China, poseedora de una amplia historia e interesante cultura

26 de Enero de 2017
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México, 26 Ene (Notimex).- China, el gigante asiático, uno de los países más poderosos del mundo por su engranada economía, posee también una de las más longevas e interesantes historias que explican lo que actualmente es la nación de casi siete mil millones de habitantes.

La compleja y extensa historia de China se podría dividir en Prehistoria, Era Antigua, Era Imperial y Era Moderna, etapas que tienen su espejo en la cultura del país, de acuerdo con información de ”Global Asia S.L.”.

Dentro de dichas etapas está infinidad de dinastías que han ido modelando el país mediante la creación de distintos tipos de sociedades hasta alcanzar el estado en el que se ha convertido lo que actualmente es la República Popular de China.

Sobre la Prehistoria, dada la extensión que ocupa el país asiático, se han encontrado, a través de exploraciones arqueológicas, restos humanos de hace dos millones de años, que podrían tener relación con el chino actual.

Esos restos han sido relacionados con el Hombre de Yuanmou, el Hombre de Lantian y el Hombre de Beijing, los cuales ya caminaban erectos y utilizaban el fuego y otras herramientas para diversas actividades.

De acuerdo con la fuente mencionada, esos hombres fueron aniquilados por el Homo Sapiens procedente de África, por lo que su relación directa con los chinos no puede probarse.

La época neolítica de esa sociedad se caracterizó por una gran calidad en cuanto a la fabricación y uso de materiales y herramientas, lo que provocó numerosos asentamientos por parte de las diversas tribus de dicha era y su consecuente desarrollo económico y social.

Así, una de las primeras culturas agrícolas chinas es la Yangshao (6000-7000 años antes de Cristo), considerada precursora de otras culturas famosas como Longshan, Hongshan, Dawenkou y Hemudu, que marcaron el inicio de la unidad territorial y política de la Llanura del Norte de China.

Las investigaciones apuntan a que la nación china surgió tras el establecimiento de las primeras tribus en la cuenca del río Amarillo (Yangtsé) después que se comenzara a cultivar arroz y otros elementos en el lugar.

En esa época, el Emperador Amarillo, Huang Di, logró el dominio de las tierras del norte tras expulsar a sus oponentes, comenzando una sucesión de dinastías como la Xia y la Shang, que llevaron a China a convertirse en lo que es hoy.

En la denominada Era Antigua-Primeras dinastías, la poca información que se posee confirma que la primera dinastía en el gigante asiático fue la Xia, que ostentó el poder del centro de China entre el siglo XXI y el XVI a.C.

Durante su hegemonía, los Xia, aparte de crear una sociedad esclavista, elaboraron el primer calendario chino. Contenía explicaciones astrológicas, de meteoritos y de otros fenómenos naturales, determinando la agricultura y la política según el mes.

Posteriormente, el poder recayó en la familia Shang (XVI-XI a.C.), y a partir de este momento las fuentes escritas son mucho mayores y más fiables, apoyadas por la labor de los arqueólogos, quienes mediante descubrimientos de inscripciones en caparazones de tortugas u objetos de bronce y el descubrimiento de los restos de la capital Anyang (Zhengzhou), lo cual ha confirmado lo dicho por los historiadores del país.

De acuerdo con los informadores, esta dinastía llegó a utilizar hasta seis ciudades como capitales a lo largo de su reinado, por lo que fue mucho más desarrollada y gobernada por la aristocracia, logrando el respeto de las distintas ciudades que conformaban la comunidad.

A su vez, la escritura fue parte importante de esta sociedad, llegando a usar hasta un total de tres mil símbolos, convirtiéndose en base elemental del idioma actual.

De igual forma tenían dioses, realizaban sacrificios e incluso enterraban a los esclavos vivos en las tumbas de los amos. El final de esta hegemonía tuvo lugar con la rebelión de unos esclavos que consideraban al emperador un déspota.

En este momento aparecieron los Zhou (XI a 770 a.C), dinastía que estableció su dominio cerca de Xian, logrando un Estado muy desarrollado y diseñando un sistema feudal que tendría como objetivo conquistar parte del norte de China.

Pero como ocurre habitualmente, la expansión significa debilitamiento del poder central a favor de los señores periféricos, que se sublevaron contra el propio emperador en el siglo VII a.C., de acuerdo con la fuente.

Debido a esa guerra, el gigante asiático se fragmentó en varios reinos que guerreaban sin parar en un periodo en el que predominaron las expediciones militares y que fue conocido como las Primaveras y Otoños (776-476 a.C.).

En esa época, la sociedad cambió y alcanzó un parecido al de la Edad Media europea. Se produjo una especie de revolución cultural gracias a la labor de grandes filósofos como Confucio, Mencio y Zhuangzi, quienes acudían a los políticos para proponer una forma de gobernar mejor.

A su vez, surgieron importantes escuelas filosóficas como la taoísta de Lao Zhi, la motista y la legista de Shang Yang y Han Fei.

Desde los 140 estados existentes en 776 a.C. se pasó a siete en el 475 de la misma era debido a la concentración de poder, los cuales siguieron haciendo guerras para alcanzar el máximo poder.

Esta época se llamó la de Los Reinos Combatientes (475-221 a.C.).

Luego, la China Imperial se caracterizó por ser una época de unificación y desintegración de China. Tras el desmoronamiento de la dinastía Zhou apareció la Qin (221-206 a.C.), primera época de una China reunificada y mucho más grande.

El rey de los Qin se hizo llamar emperador, formando un gobierno central fuerte, una administración eficiente y un código legal estricto.

Durante esta dinastía se realizaron muchos cambios en China, el emperador Qin Shi Huang (“Primer Emperador Qin”) ordenó la unificación de normas, medidas, pesos, monedas y del sistema de escritura.

También decretó la construcción de la Gran Muralla China, la cual se extendía desde el Mar Amarillo hasta Xinjiang, al occidente de China. Además, inició la construcción de su Mausoleo, los caballos y Guerreros de Terracota.

Debido al duro gobierno establecido en la Dinastía Qin, tras la muerte de Qin Shi Huan, en el 207 a.C., el pueblo estalló en una guerra civil debilitando al gobierno y destruyendo la dinastía. Liu Bang, dirigente de la rebelión militar contra el ejército Qin, se proclamó nuevo emperador fundando la dinastía de los Han.

La Dinastía Han (206-220 d.C.) se dividió en dos períodos: la Anterior (206 a. C.-8 d.C.) y la Posterior (25-220 d.C.). En este periodo floreció la agricultura, la industria y el comercio.

Su gobierno se apropió de parte de la estructura administrativa de los Qin, pero dejando de lado el excesivo control central, convirtiéndose en un imperio meritocrático, explica Global Asia.

Entre los grandes inventos de esta época está el papel, el cual ayudó a promover la educación, otro invento fue el sismógrafo y muchas técnicas nuevas que revolucionaron al país.

La dinastía se caracteriza por haber sido interrumpida por “El Usurpador” de la historia de China en sus dos periodos: Wang Mang, el cual instauró su propia dinastía, la Xin, e intentó formar un estado bajo el pensamiento confuciano.

Tras la finalización y caída de esa dinastía, en el año 184, China se dividió en los territorios Wei, Shu y Wu, época conocida como “Período de los Tres Reinos”.

Al poco tiempo de darse está división los tres reinos se unifican bajo el nombre de la Dinastía Jin, unión que no duraría mucho, ya que se vio amenazada por los pueblos nómadas del norte, los cuales terminaron conquistando las capitales de Luoyang y Chang'an.

De esta manera, la Dinastía Jin finalizó al norte de China y pasó a ser dividida en 16 reinos, entre los años 304 y 439 d.C., época en la que el gigante asiático vivió una gran fragmentación política y caos.

En este periodo destaca la Dinastía Wei del Norte, fundada por los Tuoba, un pueblo de la familia de los Hunos, los cuales dieron gran impulso al establecimiento del budismo en China, iniciándose majestuosas construcciones.

Finalmente, la Dinastía Han se debilitó por la rivalidad política y la corrupción. Con la toma del poder por parte Li Yuan, tras las sucesivas guerras campesinas, se formó la Dinastía Tang, la cual llevó a la cultura china a su máximo esplendor.

Esta dinastía se caracterizó por el desarrollo de las artes, por la creación de leyes favorables al bienestar del pueblo, la expansión del budismo por todo el país y el comercio con otros países.

Este ciclo también experimentó un periodo turbulento sumido en guerras y rebeliones entre los diferentes estados, compitiendo por el poder. Asimismo, vivió una época de decadencia caracterizado por la rebelión del pueblo, la cual puso fin a la Dinastía Tang.

La inestabilidad que se vivía al norte de China obligó a trasladar el centro económico del país al valle del río Yangtze, dando lugar a la Dinastía Ming por Zhu Yuanzhang, quien tomó el poder en 1368.

El emperador estableció su capital en Nanjing, huyendo de las luchas dinásticas, pero por el contrario, desencadenó una revuelta campesina que concluyó en el derrocamiento de los Ming en 1644.

Esa época aportó un enriquecimiento del comercio exterior de China con Japón y Portugal y el inicio de los viajes de embarcaciones chinas por el mundo. Ese mismo año, la Dinastía Qing, procedente de Manchuria, logró conquistar Beijing.

Asimismo, esta estirpe consolidó la expansión territorial de China, incorporando a Taiwán, Tíbet (Lhasa), Xinjiang y Mongolia.

En cuanto los emperadores se debilitaron, cayó toda la grandeza de este imperio basada en la represión del pueblo y enfrentamientos contra los Miao. Posteriormente, a lo largo del siglo XIX la Dinastía Qing vivió varias disputas comerciales con las potencias occidentales, dando lugar a la Primera Guerra del Opio con Reino Unido.

Bajo el mandato de la Emperatriz Regente Cixi, aparecieron los primeros movimientos de reforma de la burguesía china, cosa a la cual se rehusó. Se inició la guerra chino-japonesa entre 1894 y 1895, por la rivalidad con Japón por la influencia sobre Corea. La guerra dio como resultado la derrota de China y el aumento del desprestigio de la Dinastía Qing.

Y derivó también en la aparición de numerosos movimientos revolucionarios que pedían la formación de una república. El 10 de octubre de 1911 se dio el Levantamiento de Wuchang, en el que los rebeldes alzaron las armas contra la dinastía Qing, provocando la Revolución de Xinhai, que daría pie a una nueva era.

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