Ciudad de México, la capital de la botana callejera

13 de Octubre de 2017
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México, 13 Oct. (Notimex).- Puestos de chapulines, chicharrones preparados, “dorilocos”, “doriesquites” y los tradicionales esquites, se han convertido en parte del paisaje cotidiano de la Ciudad de México, pues lo mismo se encuentran en parques, afuera de escuelas, de centros de trabajo, o en casi cualquier esquina de la gran urbe.

Incontables en la ciudad, se caracterizan por estar montados sobre carritos, carretillas o bicicletas, por lo general con una sombrilla que ayuda a sobrellevar el inestable clima de la capital del país a quienes atienden estos negocios, ya sea para resguardarlos del sol o para protegerlos de las lluvias.

La diversidad en cada botana también es innumerable, Leonardo Hernández explica que en la venta de chapulines, por ejemplo, hay variedad tanto en la especie del insecto como en la forma de prepararlo para su consumo.“Yo vendo puro chapulín de criadero, estos se alimentan únicamente con alfalfa, pero hay quienes venden de temporada, que son de monte. Los mejores y más seguros son los de criadero, porque sabemos lo que comen, pero los otros se pueden alimentar de hierbas de olor u otras plantas que les dan un sabor amargo y un olor diferente”.

Leonardo compartió con Notimex que la presentación de los chapulines que vende, traídos desde Oaxaca tienen un toque especial: a diferencia de otros, además del limón y la sal, los cocina con chile guajillo y ajo para que tengan un mejor sabor.

“Uno de los secretos es traer producto fresco, entre semana la venta es baja y solo traemos kilo y medio más o menos y vendo a 30 pesos la porción, en fin de semana se acaban hasta tres kilos, sobre todo porque hay muchos visitantes, yo por ejemplo tengo un cliente de Colombia que viene seguido a verme para llevarse una buena cantidad porque allá tiene un negocio”.

Las botanas sobre ruedas tienen tanta popularidad entre chicos y grandes en la capital del país, que quienes llevan varios años en este negocio informal incluso cuentan con trabajadores para que atiendan sus puestos.Tal es el caso de Doña Rosa, quien es dueña de Elotes y Esquites “Doña Rosa” y contrató a Viridiana Jiménez para que le ayude en la venta un par de días a la semana y despache a los clientes que transitan por el Jardín Centenario de Coyoacán.

En el puesto se puede obtener un vaso (de unicel) chico o grande de esquites, de 20 y 25 pesos, respectivamente, servidos de la forma tradicional: mayonesa, limón, queso rallado y chile en polvo, “en medio y al final”, relató Viridiana.

“La preparación también es la típica con mantequilla, lo único que hay que saber es cuánto tiempo dejas hirviendo los granos para que queden buenos. Aquí se cocinan con olla de barro porque dice la patrona que agarran mejor sabor, se les agrega ajo, cebolla, chile verde y desde luego el epazote”.Incluso en esta comida tan famosa y tradicional se han permeado ciertas variaciones. “Últimamente nos piden mucho los ‘doriesquites’, que son una variante de los ‘dorilocos’, se abre una bolsa de doritos y se agregan esquites, solos o con la preparación habitual”, dijo.<

Hay que mencionar que los “dorilocos” son una mezcla de botanas que incluye doritos, jícama y zanahoria rallada, pepino cortado en cuadros, cueritos y cacahuates, se adereza con chamoy, limón, salsa botanera o valentina y chile piquín, algunos también adicionan col u otras frutas.

“Las papas, chetos y chicharrones ya pasaron de moda, lo que pide ahora la gente son los ‘dorilocos’, tienen de todo y cuestan apenas 20 pesos”, señaló Carlos, un joven que lleva el carrito de su patrón por las tardes a las afueras de un centro comercial en la delegación Cuahtémoc.Por el mismo precio, también se puede disfrutar de un tradicional chicharrón preparado, botana que se ha convertido en parte de la dieta de muchos capitalinos.

Crema, cueritos, aguacate, col, jitomate, cilantro, limón y salsa valentina o botanera, y sal, son los ingredientes que hacen única a esta fritura que se ha convertido en parte de la cultura y de la dieta no solo de los citadinos, sino de todos los mexicanos.