Vivió Alejandro Caso la vida que le tocó y que se buscó

04 de Julio de 2013
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México, 4 Jul. (Notimex).- Quienes se acerquen y asomen a la lectura de "Siguiendo mis huellas" hallarán "al hombre culto, honesto y valiente que fue Alejandro Caso", aseguró anoche la viuda del prominente arquitecto y cazador, la también arquitecta Margarita Chávez, durante la presentación de esa obra en el Palacio de Bellas Artes.

La compañera de vida de Alejandro Caso (1926-2004) advirtió: "El libro no es una autobiografía ni un tratado sobre arquitectura. Mucho menos una obra que aborde la teoría de esa disciplina. Es un compendio de relatos y experiencias que a él le tocó vivir porque las circunstancias así lo marcaron, o porque él así se lo buscó", añadió.

A la presentación del volumen, editado por la Dirección General de Publicaciones (DGP) del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) asistió también el editor Joaquín Díez-Canedo, director de la Comisión Nacional de los Libros de Texto Gratuitos (Conaliteg), quien evocó al maestro, al amigo y al gran ser humano.

"Alejandro y Margarita me dieron los primeros empujones dentro de mi carrera profesional y de él aprendí mucho, sobre todo cuando íbamos de pesca o de caza", dijo Díez-Canedo, y abundó que Alejandro Caso escribió pasajes de su vida tan cortos que parecen frases sueltas y tan largos que parecen cuentos cortos.

Destacó su "admirable forma de escribir y su extraordinario humor al comunicarse", salpicando de alegres notas aún los momentos difíciles, como cuando estaba frente a un león, un elefante, un rinoceronte o un búfalo porque en realidad se trata de las memorias entrañables, asombrosas y aterradoras plasmadas por Alejandro Caso.

A decir de los editores, la cacería y la arquitectura fueron dos facetas en la vida de Alejandro Caso que le permitieron conocer ampliamente a México y el mundo, y construir memorias para verterlas en el libro donde da cuenta de su vida, a partir de los cinco años y hasta poco antes de su muerte, dando la visión de una gran época.

Hijo de la escritora María Lombardo Toledano y del arqueólogo Alfonso Caso, Alejandro deja ver en estos escritos la huella literaria heredada de su madre, con todo y su sentido del humor, con el que convierte anécdotas terribles en episodios divertidos, según los textos introductorios de Hugo Hiriart y Guillermo Arriaga.

"Siguiendo mis huellas" cuenta una vida interesante, a partir de una selección de recuerdos llenos de aventuras, acumulados a lo largo de más de siete décadas de existencia. Son memorias amenas que el autor creó al compás de sus soliloquios y diálogos, entre sus viajes, sus conversaciones y los destinos que había que apurar.

Situaciones vividas en su calidad de arquitecto, esposo, amigo, cazador, hombre de suertes y simpatías, de alegrías y sorpresas, de inquietudes y curiosidades, fueron llevadas a una escritura fragmentaria, o episódica, que dio como resultado páginas espléndidas, capaces de mostrar que lo sencillo no es necesariamente algo simple.

Arriaga recordó la anécdota con que inicia el libro, cuando al autor, entonces de cinco, su padre lo hizo descender a la mítica Tumba número 7 de Monte Albán. "Alejandro Caso nos expresa su asombro infantil, la admiración que le significó penetrar por un boquete al milenario entierro, su entrada al abrupto territorio de la muerte y, al mismo tiempo su irrupción en las civilizaciones zapotecas y mixtecas".

En su texto de presentación, Arriaga menciona que Alejandro Caso dedica una parte importante del libro a compartir sus anécdotas como cazador, particularmente en África, y logra transportar, a quien las lee a dicho continente, para hacerle sentir la luz, los colores, los olores, "la vida expresada a través de la búsqueda de la muerte".

Narra, por ejemplo, la cacería de un leopardo que de pronto se convirtió en algo aterrador: El leopardo, justo debajo del árbol donde Alejandro y su guía aguardaban, atacó a una manada de babuinos y despedazó a uno mientras ellos miran silenciosos, ya que, estando tan cerca el leopardo, podía lanzarse sobre ellos si se movían. Los cazadores veían al otro cazador, al leopardo mordisqueaba los huesos del babuino.

En el libro, Caso cuenta pasajes de su vida, casi todos contados con un tremendo sentido del humor y del ritmo. Sin contemplación alguna, el autor narra anécdotas que de tan terribles dan risa, como cuando el pretendiente de una de sus tías (la cual quedó solterona) es devorado por un tiburón frente a la bella amada y sus hermanas.

"Alejandro fue un arquitecto exitoso y en el libro dedica reflexiones al tema. Y lo hace con lucidez, hondura y humor. En el mejor estilo de un buen escritor", agrega Arriaga y concluye: "Este libro permite asomarnos no sólo a una vida, sino a una época y un modo de vivir que desaparece con lentitud, si no es que ya lo hizo".