Una vida en Los Tribunales de Jesús

19 de Abril de 2019
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Querétaro,19 Abril 2019.- Cientos de historias se conjuntan dentro de las celebraciones de los Tribunales de Jesús de La Cañada, El Marqués, y entre esas se encuentra la de Alejandro Cabrera quien, participa desde hace 46 años.

De ese periodo, 24 años lleva interpretando a Malco, hombre que torturó al Señor y que, por tanto, recibe reproches de los fieles, quienes hasta en ocasiones lo intentaron agredir.
“Un soldado es corajudo, malencarado, y así se me ha quedado mi semblante… Tienes que ser ese soldado rudo, pero también te gana la sensibilidad… Aquí ves a la gente que llora, que verdaderamente está metida en la obra”.

Afirma que nunca esperó ser actor, pues cuando tenía diez años, lo único que le interesó fue alimentar su curiosidad y, para ello, se ofreció a ayudar a los adultos que instalaban los escenarios para representar la Pasión de Cristo.

A eso de los 14 años le ofrecieron interpretar el papel de ayudante de Poncio Pilato, pero sólo pudo interpretarlo por cuatro años, pues a ser más alto que Pilatos, ya no resultó propicio para el personaje.

Soldado, Capitán y José de Arimatea fueron algunos de los papeles que le tocó interpretar, pero cuando tenía alrededor de 15 años, ayudó a forjar, con pala y pico, el camino que lleva al Cerro del Bautisterio, donde cada año “crucifican” a “Jesús”.

Por tres años se llegó al cerro por las, ahora, oficinas de Seguridad Pública Municipal, hasta que el dueño del terreno que atravesaban tomó acciones legales y colocó una malla; la gente tiró la malla, y al año siguiente el dueño realizó una construcción.

“Hay un andador ya definido, por allá nos trasladamos y ya se hizo oficial (el recorrido) … en el (año) 66 se comenzó a subir al cerro; tenemos los escenarios naturales… el pasaje, anteriormente, se realizaba adentro de la iglesia”.
Recuerda que en las primeras representaciones, en lugar de “crucificar” a una persona, utilizaban a un Cristo de madera, aún en la iglesia de San Pedro Martir, figura habilitada con un “sistema de muelles”, para articular sus cintura, rodillas y manos.

Tras tomarse un momento para narrar su trayectoria, Alejandro Cabrera afirma que el Vía Crucis se convirtió en una tradición familiar.

Antes de continuar con sus actividades, indica que su hijo, Joel, interpreta a un soldado, su hija, María, actuó cuando era niña, su otro hijo, Mario, se suma al montaje de los escenarios, y su esposa, Martina, le acerca la utilería que requiere en el recorrido.