19 de Diciembre de 2022
Guardar

Esta semana, el estado de Querétaro sufrió una nueva tragedia relacionada con el mal uso y manejo de pirotecnia; ahora, en la parroquia de San Miguel Arcángel, en la colonia Carrillo, en la capital, el pasado 12 de diciembre.

Esto, como ocurre cada siniestro que se presenta, abrió el debate fuertemente sobre la posible prohibición del uso de juegos pirotécnicos, entre quienes defienden y le llaman tradición y quienes piden su desaparición.

Por un lado, ecologistas, activistas sociales y sectores de clase media alta han levantado la voz para satanizar el uso de estos artificios: los animales de compañía sufren con ellos; se genera contaminación ambiental; y en muchas ocasiones, han juzgado la preparación y capacitación de los responsables de su manejo.

Por el otro lado, se encuentran los grupos religiosos, fanáticos de los espectáculos visuales que generan; así como organizaciones sociales de comunidades rurales, los cuales han solicitado que se prevalezca con esta tradición, por considerarlo como un elemento fundamental de celebración.

Este tema, politizado, ha llegado a oídos de la legislatura en donde también ha surgido la intención de fomentar el debate y escuchar todas las voces.

Lo interesante de este tema se dio con la declaración del vocero de la Diócesis de QuerétaroMartín Lara Becerril, quien advirtió que los queretanos están “reacios” a perder esta costumbre, y aseguró que existe un fuerte arraigo a preservarla.

Lo interesante será cómo, quienes reprueban el uso de la pirotecnia, convencerán a estos grupos; pues su principal argumento es garantizar la seguridad de los asistentes a una fiesta patronal o celebración religiosa.

La pirotecnia se usa en muchos aspectos y situaciones de todos los niveles; en comunidades rurales, ante el fallecimiento de un menor de 18 años; hasta en las celebraciones de las Fiestas Patrias; con el tradicional Torito, el Judas y los castillos patronales; e incluso, en celebraciones privadas.

Lo que es un hecho es que la pirotecnia dará de qué hablar en 2023, o por lo menos así lo prometieron en el Congreso local. Solo esperemos que no sea una paloma que explote en la mano de los diputados, por luego no promover correctamente un diálogo y conciliación entre las distintas opiniones.

Archivado en