De esta manera opinaron el arzobispo de Alepo, Antoine Chahda, el obispo de Granada, Nicaragua, Jorge Solórzano Pérez y el presbítero Kenneth Chukwuka, quienes visitan México para participar en la “2ª Noche de los Testigos”.
Al preguntar su opinión sobre la situación que persevera como un estigma contra los clérigos por los casos de abuso a menores, los tres presbíteros manifestaron su dolor y malestar por esta situación porque “en nada reflejan el verdadero testimonio de la iglesia”.
En efecto, reiteraron el llamado del papa Francisco hacia una "tolerancia cero" hacia los casos de pedofilia y, desde luego, la aplicación de todo el rigor de la ley para quienes incurren en este delito.
Desde luego, también advirtieron que como parte de este problema se está dando además un fuerte ataque de manera mediática a la imagen de la Iglesia Católica, aprovechando los casos de pedofilia a manera de propaganda.
En ese sentido, el arzobispo de Alepo, Antoine Chahda, dijo que en efecto se han presentado casos de pedofilia, y esto le ha pesado mucho a la iglesia, porque la gente termina por encasillar a todos los religiosos como pederastas dejando de lado la labor que cientos de clérigos hacen a diario por la humanidad.
“Les encanta ver la mitad del vaso vacío, pero no ven la mitad con agua y cuánto es lo que están haciendo los sacerdotes de lugares como Chile, Nigeria y Siria, en donde su labor ha sido clave para ayudar a superar la adversidad de la guerra y las persecuciones”, señaló.
Y en México, como en Siria y en Venezuela es igual, cuantos sacerdotes han sido capturados, torturados, desaparecidos por el evangelio y por defender la verdad, y eso no lo ven.
“Y en efecto, eso no puede ser, porque la misión de los sacerdotes es la de ser el puente espiritual entre el hombre y Dios”, pero por el contrario suelen presentarse estos casos lamentables en los que el clérigo simplemente da un testimonio contrario al atentar contra los menores de edad.
Al respecto destacó la labor que ya se lleva cabo al interior de la Iglesia para acabar de raíz con ese problema, de manera que quien profese como religioso sea verdaderamente una persona espiritual y si hay alguien que atente contra un menor que pague y se haga justicia.
Al respecto, el obispo de Nicaragua secundó el llamado del Papa Francisco hacia una “tolerancia cero”, porque si bien es cierto que la Iglesia está siendo atacada y una forma de ser atacada es utilizando el problema de la pedofilia como una forma propagandística contra la religión, también es innegable que existe este problema y hay que combatirlo.
Y en ese sentido, Solórzano Pérez aseveró que hay que ser cuidadosos desde la formación de los presbíteros en el seminario, para garantizar que no se presente esta situación desde un principio, lo cual implica un seguimiento durante toda la vida para garantizar que la espiritualidad del sacerdote no se debilite.
Urge trabajar“para que cada día nuestro testimonio sea más claro”, y se acabe por completo con este problema que tanto le ha pesado a la Iglesia por ser antitestimonio.
Al respecto, el presibtero Kennet Chukwuka destacó lo importante que resulta la formación integral del sacerdote, porque aunque se trata de un ser humano de carne y hueso que siente y que sufre las adversidades del mundo como cualquier otro ser humano, lo cierto es que se supone que se trata de una persona preparada.
Y en ese sentido, un sacerdote tiene como antecedente una educación que le ha capacitado para ayudar, servir y dar la vida por los demás. Sin embargo, como lo señala San Pedro en su primera carta, “el diablo anda como león rugiente buscando a quién devorar” y por ello “hay que resistirle, firmes en la fe”.
En ese sentido, el padre Kenneth opina que el sacerdote es una de las personas más tentadas por su misma naturaleza célibe, y por ello debe mantener una disciplina espiritual firme y apoyarse constantemente en un guía espiritual.
Recuerda que cuando ha hablado con la gente y ésta le ha manifestado “yo no creo en los curas”, él mismo les responde: “yo tampoco creo en los curas, yo creo en Dios. Porque de lo contrario, si buscamos al cura en lugar de Dios, entonces vamos a ser “cureros”.
Es por ello que el sacerdote debe tener siempre presente desde su formación y para el resto de su vida que su objetivo es que el hombre ame y siga a Dios, no a él. Por ello es importante asegurarse de que su formación sea sólida y muy centrada.