Rio De Janeiro, Brasil, 9 Feb 2024.- Con el reloj corriendo para la que ha sido llamada la fiesta más grande del planeta, el bailarín brasileño Pedro H. Gaspar confiesa estar "emocionado... y cansado".
Cansado de largos meses de intensos ensayos. Emocionado porque el legendario carnaval de Río de Janeiro está por comenzar.
"Aquí hablamos mucho del 'PCT': la tensión previa al carnaval, que todo intérprete de escuela de samba siente", dice el sonriente y elegante Gaspar, de 30 años, miembro de Unidos de Vila Isabel, una de las 12 escuelas que competir en el famoso desfile de carnaval de Río los domingos y lunes por la noche.
"El carnaval ya está aquí" es uno de los eslóganes favoritos de Río. La icónica ciudad costera ha estado atravesada durante semanas por "blocos", las fiestas callejeras que atraen a multitudes de juerguistas con trajes alternativamente diminutos y extravagantes en esta época del año, borrachos de felicidad y cerveza.
Pero el punto culminante de la fiesta será el suntuoso pavoneo de las escuelas de samba por la avenida del "Sambódromo" de la ciudad, el lugar para desfiles con capacidad para 70.000 personas diseñado por el arquitecto moderno Oscar Niemeyer, que celebra su 40 cumpleaños este año.
La samba, el género musical afrobrasileño que alimenta las festividades, tiene por su parte un siglo de antigüedad, pero sigue siendo tan explosivamente creativo como siempre.
Con imponentes carrozas, secciones de tambores atronadores y hermosas bailarinas con trajes brillantes y apenas visibles, cada escuela de samba competirá por el codiciado título de campeones del carnaval.
'Problemas fundamentales'
Pero más allá del brillo, el carnaval también plantea cuestiones políticas y sociales apremiantes.
Muchos de los desfiles de este año rendirán homenaje a héroes poco conocidos de la historia negra o celebrarán las raíces africanas e indígenas de Brasil.
Una escuela famosa, Salgueiro, contará la historia del pueblo indígena yanomami, que sufre una emergencia humanitaria atribuida a la minería ilegal de oro en la selva amazónica.
Su situación alcanzó un nivel crítico durante el gobierno del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro. Pero su sucesor, el veterano izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, ha luchado por revertir la tragedia que se está desarrollando.
"Los desfiles de las escuelas de samba siguen siendo un lugar para que Brasil reflexione sobre sí mismo", dice el antropólogo Mauro Cordeiro.
"El Carnaval de Río es un espacio donde hablamos de las cuestiones políticas y sociales fundamentales de Brasil".
No es que no haya mucho espacio para la tontería y la diversión: el sencillo más exitoso de los desfiles de 2024 es una samba alegre que canta las alabanzas del anacardo.
Pero el carnaval también es un asunto serio.
El partido, que se prevé que genere más de mil millones de dólares en ingresos este año, enfrenta muchos de los mismos problemas que Brasil en general.
Dado que Río sufre crímenes violentos, las autoridades han anunciado que desplegarán miles de policías durante el carnaval.
También se enfrentan a un brote de dengue transmitido por mosquitos, que ha matado a unas 50 personas. Río declaró el lunes una emergencia de salud pública y los organizadores planean distribuir repelente de mosquitos en el Sambódromo.
Mantener viva la tradición
Se espera que nada de eso rompa la magia del carnaval ni frene a las escuelas de samba, instituciones arraigadas en barrios pobres que se deleitan en poner a las masas marginadas de Río en el centro de atención durante dos noches.
Una es la icónica Mangueira, llamada así por la "favela" o barrio pobre, donde nació hace 96 años, a tiro de piedra del famoso estadio de fútbol Maracaná.
Este año, la escuela deportiva rosa y verde rendirá homenaje a la estrella de la samba Alcione con motivo del 50º aniversario de su carrera.
La cantante multiplatino cofundó el programa juvenil de Mangueira hace 36 años.
"Es muy conmovedor, porque Alcione tuvo un gran impacto en nuestras vidas", dice Barbara Rachel, nativa de Mangueira, quien surgió en el programa juvenil y hoy es su directora cultural.
"No sólo mi vida, sino la vida de toda una generación", dice este hombre de 30 años, cuyos estudiantes se pavonearán en su propio desfile cuando Río celebre su carnaval infantil el martes.
La próxima generación mantendrá viva la tradición. Como canta Alcione en una de sus canciones más conocidas, "Don't Let the Samba Die".