La Morenita del Tepeyac, salvó a mi esposo: Margarita Castañón

17 de Julio de 2016
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San Juan del Río, 17 Julio 16.- Con amor y gratitud, Margarita Castañón Moreno y su hija menor de 10 años de edad, dejan atrás sus actividades laborales, su familia y hogar, para caminar al Tepeyac y agradecer a la Santísima Virgen de Guadalupe, el milagro de dejar con vida a su esposo, quién durante mucho tiempo estuvo postrado en un hospital a consecuencia de un golpe en la cabeza.

Originaria del Rancho de San Rafael, en el municipio de El Marqués, narró que durante 16 años lleva a cabo su trayecto hasta la Basílica de Guadalupe, sin embargo desde hace 9 años su camino es con la finalidad de agradecer y corresponder a la salvación de su esposo.

 

“Yo le vengo a ofrecer mi fe y es que me dio un milagro, cuando mi esposo sufrió un golpe en la cabeza yo le pedí a la santísima virgen que me ayudará y le dio otra oportunidad, estaba muy grave, los médicos ya no daban esperanza, pero mis plegarias a la Virgencita fueron escuchadas y me concedió ese milagro, por eso mientras tenga vida y dios me de licencia de vivir, y me lo permitan continuare recorriendo este camino”, apuntó.


Castañón Moreno de 57 años de edad, expresó que su esposo también realiza el recorrido, sin embargo él lo hace desde la Sierra, en la columna de los hombres, pues de igual forma cumple su “manda”.

Detalló que su actividad económica es la realización de tortillas a mano, por lo que manifestó con voz entrecortada que gracias a su fe, el trabajo y las ganas, nunca les ha faltado nada, alcanzándoles para realizar su peregrinación año con año, aún dejando de trabajar dos semanas.

“Nosotros sufrimos mucho porque mis sobrinos fueron los que agredieron a mi esposo, cada vez es más complicado, yo vendo mis tortillas y junto mi dinerito para venirme, y esa es mi fe que yo tengo, esa devoción me hace salir para adelante, nada más para mí y mi hija, yo hago lo de 6 cuartillos de maíz diario y voy apachurrando mis centavos”, refirió.

Está mujer ve la peregrinación como un acto de bendición y perdón, caminar durante días para llegar a postrarse por un momento ante el altar de la Santísima Virgen del Tepeyac y así poder agradecerle una vez más por la segunda oportunidad que le dio a su esposo y para que nada les falte en su familia.
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