Colegas y amigos recuerdan a José Emilio Pacheco a un año de su muerte

26 de Enero de 2015
MUERE EL ESCRITOR JOSÉ EMILIO PACHECO
México, 26 Ene (Notimex).- Hace un año, México perdió José Emilio Pacheco (1939-2014), uno de sus grandes escritores, cuya pluma transitó lo mismo por la poesía, el cuento y la novela, que por el ensayo, la traducción y el artículo periodístico. Su obra es parte fundamental en la literatura nacional.

El destacado autor, quien nació el 30 de junio de 1939 en esta capital y estudió Derecho y Letras en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es recordado por colegas y amigos a un año de su deceso, ocurrido el 26 de enero de 2014.

De acuerdo con información difundida por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), el poeta y crítico literario Juan Domingo Argüelles aseguró que Pacheco fue uno de los grandes escritores mexicanos “que tiene una gran virtud que es haberlo hecho bien en prácticamente todos los géneros que practicó.

“El caso de José Emilio Pacheco es un caso extraordinario, porque yo creo que, los que lo recordamos por sus cuentos, sabemos que está entre los buenos cuentistas, quienes lo recordamos como poeta, sabemos que hay poetas extraordinarios en México, pero que José Emilio es uno de esos grandes poetas”, expresó.

Para el vate Eduardo Langagne, simplemente se trata de “un maestro en toda la extensión de la palabra”, en cuya obra “hay una búsqueda de la expresión depurada, una expresión depurada pero transparente, creo que captura realidades diversas y que al capturar esas diversas realidades también las libera”.

Decía Elena Poniatowska en el ensayo titulado “José Emilio Pacheco y los jóvenes” que este escritor: “toca fibras en las que se reconocen, en las que tú y él y yo, ustedes y nosotros nos identificamos. Al leerlo, cada quién escribe de nuevo ‘Tarde o temprano’.

“Lo suyo es nuestro. Hacemos el libro con él, somos su parte, nos convierte en autores, nos refleja, nos toma en cuenta, nos completa, nos quita lo manco, lo cojo, lo tuerto, lo bisoño. Le debemos a él ser lectores, por lo tanto le debemos a él la vida”, expresó la autora mexicana.

Respecto a la poesía, el mismo José Emilio Pacheco señaló que significaba “una práctica, un ejercicio espiritual, una manera de dialogar y actualizar nuestra tradición, pero también de mostrar las cicatrices, los deseos, temores y corajes de un hombre que camina y recorre desnudo la ciudad”.

En opinión de la poeta Pura López Colomé, Pacheco representa al gran romántico del siglo XXI, era un hombre que les habla a los hombres en un lenguaje carente de artificios y verdaderamente empleado por ellos “comunicándoles un propósito que espontáneamente rebosa sentimientos poderosos, y que se concibe, con toda modestia, como un simple traductor de lo que le es dado percibir”.

Para Langagne su poesía tiene una complicada sencillez que sólo da un dominio pleno del oficio, “la poesía de José Emilio Pacheco está todavía en las lecturas de estos años y le van a otorgar muchísima más plenitud a lo que nos deja”.

El también director de la Fundación para las Letras Mexicanas consideró que la poesía de Pacheco “es la reflexión permanente de un escritor que está en una relación directa con el tiempo que le toca vivir”, además señaló que así como hay poesía con mucho entusiasmo y mucho optimismo, Pacheco también tiene poesía en tono serio y en tono humorístico.

Al editor Joaquín Díez-Canedo lo que más le llamó la atención de la poética de Pacheco es “una compasión por la condición humana y está visión un poco pesimista que él tenía de las promesas del hombre”.

Por su parte, Juan Domingo Argüelles recordó que el autor de “Las batallas en el desierto”, en su poesía, incursiona en múltiples registros y temas: “el amor, la soledad, la angustia, la felicidad, por supuesto la celebración del mundo natural, el gusto por los animales, etcétera, pero yo creo que si algo distingue su poesía es el concepto de lo pasajero de la existencia”.

El escritor Fernando del Paso aseguró que Pacheco “para mí, es uno de los más grandes poetas que ha dado México, de los más claros, de los más completos” y que el poema “Alta traición” es uno de los más hermosos y honestos, escritos en lengua española.

El poeta, que será reconocido en marzo próximo con el Premio Excelencia en las Letras José Emilio Pacheco, que se otorga en el marco de la Feria Internacional de la Lectura Yucatán, señaló la base de su discurso durante la recepción del galardón, será dicho poema.

Recibir este premio, aseguró el autor de “Noticias del imperio”, “es un honor muy grande, porque tiene el nombre de mi amigo y colega de El Colegio Nacional por muchos años”, a quien recordó como una persona tierna y muy afable.

Eduardo Langagne rememoró que José Emilio Pacheco señalaba que Alfonso Reyes (1889-1959) no quiso ser ni más ni menos que escritor, ahora esa misma idea se puede aplicar al poeta que, dijo, “con sus propias palabras, no quiso ser más ni menos que escritor”.

Por ello, consideró que Pacheco es un símbolo y un ejemplo del ejercicio de la escritura, un autor consistente, múltiple, “muy inteligente, muy propositivo, muy agradable, hombre simpático, de trato muy cordial, siempre cualquier comentario de él era un comentario que por sencillo que pareciera, tenía muchísimo contenido, muchísimas connotaciones, una diversidad de significados”.

Aunque su poesía es de suma importancia, mucha gente recuerda al autor por la novela breve “Las batallas en el desierto” (1981) que marcó y sigue marcando sobre todo a los jóvenes, donde se muestran todas las cualidades de la narrativas del escritor.

En este sentido, Juan Domingo Argüelles reconoció que los jóvenes conocen la obra de José Emilio Pacheco sobre todo por su narrativa ya que cuando ellos piensan en Pacheco viene a su mente “Las batallas en el desierto” porque “este librito los ha conmovido, los ha transformado y ha conseguido que ellos vean la existencia de un país desde una perspectiva de ficción”.

Cuando el protagonista de esta historia, señaló Elena Poniatowska, “el niño Carlos confiesa ‘nunca pensé que la madre de Jim fuera tan joven, tan elegante y sobre todo tan hermosa. No supe qué decirle. No puedo describir lo que sentí cuando ella me dio la mano’, los lectores reviven el tormento de su primer amor”.

Una trinchera central para el escritor fue la columna “Inventarios” que mantuvo desde 1973, primero en “Excélsior” y después en “Proceso”, la cual consta de más de 7 mil entregas, que conforman un testimonio trascendental para la cultura y el periodismo cultural.

Juan Domingo Argüelles, Joaquín Diez-Canedo y Eduardo Langagne advirtieron la necesidad de recopilar esta vasta colección de escritos para futuras generaciones, a pesar de las reticencias del maestro de compilar dichos textos.

“Yo creo que en esos trabajos él siempre nos enseñó muchísimo, diciendo cosa importantes y abriendo causes a la reflexión literaria, yo diría que nos enseñó a leer, a escribir y después, a releer y a reescribir”, señaló Eduardo Langagne.

Pero en Pacheco, agregó, había una tarea permanente de corrección, por lo que se hacía la broma de que los “Inventarios” parecían escritos a mano y corregidos a máquina que, “era justamente esa parte de estar constantemente reescribiendo, porque en Pacheco había una tarea permanente de no dejarse vencer, como decía, por la avasalladora perfección”.

Por su parte, Juan Domingo Argüelles consideró que José Emilio Pacheco no se atrevió a realizar la compilación, que siempre le proponían, porque para publicarla necesitaba revisarla.

De acuerdo con el poeta, José Emilio Pacheco “decía que su búsqueda era siempre la perfección imposible, pero que de todos modos, aunque él supiera que era imposible, no iba a renunciar a esa búsqueda de perfección

“Es por eso que no se publicaron los Inventarios y no se publicó la recopilación en general de sus textos ensayísticos y de crónica de la literatura mexicana y de la cultura en general, porque él estaba precisamente escribiendo y no iba a dejar de escribir por dedicarse a corregirlas”, señaló.

Sin embargo, Joaquín Díez-Canedo consideró que esa compilación es un asunto pendiente, que además constituye el sueño de muchos de sus editores, porque se trata de la obra filológica, de crítica literaria e histórica del autor.

Pese a este vacío en la obra de José Emilio Pacheco, Díez-Canedo recordó que por suerte se trata de un autor bien publicado y que los interesados tienen a su disposición sus libros de poesía por separado editorial Era y la poesía completa en “Tarde o temprano” del Fondo de Cultura Económica (FCE), además de su prosa como “Las batallas en el desierto”, “Morirás Lejos” y “El principio del placer”, que se siguen editando.

Como señaló Juan Domingo Argüelles, se trata de un autor que tiene la virtud de que no ha dejado de leerse y sigue siendo leído más allá de su fallecimiento, porque fue conocido por su literatura y no como figura pública, ya de hecho, no le gustaba conceder entrevistas.

Entre los galardones que a lo largo de su prolífica carrera recibió, está el Premio Xavier Villaurrutia (1973), el Nacional de Ciencias y Artes en el campo de la Lingüística y Literatura (1992), el Reina Sofía de Poesía Iberoamericana (2009) y el Premio Miguel de Cervantes (2009).

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