Al gobierno de Querétaro se le viene agotando su bono democrático a pasos agigantados, hay signos alarmantes de un desgaste sistémico, las tendencias marcadas en 2022 se esfumaron rápidamente arrojándonos una deuda social que va en escalada.
No hay un buen sabor de boca para los Queretanos, hay malestar por un tráfico insufrible, la expectativa generada no puede competir con una sociedad abrumada por muchas carencias y que aumentan el mal humor social con una ciudad semiparalizada en la que se adhiere la especulación de qué hay atrás de esa obra.
El transporte público no atina tampoco a abonar a la solución, nadie entiende las bondades de cambiar de un Instituto a una Agencia, el ciudadano de a pie no ve la hora de los beneficios tangibles cuando tiene que esperar por horas su transporte que lo llevará al trabajo, a la escuela o a su casa.
La violencia desatada nos dice que algo cambio en el Querétaro del “no pasa nada” dejamos de ser esa ciudad que competía en calidad de vida para convertirnos en una más donde el crimen viene ganando terreno, el asesinato del violinista en pleno centro de la ciudad expone lo que se habla tras bambalinas: que en Querétaro pasa de todo.
El PAN implora no lucrar y no ser mezquinos, como si fueran muy condescendientes con López Obrador, pero la realidad es que los temas se vienen agolpando en una administración llena de infortunios, malas decisiones y un gabinete que no ayuda en mucho. Lo del Indereq es un ejemplo, aún desdeñada y minimizada la denuncia esta fue clara y crece ante los bacanales donde se desataron los apetitos sexuales de funcionarios, y para rematar, la mitad de Querétaro se quedó sin agua, quedando al descubierto la ineficiencia y la ineficacia de una administración que no sabe de un manejo de crisis y con un municipio de reacciones tardías que finalmente terminaron por costarle al ciudadano los errores de otros.
Gobernar desgasta, eso es un hecho. Es algo que la mayoría de los políticos mexicanos experimenta. En tiempos donde no hay elecciones los ciudadanos suelen expresarse con menos intensidad, de ahí la calificación al gobernador hoy en día, pero todo mundo sabe que cuando lleguen los tiempos electorales los problemas se potencializan, se tiene contexto de lo que está en juego y se fijan en otros indicadores diferentes soportados en un gran numero de situaciones sociales, a los puramente electorales de intención de voto.
El poder está atado a fracasos, a excesos y a rupturas, con estos elementos se jugará la próxima elección. La economía será un elemento definitorio, ahí es donde el viento no sopla a favor de quien decidió la carga de impuestos vehiculares impuesta a raja tabla, súmele el tiempo perdido, la gasolina y los problemas en nuestros trabajos por la obra de 5 de febrero; el tema de la inseguridad y lo que vaya surgiendo a lo largo de 2023, además de una contienda electoral que será muy dura con un Morena que lejos de decrecer se consolida.
2023 será de señales, orden y desorden, construcción y destrucción, convergencia y divergencia serán circunstancias a considerar por los ciudadanos que deberán estar muy conscientes que en el ejercicio del poder, no siempre se cumple lo que se exige.