Supo Gabriel Vargas plasmar en sus obras espíritu del pueblo mexicano

25 de Mayo de 2014
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México, 25 May. (Notimex).- En el marco del cuarto aniversario luctuoso de Gabriel Vargas Bernal (1915-2010), que se cumple hoy, colegas e investigadores lo recuerdan como el caricaturista que dio voz a los sin voz y destacan la importancia de su obra y el legado que dejó, con piezas como su célebre historieta “La familia Burrón”.

El historietista mexicano es evocado como un creador de personajes emblemáticos con los que todos se identificaban, cronista del pueblo y un dibujante excepcional, que plasmó la vida y las costumbres de la sociedad mexicana.

En declaraciones difundidas por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Guadalupe Appendini, viuda del caricaturista, lo recuerda como un artista que adoraba a México, por lo que nunca quiso irse del país, no obstante que Walt Disney lo invitó a trabajar.

“Le pedía y le pedía, le escribía que se fuera a trabajar con él y Gabriel dijo jamás saldré de México, le agradezco mucho, pero irme yo a trabajar a Estados Unidos, no, porque yo soy de aquí, de México”, comentó.

En cuanto a su obra, Appendini señaló que “La familia Burrón” nació de una apuesta, cuando un amigo retó a su esposo, por la cantidad de 10 mil pesos, a crear una mujer protagonista como la de la radionovela “Anita de Montemar”; así surgió Borola Burrón, a quien el poeta Hugo Gutiérrez Vega compuso una oda escrita “en versículos chipocludos”.

Esta serie de historietas se volvió un éxito de inmediato, lo que llevó a la producción de 1616 números que se publicaron ininterrumpidamente por más de 60 años, así como a la creación de más de 50 personajes con los que se identificó toda la sociedad.

Por su parte, la autora del libro “Gabriel Vargas. Cronista gráfico”, Maira Mayola Benítez Carrillo, destacó que el maestro se dedicó a revalorar las tradiciones, además de que sus historietas dieron cabida a toda la población, de todos los niveles culturales, desde intelectuales hasta quienes practicaban oficios que se han perdido con el tiempo.

“Puedes ver igual al vendedor de tamales o de camotes, al que reparaba zapatos en la calle o al que soldaba tus ollas e instrumentos de cocina. Tiene personajes de todas las índoles, personas que estudiaron, secretarias, caciques, aunque no tengan diálogo, todos están dibujados y ese es su gran legado, haber plasmado esa sociedad”, mencionó.

Añadió que los protagonistas de sus obras interactúan con estos personajes que a veces parecen “fantasmas en la sociedad, pero él les daba sus diálogos y algunos se convertían en protagonistas”, así tomaron forma, no de súper héroes de fantasía, sino de los personas de la sociedad.

Evelio Álvarez, responsable del área de Colecciones y Conservación del Museo del Estanquillo, señaló que el historietista incursionó en el costumbrismo y plasmó el mundo de las vecindades de la Ciudad de México y la vida de los personajes que hasta entonces se habían denostado.

“El legado que podemos rescatar es habernos hecho ver una identidad que teníamos muy subyacente en la Ciudad de México y que no habíamos reparado que allí estaban: el peladaje, el tipo que está nada más a expensas de ver qué es lo que puede sacar, en muchos de los casos dispuesto a sobresalir de esta condición en que esta nueva sociedad lo tiene”, indicó.

El caricaturista e ilustrador Óscar Altamirano consideró que uno de los legados más importantes de Gabriel Vargas es el lenguaje que utilizó en sus piezas, cuyas frases y modismos siguen utilizándose en el lenguaje cotidiano de la mayor parte del país.

Al respecto, Maira Mayola Benítez opinó que el éxito y la vigencia de su obra se debe a que su vocabulario: “era muy fino, nunca usó una grosería, nunca fue vulgar, nunca fue corriente, no se dejó llevar por esas modas lingüísticas, él siempre tuvo una pureza para escribir y una ética impresionante”.

Evelio Álvarez agregó que el ilustrador rescató “una manera de hablar, de ser, que incluso crea una nueva forma de hablar, que la hacemos muy nuestra, posteriormente empezamos a notar que, sin darnos cuenta, estamos hablando como él, el lenguaje de sus personajes en la historieta”.

El mismo Gabriel Vargas, en una entrevista, explicó que lo que buscaba era que sus historietas “fueran netamente mexicanas. Retomé las actitudes del barrio y de las carpas, eso era lo quería. Traté de reflejar cómo vive el mexicano”.

Mayola Benítez apuntó que es la “única historieta que ha durado tantos años en los puestos de periódicos, pocas personas lo saben, pero si hay un récord, Gabriel Vargas lo tiene, todos los guiones los hizo él, si bien tuvo personas que lo auxiliaban para dibujar, los guiones fueron manufactura de él”.

Edmundo Sánchez, editor del colectivo Historieta Mexicana, consideró que la trascendencia social de Los Burrón se debe a la relación de sus personajes con la familia mexicana, lo que hacía que tanto chicos como grandes esperaran ansiosos el siguiente número.

Esto propició que incluso muchos aprendieran a leer, pues “al querer saber qué decía Borola, el esposo, los hijos, la gente se metía a la lectura y empezaba a aprender a leer”, indicó.

Asimismo, Óscar Altamirano enfatizó que sus personajes enriquecieron la iconografía nacional, ya que, al estilo de José Guadalupe Posada con su “Catrina”, la imagen de Borola Burrón tiene muchos significados en el imaginario “ya sea como aguerrida mujer o como representante principal de la cultura de las historietas”.

De igual manera, Luis Borja, quien fuera aprendiz de Vargas Bernal, mencionó que la historieta fue muy importante porque permitía que las personas se reconocieran en los personajes, gracias que “él conocía perfectamente los caracteres de la gente que identificaba en sus personajes”.

Por su parte, Evelio Álvarez destacó que “La Familia Burrón” tiene mucho de crítica social, ya que plasmó “a la gente que tenía que luchar para subsistir, que pelearse por el alza de impuestos, pelearse por sobresalir, pelearse con los políticos, que muchas veces la sociedad los rebasa”, escenario que se sigue viviendo en esta ciudad.

Con esta obra el caricaturista contribuyó a poner a México dentro del mapa de los cómics, los cuales permiten conocer la cultura gráfica de las sociedades, ya que “nos llevó a otros países, su trabajo está en bibliotecas importantes de Brasil, Francia, España, Argentina e Italia”, comentó Mayola.

Óscar Altamirano, quien lo evoca como “un agudo observador del estilo de vida de las clases populares”, recordó que la biblioteca del maestro ya fue donada a la Fundación del Instituto Mora y adelantó que entregará el acervo que aún conserva, entre libros, revistas, dibujos y publicaciones, a una institución que próximamente dará a conocer.

A lo largo de su trayectoria, Gabriel Vargas Bernal recibió diversos galardones como el Premio Nacional de Periodismo de México en Caricatura (1983) y el Premio Nacional de Ciencias y Artes (2003), en el área de Artes y Tradiciones Populares; además, fue nombrado Ciudadano Distinguido de la Ciudad de México en 2007.

Entre su obra figuran variadas historietas como “Frank Piernas Muertas”, “Virola y Piolita”, “Sherlock Holmes”, “El Caballero Rojo”, “Los Superlocos”, “DonJilemón”, “El Güen Caperuza” y “Los Hermanos Mazorca”.

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