De un puesto de comidas a 21 restaurantes con sabor a los llanos colombianos

10 de Diciembre de 2021
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Medellín (Colombia), 10 dic (EFE).- Como una medida desesperada ante su difícil situación económica, tres colombianos empezaron con un pequeño puesto de comidas a abrirse camino con carne a la llanera, un servicio que hoy, 17 años después, les permite consolidar una cadena de restaurantes con 21 sedes en el país.

En La Aldea, una zona rural de Medellín, Mesías Cabrera plantó la semilla de lo que sería El Llanerito, un pequeño proyecto al que poco después se unieron un par de sobrinos del departamento del Caquetá, en el sur del país.

Apenas terminó la secundaria, Anderson Artunduaga Cabrera, cofundador de la cadena de restaurantes, juntó algo de dinero trabajando como mesero y en mantenimiento de piscinas para atender el llamado de su tío y emprender el viaje que cambiaría su vida y la de su familia.

"Con mucha tristeza me despedí de mi madre. Le prometí que le iba a dar todo a ella y que me iba a llevar a mis hermanos", cuenta a Efe Artunduaga, quien recientemente se convirtió en el Gran Ganador del Famiempresario Interactuar 2021.

Un puesto de comidas con el piso en tierra y construido en guadua y tejas de zinc lo esperaba. "Llegué con mi primo Hermes (Cabrera). Nos encontramos con una realidad dura, pero teníamos muchas ganas", comentó.

Rápidamente aprendió a preparar esta popular carne asada en vara, símbolo de la tradición llanera, ante el desafío de robarle la corona a los frijoles y el chicharrón, reyes de la gastronomía de Antioquia.

"Hubo días en los que solo vendimos una porción", recuerda el empresario.

Él y sus socios, confiados en la calidad de su producto, empezaron a dar degustaciones. La gente se quedó. Cautivaron con cortes finos y sumaron adeptos con acompañamientos como yuca y salsas caseras.

El crecimiento se dio de "manera acelerada". Hoy cuentan con 300 empleados y 21 restaurantes en el país, la mayoría de ellos en Antioquia, el Eje Cafetero y Valle del Cauca.

VENDER UNA EXPERIENCIA

"La gente veía que éramos dos jóvenes con garra y ganas de salir adelante", agregó Artunduaga, de 32 años, quien evoca con una sonrisa los momentos difíciles: "Nos tocó dormir con el primo Hermes en la cocina del restaurante en (el barrio) Pilarica, donde empezamos con ese sueño en Medellín".

Ese restaurante es hoy uno de los más concurridos en la ciudad. Largas filas de carros se ven los fines de semana y la capacidad se desborda en festejos como el Día de la Madre.

Los comensales, además de disfrutar de la "auténtica carne de los Llanos Orientales", también persiguen una experiencia. En cada sede, se encuentran con las notas del arpa y el ritmo del joropo y música en vivo, en un ambiente que complementa una decoración con sandalias, sombreros, ponchos y lazos.

"Los restaurantes son un pedazo del llano en otras tierras", detalló.

A medida que la empresa fue creciendo, más familiares llegaron a Medellín para sumarse al negocio y les dieron la oportunidad de tener su propia sede bajo la marca de El Llanerito, en una sociedad hecha por tíos, primos y hermanos.

ESTADOS UNIDOS, PRÓXIMO DESTINO

Para afirmar las bases de la cadena y expandirse, Artunduaga inició una capacitación con el programa Método Base de Aceleración (MBA) de la Corporación Interactuar, que le permitió organizar mejor la estructura empresarial y tener herramientas para gerenciar.

"Yo antes me sentía un comerciante, pero allí entendí que era un empresario, que había generado muchos empleos y que muy poca gente ha logrado lo mismo", sostuvo el joven.

Abrir una sede en Estados Unidos y entrar a las grandes superficies con carne a la llanera empacada al vacío son sus proyectos inmediatos. Siente que están listos para dar ese gran salto luego superar con éxito todo tipo de dificultades, incluso la pandemia.

Con su historia y la de su familia, este empresario también pretende inspirar a otros emprendedores y seguir "construyendo país".

"En mi tierra (Caquetá) se ve mucho el narcotráfico, los paramilitares y los guerrilleros; esas eran las oportunidades que yo tenía más claras, pero decidí renunciar a eso y creer que podía conseguir más", concluyó Artunduaga.