Desde la suspensión de las ejecuciones, cinco condenados a la pena capital han muerto, todos relacionados con infecciones de Hepatitis C, según abogados y familiares de los reos.
Rodney Stewart, director médico interino del Complejo Penitenciario en Florence, Arizona, que hasta el año pasado albergó a la mayoría de los sentenciados a muerte, declaró recientemente que hasta 80 por ciento de los reclusos en ese complejo estaba infectado con la enfermedad.
Las estadísticas oficiales del Departamento de Correcciones de Arizona difieren, al considerar un porcentaje menor.
La hepatitis C es una infección viral transmitida por la sangre que afecta principalmente al hígado, causando cirrosis o endurecimiento del hígado y cáncer. Puede complicar otras enfermedades como la enfermedad renal y la diabetes.
La enfermedad solía ser incurable, pero ahora se puede tratar eficazmente con costosa medicación antiviral. En su mayoría se contrae al compartir agujas entre los usuarios de drogas, pero también por transmisión sexual, perforaciones infectadas o agujas de tatuajes, o al compartir hojas de afeitar y cepillos de dientes.
Brian Dann, quien estaba sentenciado a la pena de muerte en Arizona, falleció a causa de la hepatitis C el pasado 1 de marzo, en el deceso más reciente entre los sentenciados al castigo capital en esta entidad.
Dann había interpuesto una demanda el año pasado contra el Departamento de Correcciones de Arizona para ser tratado con medicamentos antivirales.
En su queja escrita a mano, Dann escribió: "el demandante ha sufrido daños documentados irreparables en el hígado, con el correspondiente dolor severo en las articulaciones, fatiga debilitante y deterioro cognitivo físico que frena (sic) la función diaria. Sin un tratamiento rápido, estos síntomas progresarán exponencialmente en una muerte inminentemente prematura".
Dann recibió el tratamiento farmacológico, pero su hígado estaba tan dañado que necesitó una operación de derivación para permitir que la sangre fluyera más allá de su hígado. Murió en la mesa de operaciones.
La Hepatitis C se ha convertido en un problema en las prisiones de todo el país. Un estudio de 2016 realizado por investigadores de las universidades de Yale y Harvard indicó que 10 por ciento de los reclusos en las cárceles estatales tiene Hepatitis C.
El estudio también indicó que un tratamiento de 12 semanas para tratar la infección puede costar entre 43 mil y 94 mil dólares.
Stewart, que labora para la compañía Corizon Correctional Healthcare, la firma a cargo de atender la salud en las cárceles de Arizona, testificó el pasado 14 de marzo en una audiencia en una Corte Federal sobre la atención médica que se presta en las prisiones de la entidad.
Stewart dijo que de los cinco mil reclusos internados en el Complejo Penitenciario Eyman, en Florence, unos dos mil 700 padecían enfermedades crónicas, especialmente Hepatitis C.
Sin embargo, de acuerdo con el Departamento de Correcciones de Arizona, de los 41 mil 681 reos que se tienen actualmente en las prisiones estatales, seis mil 243 padecen de Hepatitis C, lo que significa 15 por ciento de la población.
El Departamento de Correcciones de Arizona aseguró a través de un vocero en declaraciones al periódico The Arizona Republic que: "el departamento trata a los reclusos de Hepatitis C de conformidad con, y en consonancia, las pautas de la Oficina Federal de Prisiones (BOP)".
Esas pautas federales incluyen una disposición de "exclusión voluntaria", lo que significa que los presos pueden rechazar voluntariamente las pruebas. Entonces el tratamiento depende del nivel de cirrosis.
Actualmente Arizona tiene 116 personas sentenciadas a la pena de muerte. Arizona no ha ejecutado a ningún reo sentenciado al castigo capital desde julio de 2014 debido a litigios y a la falta de medicamentos adecuados para realizar las ejecuciones.