México, 11 Mar (Notimex).- “Que quede entre nosotros”, de Mónica Salmón, ya se erige como una novela de aprendizaje y valentía, narrada por una voz sensible que descubrió la energía fugaz que sólo llega con el soplo del viento prohibido. Con ella, las razones sobre la infidelidad dan un giro y revelan un panorama diferente sobre la entereza de la mujer.
En una visita a casa del socio de su esposo, “Victoria” curiosea la residencia y termina en la recámara principal. El dueño de ese hogar es “Xavier Sanguinetti”, exitoso hombre que vive en aparente felicidad con su familia. Para “Victoria”, nada está fuera de lugar, salvo la imagen de una Virgen en la cabecera de la cama, que la estremece de modo singular:
En su imaginación no cesa de contemplar a “Xavier” de manera sensual, y a partir de ese momento se despierta en ella la pasión y le da la bienvenida al deseo. Sin renunciar a su mundo, dictado por la tradición y los viejos valores impuestos a su género, descubre los alcances de la mujer para sentir y amar. De la nada, su relación con “Xavier” se torna real.
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“Eva”, de W. Paul Young, reconocido en diversos países por su novela “La Cabaña”, que ha acompañado y reconfortado a millones de lectores, busca explorar verdades profundas, desde la ficción narrativa. ¿Qué pasó?, ¿En qué momento todo salió mal? ¿Por qué los humanos pueden producir cosas tan maravillosas y tan catastróficas?.
“Eva” es el resultado de 40 años de trabajo alrededor de estas cuestiones. En la trama, en las costas de una isla entre dos dimensiones, encalla una embarcación, donde encuentran varios cadáveres y a una joven a punto de morir. “John”, el encargado de sus cuidados, descubre que el código genético de esa mujer la conecta con todas las razas conocidas.
Nadie se imagina lo que significa realmente su supervivencia. Nadie, excepto “Eva”, la “Madre de los Vivos”, que la llama hija y la invita a ser Testigo de la verdad de su historia... de nuestra propia historia. “¿Por qué Dios no me protegió?”, preguntó a “Eva”. Era la misma interrogante histórica, expresada por miles de millones de otras voces.
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“Ansina”, de Myriam Moscona, refiere que la pérdida o el olvido del lenguaje (de todo lenguaje) es también la pérdida de un mundo. Ante tal posibilidad, este libro de poemas es un camino de redescubrimiento. En sus páginas, el lector encontrará que está escrito, casi por entero, en ladino o judeoespañol, una rica lengua, pero “sin patria ni academia”.
Lengua que los judíos sefardíes llevaron consigo a distintas geografías tras la expulsión de España a finales del siglo XV. Como si la autora quisiera excavar nuevos pozos con una lengua en extinción. Lejos de buscar la pureza, el libro mezcla con libertad palabras en español contemporáneo, tal como la autora recibió ese regalo de boca de sus abuelos.
Se trata de un libro de poesía contemporánea, alejado de los temas tradicionales de la literatura sefardita. De este modo, se adentra en un mundo vivo y recobrado: en el origen del universo, en las leyes que lo rigen desde el comentario rabínico hasta la matemática, pero también en los seres que han pasado por él, lo amado y lo que no puede nombrarse.
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“Viernes”, de Fernando Solana Olivares, es la compilación que el autor publicó en su columna “Elitismo para todos” en el periódico “Milenio Diario” por más de 12 años. En sus crónicas, aborda temas como la sociedad del espectáculo, la crisis de lo masculino, los principios del nihilismo, analiza la esencia de la cultura y reflexiona sobre la vida diaria.
Cuatro crónicas y cinco narraciones que dan forma y vida al libro reúnen lo mismo seres públicos reconocibles, admirados y admirables, entidades humanas con todo y nombre y apellido, artistas, políticos y filósofos, que personajes que andan en espera del novelista que los descubra. Es una “deleitosa” reunión de textos sobre temas no siempre “deleitosos”.
Ante tantas colecciones de buenos periodistas con una amplia diversidad de artículos publicados, el presente es un libro que permanecerá en el tiempo. Este no es un libro más porque aporta algo del bagaje cultural del autor, sobre todo, la forma en la que lo traduce, la sencillez, la redacción amable, la agudeza, el humor, la ironía y el lid de la alta cultura.
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“Alegoría del deseo”, de Vladimir Rothschuh, reúne la crítica sobre la obra de algunos de los poetas más destacados en Hispanoamérica que el autor ha publicado en varios medios desde los años 80. Son 36 textos que dan cuenta de la escena poética y sus resquicios, una suerte de radiografía que discurre entre los poetas consagrados y la llamada vanguardia.
Ofrece referencias sobre la obra de Ramón López Velarde, Efraín Huerta, Octavio Paz, Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Arturo González Cosío, Eduardo Lizalde, Jorge Luis Borges, Cristóbal de Castillejo y Rubén Darío, y explora los caminos de la poesía de María Eugenia López Brun, Vicente Aleixandre y Salomón de la Selva, entre otros más.
La crítica del autor recorre el la zona con una panorámica sobre la poesía nicaragüense, chilena, española y mexicana, pues para Rothschuh, hay formas de ver y formas de decir lo visto y el poeta es quien construye día a día un nuevo campo en el lenguaje, un espacio fértil donde convergen el tiempo y la palabra. La poesía está en la vida de cada persona.