Regresa la OSN con Wagner, Mendelsoohn y Mahler

13 de Abril de 2013
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México, 13 Abr. (Notimex).- Después de dos semanas de receso, la Orquesta Sinfónica Nacional (OSN) regresó ayer a la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes con el Programa 8 de la Temporada anual de conciertos 2013 en una recepción que tuvo la presencia del director huésped, Yaron Traub --actual titular de la Orquesta de Valencia--, y como concertino invitado, al joven violinista mexicano Edgardo Carone.

Presentación que agotó boletos desde horas tempranas por su atractivo cartel: "Obertura de la ópera Los maestros cantores de Núremberg", de Richard Wagner (1813-1883), "Concierto para violín y orquesta", de Félix Mendelssohn (1809-1847) y "Sinfonía No. 1" (El Titán), de Gustav Mahler (1860-1911).

Bicentenario del compositor alemán más controvertido en la crónica de la música occidental: Wagner sigue siendo motivo de apasionadas polémicas. Sus obras conforman un patrimonio de innegables valores artísticos.

Comenzó la velada con la "Obertura de la ópera Los maestros cantores de Núremberg", del autor de "Tristán e Isolda". El pianista Ferdinand Hiller la consideró en su época de estreno (finales de los años 60 del siglo XIX) de mal gusto, "demente asalto contra la música y la poesía".

Por su parte, el compositor y periodista Heinrich Dorn la juzgaba como "discordante y horrorosa". Hoy, sin embargo, es para muchos conocedores "la más alegre y festiva" de todo el catálogo operístico del admirado y, a la vez, odiado músico de Leipzig.

Lo cierto, imposible desdeñar la música de Wagner. Ahí está merodeando entre nosotros: se multiplican los incondicionales con el paso del tiempo.

Esta obertura es muestra de grandilocuencia instrumental: flautas escoltadas por las cuerdas y percusiones concluyentes de fragmentos melódicos que compensan una letanía de progresiva distribución. Cautelosa marcha/vals: bizarra cadenza subrayada por los trombones en fragoroso remate de sorpresivas modulaciones, que la OSN supo arrogarse con incondicional y "expansiva sonoridad wagneriana".

Continuó la gala con el músico romántico alemán Félix Mendelssohn y su "Concierto para violín y orquesta": el último gran trabajo orquestal del pianista de Hamburgo, y primera pieza romántica que los profesores enseñan a los estudiantes de violín. De gran popularidad, forma parte sustancial de catalogo de violín, y es muy solicitada por los directores de orquestas.

Había expectativa por la actuación del estudiante de licenciatura de la Escuela de Perfeccionamiento Ollin Yoliztli, Edgardo Carone (Mexico, 1991), formado en el seno de una familia de músicos, quien se enfrentaría a las exigencias técnicas de uno de los grandes conciertos para violín de todos los tiempos.

El joven estudiante asumió el resto con periplo preciso en el primer movimiento (Allegro molto apassionato) bordando con sutileza los apuntes de sonata y la cadenza novedosa propuesta por Mendelssohn en 1845. Magistrales solos y oscilaciones de concluyente manejo técnico.

Fagot que enlaza el primer movimiento con el segundo (Andante) en lírica enunciación edificada en trémolos limpios de Carone, quien supo apropiarse de las proposiciones melódicas de la orquesta en simultánea delineaciones de lenitiva consonancia concertina.

El discípulo de la profesora Natalia Gvozdetskaya enfrentó el final vivace del tercer movimiento (Allegro non troppo) con resueltos, rápidos y prolongados arpegios que hacen ecos con las fanfarrias iniciales de las trompetas. Ademanes de rondó-sonata en la estructura, que los trinos del violín escoltaron con deliberada y limpia velocidad.

Carone recibió ovación prolongada de muchos de sus compañeros de clase presentes en el recinto. Se vio obligado a cuatro salidas y al encore: "Capricho 23", de Paganini, que provocó euforia. Este cronista considera que el muchacho estuvo bien: corrección en su faena de alumno destacado; digamos que realizó muy bien la tarea: pero, no era para tantos bravos y mucho menos, semejante algarabía de sus acólitos.

Intermedio. Notimex indagó con el musicólogo Luis Pérez Santoja el desempeño del violinista: "Sí, estuvo bien, indiscutible su técnica y deseos: se ve que practicó mucho con sus maestros. Estamos en presencia de un prometedor solista, quien con apenas 22 años acaba de enfrentar a Mendelssohn y su exigente Op. 64 con decoro".

Tercera llamada. La función concluyó con Mahler y su "El Titán". "Sinfonía No. 1" en Re Mayor: Lento, arrastrado. Al principio muy apacible, Robusto y movido, pero no muy rápido, Solemne y mesurado, pero sin arrastrar, Movimiento tormentoso.

Gustav Mahler (Bohemia, 1860 Viena, 1911) conformó un estilo musical exclusivo: sustancial innovación bosquejada en nostálgicos y tristes apuntes melódicos de hermoso timbre sonoro y compleja estructura instrumental.

Uso de la canción popular como pretexto para construir un universo melódico/armónico en distintos ciclos de canciones con versos de su autoría "Des Knaben Wunderhorn, Lieder eines fahrenden Gesellen" y del poeta Friedrich Rückert (Canciones de los niños muertos).

Coplas a las que recurrió más de una vez en una suerte de obsesión en la que subrayaba la no existencia divisoria entre música instrumental y vocal. En las Sinfonías núm. 2, 3 4 y 8 lo coral juega un papel esencial.

Mahler concibió música orquestal (nueve sinfonías) y obras vocales que se entrecruzan y se integran en un corpus de sujeciones en el que las rondas corales alimentan muchas veces, algunos de los movimientos de las proporciones orquestales.

Su "Sinfonía No. 1" (El Titán) es uno de los grandes momentos de la música occidental de finales del siglo XIX. Composición dada a conocer en 1889 de estrecho vínculo con las "Canciones de un caminante" (1883-1885), en temática que aborda las oposiciones confluentes entre consternación y regocijo.

Dicotomía presente en el estilo de uno de los precursores de la Segunda Escuela de Viena y representante del posromanticismo alemán. "Construir una sinfonía es como levantar, edificar, un cosmos con todos los medios posibles", explicaba con frecuencia el autor de la "Sinfonía de los miles".

Hay en su universo sonoro pluralidades que se hacen patentes en reminiscencias de fanfarrias, melodías populares, marchas y canciones tradicionales, entre otros recursos melódicos y armónicos recurrentes en sus composiciones.

En la sinfonía que nos ocupa, "El Titán", se pone de manifiesto el uso muy particular de los acordes y, asimismo, de líneas melódicas interpoladas y dilatadas en la estructura formal: pieza desmesurada, de armonía disonante, que rompe con el equilibrio cromático en una suerte de "plasticidad" acústica fascinante y arropadora.

"Poema tonal en forma de sinfonía" (subtítulo original de la composición), que la OSN principió con abrigador hechizo: brumosa melodía que se va disipando en las progresiones instrumentales hasta llevarnos a los sigilosos cornos que presagian, con armoniosas lisonjas, el argumento central.

Segundo movimiento en lúdica configuración ternaria (scherzo-trío-scherzo) de animosa presencia folclórica. Pausas, interludios y silencios que custodian a una hermosa seguidilla rítmica. Los musicólogos refieren la conformidad de una danza popular austriaca conocida como "Ländler", que ya el organista y compositor Antón Bruckner (1824-1896) había utilizado.

Tercer movimiento que el conductor israelita Traub abordó desde esplendorosa conjunción "maheleriana": contrabajo conjeturando una traslación de "Martinillo" (popular copla infantil) de matices fantásticos --muchos vislumbran plazas surrealistas-- que proyecta imágenes sonoras de borrascosa y extraña hermosura.

Mahler en estado puro: exaltaciones espesas en avenencias que la OSN configuró ayer en íntegra faena instrumental. Final, Movimiento Tormentoso, predecesor de las "villas musicales" del Mahler de la Quinta y la Sexta sinfonías.

Impresionante concepción orquestal que protagonizan los cornos en una coda de asombrosa representación: gradaciones emocionales que inundan los presagios.

Imaginativos entreactos de un remate orquestal inolvidable. A 123 años del estreno de esta sinfonía se corrobora una vez más, la importancia y aportes de Mahler a la música contemporánea.

La conducción de Yaron Traub, memorable, entusiasta, locuaz y arrobado. Fuimos testigos de una OSN haciendo ostensible sus acuciosas virtudes interpretativas.

Cuatro salidas del director huésped, quien regaló el encore "Waltz 2", de Dmitry Shostakovich (1906-1975), movimiento 6 de "Jazz Suite No. 2".

Público satisfecho que aplaude con delirio a un director de contagioso regocijo y gestos al frente de la orquesta de tierna confabulación.

Se anunció la sesión 9 (viernes 19 y domingo 21 de abril) de esta Temporada anual de Conciertos 2013, que contará con Rafael Payaré como director huésped en la consumación de obras de Brahms, Bartók y Francois-Adrien Boieldieu.