A contracorriente avanza movimiento lésbico en México

24 de Junio de 2019
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Medio siglo de demandas sociales para que las lesbianas tengan derechos y no sean violentadas por su orientación sexual ha rendido frutos, por ejemplo: el matrimonio entre personas del mismo sexo y que más sean funcionarias y figuras públicas.

Sí. Desde la década de los años 70 la sociedad ha avanzado, pero hay que estar alerta porque en cualquier momento los derechos pueden ser arrebatados, afirmó la activista y editora de la revista “LesVoz”, Mariana Pérez Ocaña, quien ha militado en el movimiento lesbofeminista desde que tenía 19 años de edad.

Ocaña explicó de qué se trata este movimiento, a propósito de las acciones y actos que se realizan en junio, durante el mes del orgullo LGBTTTI (Lésbico, Gay, Bisexual, Transgénero, Travesti, Transexual, Intersexual), el cual concluyen el sábado 29 con la 41 Marcha del Orgullo en la capital mexicana.

Este año la marcha del orgullo se realizará el sábado 29 de junio, pero en opinión de la activista, no lleva una demanda social pese a que en México todavía asesinan a personas homosexuales o no pueden salir a la calle con seguridad, aseguró.

Para Pérez Ocaña, una conmemoración donde sólo hay fiesta no ayuda a generar derechos, por eso, explica, hay lesbianas que no se suman a este acto y existe un movimiento autónomo que desde 2003 organiza una marcha lésbica en marzo, mes de la mujer.

La movilización de las lesbianas se mantiene viva aún con las diferencias que han surgido con el movimiento de mujeres transexuales, quienes han exigido incorporarse a esta marcha bajo el argumento de que negarles la asistencia es discriminarlas por no ser mujeres biológicas.

Este recorrido para hacer visible la lesbiandad también se enfrenta contra las autoridades capitalinas que en años anteriores les han tratado de negar el derecho a manifestarse con el argumento de que ya hay una "marcha gay" en junio.

Aunque junio es mes del orgullo LGBTITTI, para Mariana Ocaña, estas siglas mezclan orientación sexual, identidad de género y prácticas políticas, por eso no se identifica con ellas.

En una sociedad que aún violenta a las personas -mencionó- es innegable recordar que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha señalado que existen tres orientaciones para ejercer la sexualidad: ser heterosexual, homosexual o bisexual.

Con este antecedente, la militante lesbiana, explicó que ser lesbofeminista es cuando una mujer se relaciona con alguien del mismo sexo, pero además lo admite abiertamente y mantienen prácticas conscientes feministas.

Para contextualizar señaló que en México las mujeres lesbianas que “salen del clóset” y quieren relacionarse con otras mujeres, solo tienen como opción “la cultura gay”, que, aseguró, está revestida de un tinte comercial.

Pérez Ocaña señaló: "la vida es más que eso porque implica leer, viajar, conversar, otros aspectos”. Bajo esta premisa, en 1994 comenzó el fanzine “Himen” que dos años más tarde, en 1996, se transformó en la revista “LesVoz”, un medio para encontrar información sobre literatura, cultura y Derechos Humanos.

Desde entonces “LesVoz”, que ahora sólo está en formato digital, ha servido para crear una comunidad de lesbianas porque publica información de interés como temas de salud; o bien, retoma biografías de mujeres lesbianas que han hecho importantes aportes a la humanidad.

Entre los principales avances, explicó Pérez Ocaña, es la visibilidad del lesbianismo, pero tampoco se puede olvidar el matrimonio entre personas del mismo sexo, conseguido en 2009 en la Ciudad de México; o bien, el derecho de las madres lesbianas a ver a sus hijas e hijos o tener su guarda y custodia.

A pesar de ello, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Discriminación (Enadis) 2019, 29.5 de las encuestadas dijo haber sido discriminada por ser mujer y 3.7 por ciento por su orientación sexual.

La misma encuesta dice que hay más probabilidad de vivir discriminación si se es una persona homosexual o bisexual, así lo refirió 30.1 por ciento de esta población encuestada. A esta población también se le llega a negar derechos como la atención médica o medicamentos, servicios en alguna oficina de gobierno, entrada o permanencia en algún negocio, centro comercial o banco, programas sociales y empleo, entre otros. Anayeli García Martínez.

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