejor y más actual tecnología para continuar con las investigaciones sobre el Volcán de Fuego de Colima, lo que tiene una aplicación directa en la sociedad, particularmente en lo que se refiere a los riesgos geológicos.
El doctor en sismología dio a conocer que el Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) donará al centro de investigación cuatro estaciones sísmicas, las cuales serán instaladas por miembros del Cenapred y de la Ucol.
Además de colaborar con universidades del país como la UNAM, el CUEIV desarrolla proyectos en colaboración con instituciones extranjeras como la Universidad de Saboya, en Francia, la Universidad de Granada, en España, y con el Centro GFZ de Potsdam, en Alemania.
Actividad del volcán
Actualmente el Volcán de Fuego de Colima está en una etapa explosiva y se han presentado explosiones vulcanianas que han generado columnas entre seis y siete kilómetros de altura con respecto del cráter y algunas han tenido flujos piroclásticos hacia el este del edificio volcánico. Aunque en estos momentos la actividad no representa un riesgo para la población, existe un zona de exclusión.