“Seamos realistas, eso que usted dice nunca sucederá”, me dijo –no sin tristeza- una maestra que había escuchado atentamente mi disertación sobre igualdad entre mujeres y hombres.
Son como las moscas. Cuando aparecen, están por doquier. Y, a menudo, se suele hacer lo que se hace con las moscas: las ignoramos o, peor, nos convencemos de que no molestan.